Por culpa de un instante (completa)

8. Por fin un amigo

Recuerdo los días más aburridos que tuve que vivir el año anterior en mi antigua ciudad. Ocurrió un poco antes de la mitad del año, durante las vacaciones de invierno. Mamá había venido a la Capital para visitar a Eric, averiguar sobre las matriculaciones para el nuevo colegio y algunas cosas más del casamiento.

Stacy y yo nos quedamos allá, en la casa de la Sra. Norris. Nuestra vecina, que nos conoce desde que éramos niñas y hasta había llegado a cambiarnos los pañales. Es una mujer muy agradable. Sin embargo, casi no habla. Lo peor de todo es que tiene ciertas mañas, propias de su edad, como el hecho de que le molestan exageradamente los ruidos fuertes. Y, con “fuertes”, me refiero a cualquier sonido que supere un susurro.

No podíamos ver la televisión, usar la computadora con el volumen encendido ni salir durante muchas horas sin que la ella se preocupe y nos haga llamar.

Como sea, fueron las peores vacaciones de invierno de mi vida. Sin embargo, comparado con los días que estoy pasando ahora… Eso fue Disneylandia.

Mis compañeros de curso no me hablan. Los veo conversar entre ellos, reírse, hacerse bromas y chistes. Pero, conmigo nada. Y ya me estaba empezando a acostumbrar a eso, hasta que cometí la tontería de forzar a Lucas Urriaga a formar conmigo ese maldito pacto de paz, que ahora me está costando lo único que traía entretenimiento a mis días en este colegio. Antes, al menos tenía la seguridad de que en algún momento del día ese idiota me haría enojar, o tendría la satisfacción de hacerlo enojar yo a él.

Cualquier cosa menos esto que estoy sintiendo ahora: soledad extrema.

Los días son intensamente largos. Cada vez que suena el timbre de salida soy la primera en cruzar la puerta en dirección a casa. Pero el timbre tarda horas en llegar, horas que parecen días.

Lucas ya no me habla, no me mira, simplemente no existo para él. Respeta el pacto a la perfección. ¿Y cómo no? Lo amenacé con contarle a Eric que fue Bruno el que lastimó a Stacy. Eso haría que perdieran de inmediato los conciertos que hacen en el Bar Polzoni. Y esa banda es incluso más importante para él que el desprecio que nos tenemos.

Me propongo encontrar la forma de aplacar mi aburrimiento. Afortunadamente, la solución aparece plasmada en una cartulina que está colgada en el tablero del pasillo principal.

Aprovecha tus horas libres

¡Únete al Club de Teatro!

No es que necesite “aprovechar mis horas libres”, pero sí me vendría bien hacer amigos en el colegio, por lo que me inscribo.

Sólo en la primera reunión paso mejor de lo que pasé en mi curso desde que inició el año escolar. Nos dirige una chica de quinto año, bajita, agradable y animada. Se llama Alba y tiene pensados varios proyectos de obras que podríamos hacer durante el año.

Iniciaremos con “La Bella durmiente”.

Alba nos pide que nos unamos en parejas y empecemos a practicar. Todos se ubican rápidamente, hasta que sólo quedamos un chico y yo.

—¿Hace tiempo que estás aquí? —le pregunto.

—Desde éste año —contesta él—. Pero siempre me ha gustado.

—¿Y por qué ahora recién decidiste unirte?

—Por miedo a mi padre —suelta una risa nerviosa—. Si se entera que me inscribí al club de teatro, simplemente me mata.

Me tomo un momento para observarlo. Es bastante alto, robusto y con un rostro gentil. Sus cabellos le cubren las orejas y presiento que es una buena persona.

—Soy Brenda —me presento.

—Y yo Tadeo —extiende su mano para estrechar la mía.

Dedicamos la siguiente hora a aprender unas cuantas líneas y representarlas entre nosotros, hasta que una risa interrumpe la concentración del cuarto.

Volteo para encontrar la fuente de esa distracción y lo veo allí. Recostado contra la pared, mirándome fijamente con una sonrisa engreída.

Lucas.

¿Qué hace él aquí?

Ruedo los ojos y, por la incomodidad que me provoca, desvío la mirada.

Al cabo de unos segundos, el sonido de la puerta llama de nuevo mi atención y me fijo en que ya se ha ido.

—¿Te gusta Lucas Urriaga? —me pregunta Tadeo.

Lo miro, frunciendo el ceño.

—¿Estás loco? Jamás me fijaría en alguien como él —respondo.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor odio

Editado: 24.02.2019

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