El lunes de la primera cita se convirtió en un martes de regreso a la rutina, pero para Lloyd, nada se sentía como antes. Cada pasillo, cada salón de clases, parecía diferente. Se encontró a sí mismo buscando a Asher en los pasillos, y una sonrisa se formaba en su rostro cada vez que lo veía.
Llegó a su clase de matemáticas, su materia favorita, y se sentó en su asiento habitual en la parte de atrás. Sacó sus libros y apuntes, pero no podía concentrarse. Su mente, en lugar de resolver ecuaciones, repasaba cada momento de la cita: la conversación en la cafetería, la forma en que Asher se había reído, y la calidez de su mano entrelazada con la suya.
Mientras el profesor de álgebra comenzaba la lección, la puerta del salón se abrió y Asher entró. No era inusual que Asher llegara tarde, pero esta vez, en lugar de dirigirse directamente a su asiento, se detuvo en medio del salón. Todos los ojos se posaron en él.
Lloyd, que estaba en la última fila, sintió que su corazón daba un vuelco. No entendía qué pasaba. ¿Había hecho algo mal? ¿Asher iba a decir algo sobre ellos? Un nudo de ansiedad se formó en su estómago.
Asher miró a Lloyd. Sus ojos azules se encontraron con los verdes de Lloyd, y le dedicó una sonrisa amplia y radiante.
Luego, se volteó hacia la clase y, con la voz clara y segura que lo caracterizaba, dijo:
—Hola a todos. Solo quería compartir una buena noticia. Y para que quede claro, porque sé que algunos de ustedes han estado preguntando. Sí, es cierto
Hubo un murmullo entre los estudiantes.
Algunos se miraron, confundidos. Asher esperó a que el murmullo se calmara y luego continuó, su mirada fija en Lloyd.
—Ahora estoy saliendo con mi novio. Y es un genio, por si no lo sabían— dijo, y luego le guiñó un ojo.
La declaración, tan casual y tan directa, resonó en el silencio que siguió. Algunas chicas en la primera fila se llevaron la mano a la boca. Varios de los chicos de Asher lo miraban, perplejos.
Luego, Asher caminó por el pasillo, sin quitar la mirada de Lloyd. Se detuvo a su lado y se sentó en el asiento vacío a su lado, algo que nunca había hecho antes.
Lloyd, completamente atónito, lo miró.
—Asher, ¿qué fue eso? ¿Por qué… por qué dijiste eso?.
Asher le tomó la mano bajo la mesa y la apretó con calidez. —Porque es la verdad. Y no tengo por qué esconderlo. Me gustas, y quiero que todo el mundo lo sepa.
La lógica de Lloyd, por una vez, falló por completo. No había una fórmula para el calor que se extendía desde su mano hasta su pecho. Solo la verdad de la declaración de Asher, tan clara y tan segura.
Por primera vez en su vida, Lloyd se sintió tan real y tan visible, no como el chico de la última fila, sino como el novio de Asher, y se dio cuenta de que ese era el único cálculo que importaba.
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Editado: 09.09.2025