Sentí como mi blusa se levantaba levemente y mi piel tocaba la pared mientras me deslizaba lentamente hacia el suelo, mis brazos abrazaban mis piernas y la escoba cayó al piso en un golpe seco.
Gruesas lagrimas se deslizaban por mis mejillas y a este punto, me preguntaba cómo no me había deshidratado puesto que últimamente no hacía nada más que llorar, eran pocos mis momentos de alegría.
Estaba entre la espada y la pared.
Tenía que mantener a mi hijo seguro entonces acepte lo que la directora decidió, o al menos eso le haría creer, decidí quedarme callada, no le comenté acerca de lo ocurrido a Nicolas como siempre lo hacía y aunque el argumentaba que me comportaba de manera extraña, de alguna manera siempre terminaba desviando la conversación hacia otros temas.
Y así el tiempo fue pasando, aquel matrimonio se hacía cargo de mis estudios médicos, de que tuviera una buena alimentación y que mi cuerpo estuviera optimo, pero, ¿Qué había de mi corazón?
Estaba desesperada y cada vez más deprimida mientras ellos se encontraban felices y dichosos por el pronto nacimiento.
Me encontraba cada vez mas frustrada y les lanzaba miradas de odio que ellos solamente ignoraban.
No sabía cómo ni cuándo, lo único que tenía segura es que estas personas no se quedarían con mi bebe, haría lo que fuera para que no nos separaran.
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Editado: 14.10.2020