El coche de su padre era un silencioso y lujoso túnel de regreso a casa. Asher se había quedado mirando la ventana, pero su mente seguía en el apartamento de Lloyd, con la risa contagiosa de Isabel y la amabilidad del padre de su amigo. Su propia casa, cuando llegaron, se sintió como una extraña y pulida burbuja.
Su madre, una mujer elegante con el cabello perfectamente peinado, lo recibió con un abrazo breve y una sonrisa profesional.
—¿Cómo estuvo el campamento, cariño? —preguntó, mientras miraba su teléfono.
—Bien, mamá. Fue... interesante —dijo Asher.
—Me alegro. El director dijo que la unión del grupo es importante para el futuro de su liderazgo. Tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti.
La cena fue un asunto formal. No hubo preguntas sobre las estrellas o los coyotes.
Hablaban de negocios, de las reuniones de la empresa y de las expectativas de la universidad. El padre de Asher, un hombre de negocios exitoso, le preguntó sobre sus planes para el futuro.
—Así que, Asher, la entrevista con la universidad de la Ivy League es el próximo mes. ¿Ya has pensado en qué vas a hablar? Tu popularidad en el equipo de baloncesto es un gran punto a tu favor.
Asher se sintió como un producto, un proyecto en el que sus padres habían invertido mucho. Se dio cuenta de que la necesidad de ser "el popular" y de estar siempre "encendido" no era solo una elección, sino una expectativa impuesta por su entorno. Su casa, su mundo, estaba construido sobre el orden, la eficiencia y el éxito.
Más tarde, en su habitación, Asher se sentó en su cama, sintiéndose solo. Sacó su guitarra, y la tocó suavemente. No la tocaba para una audiencia, la tocaba por él, por la música que le recordaba que no todo en su vida era una inversión.
De repente, su madre abrió la puerta.
—¿Asher? Creí que ibas a estar estudiando. No toques tan tarde. Es importante que mantengas tu concentración.
—Solo un poco, mamá. Me ayuda a relajarme —dijo Asher.
—Lo sé, cariño, pero la vida no es un hobby. Es una carrera.
Asher se sintió frustrado. En la casa de Lloyd, la vida era un caos encantador. En la suya, era una ecuación.
Pero entonces, se dio cuenta de algo. Las personalidades de él y de Lloyd eran el resultado de sus burbujas. La de Lloyd era de lógica y afecto, y la de Asher, de expectativas y éxito. Y a pesar de sus mundos opuestos, se habían encontrado. Y en su encuentro, habían encontrado un equilibrio que no existía en sus respectivas casas.
Asher sabía que su regreso a casa no sería igual. Se había atrevido a entrar en la burbuja de Lloyd, y ahora, al estar de vuelta en la suya, se dio cuenta de que su mundo no estaba completo sin la de él.
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Editado: 09.09.2025