Madre, por favor, solo déjame verlo. Solo quiero...
Magenta fue interrumpida por el hada, quien la miraba con preocupación.
Lo he pensado mucho y he tomado una decisión. Me he dado cuenta de que él tiene un gran corazón. La verdad, voy a darte un gran regalo. ¿Me dejarás verlo? Preguntó Magenta con esperanza.
No, solamente verlo, hija. Él podrá venir cuando quiera y podrá verte si él quiere. Después de todo, ya descubrió que sí existimos. Así que voy a hacer una excepción. No vamos a ser "mitológicas" para ser aguafiestas.
Magenta se quedó callada, no sabía cómo responder. No se imaginaba que le estuviera diciendo eso, pero sí que la felicidad fue tan grande que se movió tan rápido en círculos que esparció polvo por todas partes.
¡Gracias, madre! Iré por él.
Estaba haciendo un poco de aceo en mi habitación cuando estornudé y miré hacia un lado de la habitación, donde estaba... Bueno, no tengo que mencionarlo, ya se lo imaginan, y sé que Magenta está cerca.
Allí estaba ella, volando con sus alas que parecían de libélula, pero con un toque entre morado y rosa.
¿Qué estás haciendo aquí? Pregunté sin entender.
Mi madre me dejó verte... Ella dijo que nos veríamos todos los días.
Me quedé callado por un momento, creí que mi agenda estaba jugando conmigo.
Mentirosa... Debo escucharla yo mismo, no te creo.
Pues bien, vamos al reino. Allí lo verás por ti mismo, o mejor dicho, lo escucharás.
Magenta me llevó con ella a un lugar que se encontraba en la raíz de un árbol. Verdaderamente, no sabía dónde quedaba el reino de las hadas, porque la primera vez que vine, me trajeron ellas inconsciente, y la segunda vez y el resto de las veces fue saltando en la cama.
Así que no sabía exactamente. Miré un pequeño agujero, preguntándome cómo Magenta cabría allí. No es como las hadas de los cuentos. No es pequeña, es de un tamaño de humana, pero con más belleza que una humana cualquiera.
¿Cómo cabes por allí?
¿Se te olvida que las hadas podemos hacer magia?
Perdón, no lo imaginaba. Creí que solamente podrían hacerlo las hadas madrinas.
¡Es prácticamente lo mismo! Siguen siendo hadas.
Bueno, la verdad, ni siquiera lo creí. Yo no creía en nada.
Quédate tranquilo, te voy a hacer pequeño para que podamos entrar. Creo que hubiera sido más fácil que brincaras en la cama y yo me fuera por otro lado.
Gran idea, Magenta. Ahora es que vienes acordándote?
Me reí junto a ella por su tremenda torpeza.
Editado: 27.02.2025