—¿Nos estás tomando el pelo o qué? —me regaña Fran en pleno ensayo.
Bueno, una cosa es que Bruno se queje, pero... ¿Francis?
—Lo siento, no estoy enfocado —me disculpo, porque volví a equivocarme en los acordes.
Es lo mismo que dije las veces anteriores, y mis compañeros comienzan a perderme la paciencia. Incluso Vanesa, aunque ella lo aguante en silencio.
Dejo a un lado mi guitarra y me aparto un momento al baño para mojarme la cara, con la intención de que ello me ayude a concentrarme un poco más.
Resulta que hoy es el cumpleaños de Brenda.
Me enteré porque Bruno me comentó el otro día que Stacy lo invitó a una cena en su casa con motivo del festejo. Y eso me tuvo así desde temprano, cuando estaba en el gimnasio y mi entrenador me mandó al diablo por no enfocarme como debía. Y luego, en el almuerzo, papá me habló sobre algo que ni siquiera recuerdo y cuando quiso saber mi opinión al respecto, tuve que improvisar una respuesta, para que no notara que no le había estado prestando la suficiente atención.
Y me siento incluso más distraído ahora. Porque, de camino al bar, me detuve a comprar el regalo en el que estuve pensando toda la mañana, y no he dejado de preguntarme cómo hacer para entregárselo.
Es decir, podría acercarlo a su casa directamente. Sin embargo, resultaría muy incómodo para ambos. Especialmente porque, desde que le dije lo que siento por ella, nuestras conversaciones no han pasado de penosos saludos al cruzarnos en el aula de clases.
Y lo más probable es que esté pasando la tarde con su novio, por lo que sería demasiado inoportuno que me presente yo ahí, como si nada.
También pensé en dárselo a Stacy para que se lo entregue por mí. Sin embargo, no puedo ser tan cobarde.
Derramo un chorro más amplio de agua sobre mi cabello y lo sacudo antes de volver al salón principal para procurar continuar con el ensayo.
Al fin consigo terminar cinco músicas enteras sin ningún inconveniente, cuando la puerta del bar se abre e ingresa alguien, atrayendo la atención de todos.
—¿Y éste quién es? —pregunta Bruno en voz baja.
Para mí la pregunta no es quién es, sino qué hace aquí. Porque lo reconozco al instante.
Es Tadeo, el novio de Brenda.
Se acerca tímidamente hasta donde estamos, observándonos con curiosidad.
—Di-disculpen... ¿Puedo interrumpir un momento? —se detiene a unos pasos del escenario y encuentra sus ojos con los míos.
No sé qué clase de mirada le estoy dedicando, pero aparentemente no es ninguna llena de cordialidad, porque él parece bastante intimidado.
—Por supuesto —le contesta Vanesa con una sonrisa—. ¿Se te ofrece algo?
Él traga saliva y se acomoda la remera.
—Sí, necesito hablar con Lucas.
Entrecierro los ojos, sin poder evitarlo, mientras mis amigos me dirigen miradas confundidas.
¿De qué podría querer hablar conmigo?
Me acerco al borde del escenario y me bajo para encontrarlo cara a cara.
—Dime —propongo, para que comience a explicar. Pero no parece convencido. Se acerca un poco más y me habla bajo.
—¿Podemos ir afuera? —me hace una seña con la cabeza hacia la puerta que da a la calle.
Esto no pinta muy bien.
¿Le habrá dicho Brenda sobre lo que pasó en el campamento?
—Claro —le contesto seco, luego me giro hacia mis amigos— Espérenme un momento.
Ellos asienten y acompaño a Tadeo al exterior. Una vez afuera, me recuesto contra la pared y espero que comience a hablar. Sin embargo, le toma unos segundos encontrar las palabras.
—¿Está todo bien? —consulto, porque no quiero que me tengan que esperar demasiado.
—En realidad no —contesta. No parece molesto o amenazante, solo intranquilo—. Tengo que hablarte sobre Brenda.
Levanto una ceja.
Creo saber por dónde va esto. Me va a pedir que me mantenga alejado de su novia, a lo cual tendré que rehusarme, y probablemente se moleste. Pero no me importa.
—Ocurre que hoy es su cumpleaños —continúa, desbaratando totalmente la idea que acababa de hacerme con respecto a sus intenciones—. Y esta fecha es realmente importante para ella.
Editado: 24.02.2019