Enferma obsesión
“Mi placer es su dolor…”
Daemon
— ¿Irás a la manifestación? – preguntó Cassian mientras nos tomamos nuestra taza de café.
— Ni por un millón de dolares, hoy entro más tarde, no pienso estar con tanta gente – dije mirándolo. – Desgracia para ti – le doy un sorbo a mi café sin dejar de mirarlo. – ¿Qué es lo que le echas al café? Está delicioso.
— Mi dulzura – pestañea un par de veces y se da la vuelta.
Dejándome ver ese espectacular culo que tiene el cuál miré sin disimulo alguno. Me encanta como le quedan todos los pantalones que le compré, ajustan y entallan lo que deben entallar a la perfección, bajé la mirada a sus zapatos de color verde militar que combinan bien con su camisa. Este hombre debió ser modelo porque todo lo que se pone le queda malditamente perfecto.
— Lindos zapatos – sonreí volviendo a mirar esa profundidad azul que tiene en los ojos.
Cassian baja la mirada a sus zapatos, como si no recordara que trae puesto, me da una pequeña sonrisa mientras deja su taza sobre el lavaplatos.
— Creo que tengo un suggar, me consiente mucho – se amarra el cabello, un par de mechones caen sobre su frente y no se molesta en quitarlos. No pierdo detalle alguno de este hombre y me desconcierta en gran manera porque hace nada su imagen en un charco de sangre me excitaba y ahora no solo quiero verlo sangrar sino que quiero verlo en éxtasis total mientras mi polla se hunde en él. – Me voy, Daemon supongo que nos veremos en la noche.
— Sip.
Toma su chamarra y sale de la casa. Me termino mi café y siento como la garganta se me seca al pensar lo que ha pasado estos días, no sé sí me está coqueteando de verdad, o me está siguiendo el juego porque ya está sospechando algo. No puede sospechar nada, he tratado de hacer parecer que sea real, tan real que incluso se está filtrando en mi cabeza. Salí de casa y fui directo a mi piso franco, tomé un rifle de francotirador, tengo una idea con la cuál puedo matar varios pájaros de un solo tiro. Controlar a la ciudad, poner en cintura a la unidad policiaca, verificar qué tan interesado sigue Kragel y satisfacer mi necesidad de ver a Cassian sufriendo y sangrando.
Preparé todo y me escabullí en uno de los edificios con el mejor techo, a está hora todo el mundo está en sus trabajos o pocos prestan atención, llegue al techo y prepare todo, podía escucharse hasta acá el bullicio de la manifestación. Qué horroroso debe ser estar ahí deteniendo a toda esa gente.
Me puse bien mis guantes y me acomode para ajustar la mirilla del franco, enfocando la vista en lo qué me interesa. Cassian. Está sosteniendo una escopeta de sables, su ceño está ligeramente, el rubio que salió de mi casa parece haberse esfumado, ahora está tenso y estresado. Normal. Cualquiera estaría así entre tanto grito. Tomé mi teléfono y marqué el número de Kragel.
— ¿Quién es? – responde y casi sonreí al escuchar su frustración.
— Soy yo, escúchame, tengo una idea. Hay que hacer algo para cortar esto de una vez, ¿recuerdas lo que pasó en el pasado? Los ataques a propia bandera.
Pude ver como se quedaba quieto un momento, no se va a negar, pero es claro que la idea no le gusta porque sabe bien lo que haré.
— Sí.
— Dejame herir a uno de los míos.
— No vamos a llegar hasta tal punto.
Sabe bien qué iré sobre el rubio de trasero firme, pero quiero saber hasta qué punto va a llegar él.
— Es el momento, tenemos que sacar los dientes, que vean que el peligro es real. Tienen que vernos “vulnerables” para sacar las armas a la calle, te prometo que no será un tiro mortal.
No lo matare, aún no, pero disfrutaré tanto esto.
— No podemos joderlo de nuevo.
— Escuchame, como se hizo en el pasado, cómo Z.E.R.O nos enseñó, agente herido, revuelo en el sitio, se desaloja a todos con mano dura y se da comunicado de guerra. Dame la luz verde.
Veo como su mirada se dirige a Cassian, lo sabe bien, iré por él y no se puede negar.
— Ya tienes luz verde.
— Perfecto.
Eso es lo que quería escuchar. Ajuste todo, pero me detengo para mirarlo a él, desde la distancia, ese maldito pantalón le queda a la perfección, es una lastima lo de su camisa pero le comprare una nueva.
Una respiración. Un latido… un disparo. Cassian cae, la sangre empieza a manchar su camisa, es un maldito placer verlo así, me la pone tan dura, que quisiera estar frente a él mirándolo en el charco de su propia sangre. Muerdo mi labio, sintiendo como todo ese placer y adrenalina se centra en mi polla. Mierda. Me reí sintiéndome como niño en un parque de juegos, desmonté el rifle de francotirador y lo guardé. Baje por la escalera de incendios, me quité el pasamontañas y los lentes oscuros, llegué al auto y dejé todo en el maletero.
Mi teléfono empieza a sonar, pero ignoró todas las llamadas que obviamente son de Viktor Kragel. El agente que iba a salir herido era Cassian y es claro que le jodio bastante. Preparó la escena del crimen perfecta, dejando el auto con el rifle y huellas de alguien más, vuelvo al piso franco, dejé el resto de mis cosas, me cambié de ropa y de guantes, todo lo que tuviera rastros de pólvora ya me lo he quitado.
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Editado: 10.07.2025