El sábado por la mañana, Asher se despertó sintiendo el peso de las expectativas de sus padres. La casa era un espacio silencioso y ordenado, donde la vida se medía en logros y planes a largo plazo. Su única escapatoria era su tía Layla, un faro de calidez en el frío mundo de sus padres.
Asher agarró las llaves y condujo hasta "Sweet Home", la pastelería de su tía. Layla, con su cabello de un rosa vibrante y una risa contagiosa, lo recibió con un abrazo.
—¡Asher! Mi pastelero estrella —exclamó, su abrazo era un refugio seguro, lejos de las presiones de su madre.
Asher se puso un delantal. La cocina, con su aroma a azúcar y vainilla, era un santuario.
—¿Qué tenemos hoy? —preguntó, sintiendo una sonrisa genuina formarse en su rostro.
—Hoy tenemos galletas, tortas y cupcakes. La gente necesita algo dulce en sus vidas—dijo Layla.
Mientras trabajaban, Asher se sentía libre para ser él mismo. Hablaban de música, de sueños y de las presiones de la vida. Layla, con su habilidad para ver más allá de la superficie, notó un cambio en él.
—Sé lo que tus padres quieren para ti, cariño —dijo con un toque de tristeza—. Pero también sé lo que te hace feliz. Cuando me hablas de ese chico, Lloyd, tus ojos brillan.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Asher.
—Tu voz cambia. Es más suave —dijo Layla, con una sonrisa sincera.
De repente, el timbre de la pastelería sonó. Layla salió a atender. Un momento después, regresó con una sonrisa misteriosa.
—Asher. Tenemos una visita especial. Parece que un par de clientes están debatiendo sobre qué pastel comprar.
Asher salió de la cocina y su corazón dio un vuelco. En el mostrador, de pie junto a su hermana Isabel, estaba Lloyd. Isabel, con los ojos bien abiertos, señalaba un cupcake de chocolate.
—¡Lloyd! ¡Te dije que teníamos que venir aquí! ¡La dueña es tan amable! —exclamó Isabel.
Lloyd, con una mezcla de sorpresa y vergüenza, lo miró.
—Asher. No sabía que trabajabas aquí. Estaba paseando por el parque con Isabel, y ella vio la pastelería.
Asher se rió, sintiendo que un peso se desvanecía. Era una coincidencia, una de esas variables extrañas de las que había hablado.
Es mi refugio —dijo Asher, mirando a Lloyd. Luego, se giró hacia Isabel—. ¿Un cupcake de chocolate, dices?
Isabel asintió con entusiasmo.
Mientras Asher servía el cupcake, se dio cuenta de algo. Su refugio no era solo la pastelería; ahora, era también la presencia de Lloyd. Los dos mundos, el suyo y el de Lloyd, se habían encontrado de nuevo, no por un plan, sino por la simple búsqueda de algo dulce.
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romance bl escolar, drama romántica, extrovertido y antisocia
Editado: 09.09.2025