Polos Opuestos Se Atraen

Capítulo 14: La luz en la oscuridad

​El campamento se había vuelto silencioso. La fogata crepitaba en el centro, y las estrellas, libres de la contaminación lumínica de la ciudad, brillaban con una intensidad deslumbrante. Dentro de la tienda que compartían, Asher y Lloyd se sentaron en sus sacos de dormir. El aire se sentía diferente, sin la presión de la escuela o de sus respectivas "tribus".

​—Nunca había visto tantas estrellas —dijo Asher, mirando por la pequeña abertura de la tienda.

​—Es el firmamento oscuro. Lejos de las luces de la ciudad, puedes ver miles de estrellas que normalmente no son visibles —explicó Lloyd. Su voz, siempre tan segura al hablar de datos, se suavizó—. Mira. La constelación de Orión está justo ahí.

​Asher la miró.

—Se parece a un cazador. Me gusta.

​—A mí también. Es un patrón en el caos.

Alguien vio algo en la oscuridad y le dio un nombre.

​—¿Te da miedo la oscuridad? —preguntó Asher, una pregunta inesperada.

Lloyd dudó.

—Solo la oscuridad que no puedo predecir.

​Asher asintió, comprendiendo.

​—¿Y a ti? —preguntó Lloyd.

Asher se quedó en silencio por un momento, la expresión de su rostro inusualmente seria.

—El fracaso. Me da miedo no ser lo suficientemente bueno, no estar a la altura de las expectativas de la gente. Me da miedo que si no soy el que siempre sonríe, nadie quiera estar conmigo.

Lloyd se sintió conmovido por su honestidad. Se arrastró un poco más cerca y se sentó a su lado, la cercanía de sus cuerpos un consuelo silencioso.

​—No tienes que ser perfecto, Asher. Nadie lo es. Y la gente que de verdad importa, te quiere por lo que eres, no por lo que finges ser.

​—Eso es lo que me gusta de ti. No tienes miedo de decir la verdad —dijo Asher, con una sonrisa sincera.

El momento fue interrumpido por un ruido en el exterior. Un aullido, que sonaba como el de un animal salvaje, resonó en el silencio. Asher se tensó.

—¿Qué fue eso?

—Un coyote —dijo Lloyd con calma.

—¿Y qué tan cerca está?

—No lo sé. La acústica del bosque es engañosa. Podría estar a dos kilómetros o a cincuenta metros.

​Asher se sintió incómodo, lejos de su elemento.

—Y la verdad es que... no me gusta. No me gustan las cosas que no puedo ver.

Lloyd sonrió. Se puso de pie y abrió la cremallera de la tienda.

—Sígueme.

Asher lo miró con los ojos muy abiertos.

—¿Estás loco?

—Solo vamos a encontrar el origen de ese sonido. Y si te da miedo la oscuridad, podemos usar esta.

Lloyd sacó una pequeña linterna de su mochila, una que emitía una luz suave y cálida.

Asher lo siguió, sintiendo una mezcla de miedo y fascinación. Lloyd caminaba con confianza, señalando las huellas de animales, escuchando los sonidos del bosque. Su miedo había sido reemplazado por la admiración.

​—Mira —dijo Lloyd, señalando al cielo—. La Vía Láctea. Se ve increíble.

​Asher levantó la vista y vio una banda de luz plateada que cruzaba el cielo. Era el universo que se le había prometido en la biblioteca. Y al igual que las estrellas, se dio cuenta de que lo que más le gustaba de Lloyd era la forma en que lo hacía ver la belleza en la oscuridad, en lo desconocido.

​En ese momento, se dio cuenta de que no tenía que ser valiente para enfrentar la oscuridad, solo necesitaba una luz, y esa luz era Lloyd.

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