El sonido de la alarma de su teléfono, una melodía inusualmente alegre para un lunes, sacó a Lloyd de un sueño profundo. No se levantó con la pesadez habitual, sino con una excitación nerviosa que era tan extraña como emocionante. Hoy era el día. La primera cita con Asher.
Escogió su ropa con un cuidado que normalmente reservaba para la resolución de un problema de física complejo.
Finalmente, se decidió por una camisa de cuadros color azul marino y unos jeans oscuros. No era formal, pero tampoco era su sudadera de siempre. Era un punto intermedio, una solución elegante a la ecuación de “¿qué me pongo para la cita?”.
Cuando llegó al punto de encuentro, una cafetería con un ambiente tranquilo, Asher ya estaba allí. Llevaba una camiseta negra que resaltaba su cabello rubio y unos jeans desgastados azules. A diferencia de Lloyd, parecía relajado y casual, como si las citas fueran una rutina diaria. Pero la sonrisa que le dedicó a Lloyd, una genuina y cálida, disipó cualquier duda.
—Hola, Lloyd. Te ves bien— dijo Asher, poniéndose de pie para saludarlo.
—Hola, Asher. Tú también— respondió Lloyd, sintiendo sus mejillas arder.
Pidieron café y se sentaron. A pesar de los nervios de Lloyd, la conversación fluyó con una facilidad sorprendente. Hablaron de sus clases, de sus familias, de la música que les gustaba.
Descubrieron que sus gustos eran tan opuestos como sus personalidades. A Asher le gustaba el rock clásico y las películas de comedia romántica. Lloyd prefería la música instrumental para concentrarse y los documentales sobre ciencia.
—¿En serio? ¿Nunca has visto ‘Mi chica es una gánster’?— preguntó Asher, sorprendido.
Lloyd negó con la cabeza. —No. No soy muy fan de las historias donde la lógica es el último recurso
Asher rio. —Quizás esa es la clave. A veces, la lógica no es suficiente. Por ejemplo, en los sentimientos. ¿Qué pasa si te sientes atraído por alguien que no tiene nada en común contigo?
Lloyd no se inmutó. —Mi teoría es que la atracción se basa en la complementariedad. Como dos polos opuestos de un imán. Se atraen porque se necesitan. Uno tiene lo que el otro no, y juntos, forman un sistema completo y funcional.
Asher se quedó pensativo, mirándolo con una ternura que hizo que a Lloyd le temblara un poco la mano.
—Me gusta esa teoría. Es... científica y romántica al mismo tiempo.
—Y a ti, ¿qué te atrajo de mí?—preguntó Lloyd, la audacia de su pregunta lo sorprendió incluso a él mismo.
Asher sonrió, tomó un sorbo de su café y se inclinó sobre la mesa.
—La forma en que tus ojos brillan cuando hablas de algo que te apasiona. El modo en que te pierdes en tus pensamientos y luego vuelves a la realidad con un chiste extraño. Y lo más importante, cómo tu lógica a veces falla cuando se trata de mí. Es un caos hermoso, Lloyd.
Las palabras de Asher fueron como la solución a una ecuación que Lloyd había estado intentando resolver toda su vida. Se sentía visto, comprendido y aceptado. No por el genio de las matemáticas o el chico serio, sino por la persona que era.
La cita continuó entre risas y confesiones, cada momento un nuevo descubrimiento, cada palabra un paso más en su viaje. Al final de la tarde, cuando el sol comenzaba a teñir el cielo de naranja, salieron de la cafetería. Lloyd ya no sentía nervios. Se sentía en paz.
—Quiero seguir con esta ecuación—dijo Lloyd, tomando la mano de Asher.
Asher entrelazó sus dedos con los de él, con la misma calidez de la primera vez.
—Yo también. Creo que es una que vale la pena resolver juntos
Y mientras caminaban de la mano, con la luz del atardecer cayendo sobre ellos, Lloyd se dio cuenta de que no había necesidad de una fórmula compleja. La respuesta era simple, clara y se sentía como si fuera la única verdad que realmente importaba.
💚💙Polos opuestos se atraen💙💚
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Editado: 09.09.2025