Enui solo sintió cuando se desmayó. Desde allí, no recordó nada más. Cuando despertó, se encontraba en un lugar completamente extraño, un lugar que era amarillo y tenía brillo por todas partes. Creyó que estaba en plena parálisis de sueño, pero al abrir bien los ojos y notar que podía respirar bien, se dio cuenta de que era real.
¿Estás bien? Le preguntó una mujer delante de él, una chica de ojos que brillaban como si hubiera sido sacada de una caricatura.
¿Estás bien? Preguntó ella nuevamente, sacudiendo al hombre. Enui, ¿dónde estoy? Preguntó Enui, pestañeando varias veces.
Estás en el reino de las hadas. Eres el primer humano que entra aquí.
¿Y entonces, por qué estoy aquí? No, no, esto debe ser una broma. Las hadas no existen.
Estás viendo a una frente a ti y sigues dudando. Eso es muy grosero de tu parte.
Lo siento, es que... No todos son cuentos. Si has escuchado las historias, puedes darte cuenta de que las hadas existimos. Ahora, quédate quieto.
Enui frunció el seño y la miró mientras ella daba vueltas rápidamente. De sus alas caía el mismo polvillo que él había encontrado en su habitación.
¡Oye! Eso es muy molesto.
Enui comenzó a flotar de repente y agitó los pies, entrando en pánico.
¡Sin miedo! ¡Con confianza! Cree, cree. Debes creerlo y vivirlo. Debes sentirlo y verás cómo lo que piensas que es mentira se vuelve realidad. Solo deja que fluya...
Enui cerró los ojos y se fue elevando lentamente hasta que pudo tocar las flores de campanilla de los árboles.
Editado: 27.02.2025