Polos Opuestos Se Atraen

Capítulo 31: Una nueva variable

El martes en la mañana se sentía diferente para Lloyd. Ya no caminaba solo por los pasillos; ahora caminaba al lado de Asher.

Sus manos se rozaban ocasionalmente y, a veces, Asher la tomaba con firmeza, un gesto que hacía que el corazón de Lloyd se acelerara cada vez. El recuerdo del beso en la cafetería y la declaración de Asher en el salón de clases era una fuerza tangible que los unía, y ya no sentían la necesidad de esconderlo.

​Al llegar a su casillero, Asher se inclinó y le dio un rápido beso en la mejilla a Lloyd, tan natural como respirar.

—Nos vemos en el almuerzo— susurró Asher. —No te olvides de mí, genio

​Lloyd sonrió, el calor del beso aún en su piel. —No lo haré.

​Cuando Asher se alejó, Lloyd sintió que el mundo volvía a su rutina, pero de una manera más brillante. Abrió su casillero para sacar sus libros de física, todavía con la sonrisa en los labios, cuando una voz se escuchó a su lado.

—Disculpa, ¿sabes dónde está el salón del director?.

Lloyd se giró y vio a una chica que nunca había visto antes. Llevaba el uniforme de la academia, pero se veía como si estuviera posando para una revista. Tenía el cabello castaño claro, ojos grandes y un aire de confianza que llenaba el pasillo.

—Sí—respondió Lloyd, su voz un poco ronca. —Es por aquí, en el ala este

—Gracias. Soy Gabriela, por cierto. Soy nueva—dijo con una sonrisa deslumbrante que parecía pensada para encantar a cualquiera. —Tú debes ser el chico más inteligente de la escuela, ¿verdad? Te veo con todos esos libros todo el tiempo.

Lloyd sintió que su rostro se enrojecía. —Soy Lloyd. Solo me gusta la ciencia— respondió, intentando sonar lo más normal posible.

​En ese momento, Asher regresó.

—¡Oye, Lloyd, se me olvidó...—se detuvo en seco al ver a la chica nueva.

Gabriela, al ver a Asher, se iluminó. Su sonrisa se amplió, y su atención se desvió completamente de Lloyd.

—¡Hola! Soy Gabriela. Soy nueva. ¿quién eres?

Asher, con una mirada cortés pero distante, respondió:

—Soy Asher. Un gusto.

—Asher. Me gusta ese nombre—dijo Gabriela, con una coquetería apenas disimulada. —Tal vez podrías mostrarme la escuela más tarde. Un tour, ya sabes—

La expresión de Asher no cambió. Se volteó hacia Lloyd, tomó su mano y la entrelazó con la suya. El gesto no fue para humillar a Gabriela, sino para dejar clara su postura. Con la mano de Lloyd firmemente en la suya, Asher respondió, —Lo siento, pero tengo planes. Mi novio y yo siempre almorzamos juntos.

El rostro de Gabriela se endureció por una fracción de segundo, la sorpresa en sus ojos era evidente. Luego, su sonrisa regresó, pero era menos genuina. —Claro. Entiendo. Fue un gusto, Asher. Y… hum, Lloyd.

Se alejó con la misma confianza con la que había llegado, pero con una rapidez que delataba su incomodidad.

Asher, al ver la expresión de Lloyd, lo llevó a un rincón apartado del pasillo. —¿Estás bien?— preguntó con preocupación.

Lloyd asintió, pero la inseguridad ya se había instalado en su mente. —Sí, pero… no sé, ella parecía muy segura de sí misma

Asher le levantó la barbilla suavemente con su pulgar. —¿Y qué? Mi única preocupación en este momento eres tú. Mi felicidad no es un juego, Lloyd. Eres tú. Y no hay variable que pueda cambiar eso.

Inclinó su cabeza y lo besó. No fue un beso apresurado, sino uno profundo, lleno de la promesa de que no tenía que temer a nada. El beso era una demostración, una que no necesitaba palabras, de que, sin importar quién llegara o qué dijera, su lógica y su corazón le pertenecían variable

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