“—No creas que arruinare mi vida por una estupidez como esta, tu deber era protegerte y no es mi culpa que fueras incapaz de cuidarte. —Me observó de manera despectiva, casi con asco mientras yo luchaba a duras penas por retener las lágrimas que luchaban por salir a raudales por mis ojos.—Es más, continuo, —¿quién me asegura que en verdad es hijo mío y no de otro?”
Esas fueron las palabras que uso el padre de mi bebé antes de darme la espalda en el momento que se enteró que estaba embarazada, después dio la vuelta y desapareció de aquel parque donde nos encontrábamos.
#32448 en Novela romántica
#5400 en Chick lit
#20715 en Otros
#6090 en Relatos cortos
Editado: 14.10.2020