Por buscar la luna. Cielo.

Un lugar en el mundo.

No supo cuanto tiempo pasó, se había perdido mirando el cielo azul, y escuchando los insectos de la selva. Tenía la camisa húmeda de sudor y el brazo se le pegaba al pecho. Estaba molido, nunca se había esforzado tanto en su vida. Tenía una sensación que no podía describir, que nunca antes había experimentado.

—Oye, nuevo. —Era una mujer quien lo llamaba. Levantó, o más bien, bajó la vista del cielo y notó a las tres personas que se acercaban. Eran sus recientes compañeros. Cada uno llevaba una cosa en las manos.

—Te trajimos comida. —Dijo la chica aunque no parecía muy contenta.

Intentó ignorarlos pero el estómago le rugió de hambre. Se levantó hasta estar sentado. Cada uno le entrego lo que llevaban. Un cuenco con salsa troceada, una canasta con calabazas azadas al comal y un tarro con atole. Se puso a comer de inmediato. Sus compañeros lo miraron en silencio por un tiempo, pero como estaba por acabarse el tiempo de descanso empezaron a hablar.

—¿Qué se siente? —Preguntó el chico que conoció la noche anterior.

Buitre se le quedó mirando, no sabía a que se refería y tenía más ganas de comer que de hablar.

—Ya me he transformado pero no lo recuerdo. Estaba en medio de una pelea vacía y cuando me dí cuenta ya venía de camino para acá.

Buitre siguió masticando sin dejar de mirarlo. El chico se notaba más incómodo a cada momento. Entonces el segundo chico tomó la palabra.

—Me pasó más o menos igual, pero yo estaba huyendo... Mis padres... Fueron a la guerra del hielo... A mí me mandaron a una casa para huérfanos, estaba llena de idiotas y... Me transformé. Ni siquiera se que animal fue. Después de eso empezaron a respetarme pero no duró mucho. Coyote llegó un día y se llevó a varios chicos y chicas prometedores, yo estaba entre ellos pero ninguno llegó aquí. No los he vuelto a ver.

Mientras escuchaba, Buitre tomó una rodaja de calabaza y la sumergió en la salsa. Estaba muy picosa pero le pudo más el hambre y se la comió de un bocado. Luego, mientras masticaba dirigió su mirada a la chica y preguntó:

—¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

—Es muy parecida. —Contestó ella encogiendo los hombros. Buitre levantó una ceja, pero cómo preferiría no involucrarse demasiado con esos chicos, ignoró lo vagó de la explicación.

—¿Ahora me toca a mí? —Preguntó sarcásticamente—. ¿Se supone que abriremos nuestros corazones y seremos amigos? Ya conozco esa estafa, la he usado varías veces.

Los tres le prestaban atención aunque no parecían contentos con sus palabras. El chico que ya conocía fue quién se armó de valor para contestarle.

—Odias éste lugar y quieres largarte, eso ya lo sabemos. Honestamente no se por que, he vivido en muchos lugares y este no es de lo peor que se puede encontrar. Pero, como sea, no puedes escapar. El lugar está bien vigilado y en tu condición seguro será peor. Vas a estar aquí por mucho tiempo, quieras o no, al menos deberías intentar no chingar a los que estamos a tu alrededor, es peligroso sabes.

—¿Me estás amenazando? —Preguntó Buitre dando un paso al frente.

—No pelen. —Escuchó decir a alguien, muy bajito, pero no supo quien fue. Ambos se miraban fijamente, sin terminar de decidirse. Entonces llegó ella, Toh...

Toh.

Había dejado a los cuatro chicos entrenando. El primer día casi se habían agarrado a golpes, afortunadamente ella llegó a tiempo para evitarlo. En lugar de regañarlos como una madre histérica los puso a entrenar hasta desfallecer de cansancio. No solo a los dos que se gritaban, sino a todo el equipo. Al anochecer, con la luna prácticamente sobre ellos, los dejó ir al dormitorio. Solo habían parado para comer algo al caer la tarde así que estaban rotos de cansancio. Les indicó que si alguno amanecía con alguna herida que no tuviera ya, todos iban a pagarlo con otro día extenuante.

Eso funcionó a medias, pues aún se miraban como perros y gatos, figurativamente, a pesar de que no habían vuelto a pelear. En cuanto a la transformación, aún no había ningún progreso. Se preguntaba si coyote no la había puesto al cargo de una tarea imposible solo para alejarla de Cielo. Se escuchaban muchos rumores, pero nadie decía nada en claro. No era raro, pues muy pocos buscadores viajaban hasta la ciudad, menos aún ahora que la guerra estaba tan cercana.

En ese momento Toh se dirigía a hablar con Coyote, era el dirigente del telpochcalli, aunque también era un gran guerrero. Eso la hacía preguntarse porque ninguno de ellos estaba en la ciudad, donde más se les necesitaba, en lugar de seguir encerrados en ese lugar.

Llegó a lo alto de la ladera, y desde lejos pudo ver a Coyote y sus estudiantes. Estaban enfrentándose uno a uno bajo la atenta mirada de su maestro. No había hecho ruido, o al menos eso pensaba pero él le habló sin apartar la mirada de sus alumnos.

—¿Que haces aquí? —Preguntó secamente. Ella se detuvo a su lado.

—Te puedo preguntar algo. —Había estado a punto de hablarle de usted pero recordando que no le gustaba, al menos fuera del telpochcalli, y como quería una respuesta; se obligó a tutearlo.

—¿Es sobre Cielo?

—Sí.

Coyote suspiró. Se notaba molesto, aunque no perecía que fuera contra ella.

—Puedes preguntar, no te aseguro que pueda responder.

No era lo que buscaba, pero le daba una oportunidad. Se quedó callada un momento, pensando detenidamente en la pregunta. Mientras tanto, Coyote corregía algunas posturas a sus alumnos y les daba concejos. Aún recordaba cuando los había llevado hasta ahí. Fue al terminar su primer viaje en solitario.

La habían mandado a ciudad Agua, no tenía un objetivo fijo. Solo debía explorar y aprender todo lo que pudiera de la situación en el lugar. En realidad era una especie de prueba, por lo que debía valerse de sus propios medios, así que emprendió el viajé solo con lo que podía cargar en un morral. Viajaba vestida de civil para no llamar la atención. Tenía apenas diez y siete años, no debía depender se su forma se águila y el camino se había cobrado su precio. Llegó a la ciudad prácticamente como una mendiga y los primeros días se habían consumido en no morir de hambre.



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En el texto hay: magia, habilidades especiales

Editado: 20.02.2022

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