“No somos los únicos…”
Cassian.
Cassian.
Cassian.
— Me interesa mucho.
El sujeto se empieza a reír, provocando que el hombre frente a él se llene de furia. Aunque comprende porque ese rubio sigue siendo de gran interés para Benjamin Lysander, le parece gracioso que aún siga siendo un tema de conversación recurrente.
— Cassian Winchester – lo mira con una pequeña sonrisa. – Este fue el que te condenó ¿verdad? – suspira sin borrar esa sonrisa. – ¿Qué necesitas?
Benjamin rechino los dientes, el hombre que en un pasado era un deleite para él, ahora era una amargura para su vida. Necesita saberlo todo.
— Quiero saberlo todo sobre él, el rango, que hace aquí, porque no recuerda el pasado, quiero ojos en su culo.
— Vivo y sin memoria – susurra el hombre con una sonrisa. – Haré maravillas con esto, no te preocupes, lo tendrás de rodillas suplicando por su vida, muy pronto.
— Es justo lo que quiero – sonrió Benjamin.
Ha sido paciente muchos años, será paciente para tener a Cassian de nuevo frente a él y está vez no de su lado, sino rogando por lo qué le provocó años atrás. Tiene que pagar todo el daño que provocó. Puede usar a su favor ese aspecto de que no recuerda muchas cosas y traer a muchos del pasado con tal de unirse para destruir al que los destruyó.
Cassian.
Cassian.
Cassian.
El hombre con sotana apretaba con fuerza el crucifijo en sus manos, miraba su iglesia con temor, recordando el día que un loco que se hacía llamar Blackwood la explotó por los aires.
— Tiene que ser una broma de mal gusto – murmuró sin dejar de mirar las paredes de su iglesia.
— No lo es, lo vi con mis propios ojos.
Cerró un momento los ojos. Rezando en silencio, sintiendo de nuevo la presencia del Diablo cerca de él. De su iglesia. Todo el mal cerca suyo.
— Ese mal nacido explotó la iglesia y de haber sido por él hubiera explotado la ciudad.
— De hecho si vi su cicatriz en el cuello, casi no se nota mucho por el tatuaje pero ahí está.
— Pero no sabemos quien sea, sí Cassian o Blackwood.
— ¿Qué quiere hacer, Padre?
Por el bien de su iglesia, de la ciudad, de las personas que no han hecho nada malo en ese lugar, tiene que dejar de lado su buen juicio y obrar de mala manera.
— Irás a la comisaría y hablaras con los altos mandos, ningún policía de rango bajo y le dirás sobre Winchester preguntando ¿cómo está Blackwood?
— Perfecto.
— Alguien tiene que saber que clase de psicópatas tienen como policías.
Cassian.
Cassian.
Cassian.
Se tuvo que sostener del capó de su camioneta, tenía que ser una broma de mal gusto. No se lo creía, ni la mitad de eso lo creía. El amigo que consideraba su hermano, parte de su sangre, no solo estaba vivo, sino con la policía, trabajando hombro a hombro con el hombre que había jurado odiar y asesinar cuando estuvo con ellos.
— Es imposible güey.
— No lo es Fernando, él está vivo y está de lado de la policía – suspiró mirándolo. – Pero lo peor de todo es que parece no tener memoria.
— ¿Qué?
— Sí, parece no recordar nada, no me recordó a mí.
Fernando, el hombre que estuvo más unido a Cassian en sus inicios en la ciudad, trabajando duro, hombro a hombro, siendo casi familia, no solo estaba vivo sino que sin memoria. Era algo que no podía creer. Porque a pesar de todo, de su gran traición en el pasado, le afectó demasiado saber que estaba muerto, pero saber la verdad es algo que simplemente no puede creerlo.
— Perdoname, pero esto tengo que verlo por mis propios ojos. Porque no me creo que Cassian Winchester esté con vida.
Nadie lo iba a detener, para poder creerlo tenía que verlo él mismo. Subió a su camioneta y condujo hasta la comisaría para poder verlo por sí mismo. Para suerte o desgracia suya, lo vio saliendo de comisaría con una camisa rosa y un chaleco que decía “Policía” sentía cómo si estuviera recibiendo una bala en su pecho. Su mejor amigo, su hermano… estaba vivo y lo estaba traicionando, una vez más.
Cassian.
Cassian.
Cassian.
El nombre de Cassian Winchester se empezó a escuchar en cada pandilla, cada mafia, entre los barrios bajos y lo más importante en la Pirámide Criminal. Más de un auto comenzó a seguirlo discretamente, mientras patrullaba, mientras caminaba, mientras se paseaba por la ciudad. Su fichaje estaba puesto como uno de los principales en la ciudad, uno de los más odiados, uno al que quieren muerto.
Un hombre sin memoria, un policía, un traidor, una máquina de matar, un psicópata vestido de gángster de los 80’ que cometió múltiples asesinatos en el pasado. El rostro más hermoso en el que se pudo esconder el Diablo.
Mientras tanto alguien, en alguna parte de un lugar lejano, sin identidad, siendo un hombre muerto crea algo que sanara el alma y la adicción de una máquina que Z.E.R.O con tanto esfuerzo creó, alguien a quién amo desde el primer momento en el que lo vio, el hombre que lo asesinó en Sicilia.
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Editado: 10.07.2025