Megan:
Por más vueltas que daba en la cama no podía lograr dormir, esas palabras se habían clavado en mi interior, cada vez que mi mente las reproducía solo podía haber decepción y rabia en mi ser:
“— mira, seré sincero. Megan me trae hecho un lío, desde la primera vez que la vi yo sabía que me traería problemas, y la razón de su estadía aquí es... quiero que caiga ante mi, quiero sentirla, ver que suplique por mi , que me ruegue......
Esas palabras hicieron eco en mi cerebro, para él solo era un objeto, algo inanimado, una especie de pasatiempo. Como si un foquito se hubiera encendido en mi cabeza —tuve una idea— Yo haría que el gran Elías Harris cayera en lo más hondo, que todos conozcan quién es el gran patán que gobernaba su gran empresa…”
Ya era de día, no pude dormir pensando.
El desayuno ya estaba listo, todos habíamos comido, Elías estaba afuera viendo unas cosas que realmente no entendía y Sebastián salió apenas terminó su desayuno.
Mi plan estaba saliendo de las mil maravillas, solo tenía un problema y ese era Sebastián, él no quería que yo esté cerca de Elías.
Según el propio Elías, Sebastián no estaba mucho tiempo en casa así que gran problema no iba a ser . Solo quería que Elías se enamore de mi y eso no lo iba a lograr a menos que use un tipo de uniforme descarado. El mismo que yo hice.
Al terminar un sentimiento de satisfacción invadió mi ser, jamás había hecho algo así y menos por venganza pero si de defender mi imagen se trataba entonces no le veía nada malo. Primer error que cometí : no juegues con fuego que te puedes quemar y quemar a los demás.
Al salir pude notar la mirada anonadada de Elías y el como sus ojos recorrían todo el vestido que encajaba en mi cuerpo a la perfección.
— ¡Qué hermosa te ves, Megan! — pronunció sin salir de su asombro, lo malo es que al instante una llamada invadió el lugar.
Estar en esa casa era completamente aburrido así que cuando Elías salió por la puerta grande, yo me puse a explorar la casa; gravísimo error, segundo error : si buscas encuentras y encuentras cosas inimaginables.
Subí a la gran biblioteca, estaba llena de polvo y procedí a limpiarla, en el transcurso me topé con libros muy interesante así que decidí darles una ojeada. Al abrir uno con una tapa completamente azul —la curiosidad me había ganado— me puse a leerla y al hacerlo puse encontrar a los padres de Elías y Sebastián. Lo más loco es que creí que conocía a esas personas, al seguir viendo cayó una foto, la recogí pero no la pude ver al momento porque Sebastián había entrado, y con un aspecto muy golpeado.
— ¡¿qué te pasó?! — cuestioné sin salir de mi susto y asombro.
— me… — no terminó su frase porque se desmayó.
Procedí a limpiar sus heridas y al hacerlo encontré algo que cambió definitivamente la historia.
— ¿Qué es esto? — cuestioné viendo la evidente marca en el brazo del chico, una marca que solo se podía tener si era de nacimiento.
— Ah , es solo una marca, toda mi familia la tiene excepto Elías — respondió con frescura, sus ojos castaños delataban la sinceridad con la que había hablado.
Le mostré mi brazo en el cual portaba esa misma marca de nacimiento, la misma forma, el mismo tamaño. Era imposible que dos personas tuviesen la misma marca si no eran familia, ¿o no?
— pero esa marca es estrictamente familiar, ¿cómo es que tú la tienes?
— no lo sé, solo sé que la descubrí cuando tenía 5 años…
— pero eso es imposible, ni Elías lo tiene y eso que él es de la familia.
Como si de un golpe se tratase muchas imágenes se dispersaron en mi mente.
“ — si tienes frío y no sabes que hacer, yo te cuido y te doy amor… si tienes miedo y no sabes que hacer, yo te quiero no lo dudes corazón… “
Al salir del trance, recordé que ellos eran mis padres pero como siempre, no les pude ver el rostro.
— insisto, esto es imposible.
— Tal vez sea una marca común, debe de ser muy común como para que lo tengan dos personas de distintas familias.
— ¿y si lo busco por Google? — cuestionó más como una salvación.
Tomó foto de mi brazo y lo buscó. En instante tuvo 10 resultados.
— Dice aquí que solo 10 personas en todo el mundo tienen esta marca en el brazo: entre todas las familias solo hay dos en este país, mi familia los Harris y una familia llamada Montes.
Después de decir eso se volvió a acostar en el sofá, la razón de sus heridas era un enigma pero a simple vista se podía deducir que fue un robo, uno muy peculiar que dejó un chupetón en el cuello.
— ¿qué fue lo qué pasó?, ¿te robaron?
— algo así, tuve una pelea callejera, personas homofóbicas…
— así que salvaste a una pareja gay.
— algo así. —respondió medio nervioso.
— y a todo esto, ¿qué tiene que ver este chupetón en el cuello?
— chu…pe…tón — se cuestionó atónito.
Él tenía una mirada perdida y el rostro de le ponía como tomate.
— no haré más preguntas.
El se empezó a reír nervioso, le puse un vendaje del botiquín de primeros auxilios y continué explorando el lugar.