Seguimos hablando todos los días. Nos mandábamos mensajes por la mañana, durante la tarde, hasta quedarnos dormidos con el celular en la mano. Era bonito… bonito sentir que alguien pensaba en ti, que alguien te preguntaba cómo estabas, si habías comido, si te sentías bien. Bonito sentirse querida. Porque sí… me sentía querida.
Pasaron los meses, y nuestra conexión creció. Me contaba cosas de su vida, de su familia, de lo que quería ser de grande. Me decía que algún día nos veríamos, que me abrazaría fuerte y no me soltaría jamás. Yo me ilusioné. ¡Claro que me ilusioné! Era la primera vez que alguien me decía esas cosas con tanto cariño.
Mi ilusión con él era tan grande, que muchas veces —bueno, casi todo el tiempo— me sentía sola. Pensar que él no estaba en el mismo país que yo me partía el alma. Me cuestionaba constantemente si de verdad llegaríamos a ser algo bonito. En mi cabeza rondaban pensamientos como: “¿Y si se aburre de mí?”, “¿Y si se cansa de esperarme?”
Porque si algo tenía claro, y se lo advertí desde el inicio, eran las reglas que mis padres me habían enseñado:
1. Tener novio solo cuando llegara una edad adecuada.
2. Si ese chico en verdad me quería, debía esperar a que cumpliera esa edad.
3. Y la más importante: hablar con mis padres, especialmente con mi papá, y pedir permiso formalmente.
Él me decía que no tenía ningún problema con eso, que esperaría. Claro... el gran obstáculo era la distancia. Esa distancia que me hacía sentir tan triste, porque ya de por sí todo parecía imposible.
Me decía que quería venirse solo por mí, pero también había complicaciones: aunque tenía dos hermanos en el país donde yo vivo, no se llevaba bien con ellos. Y yo lo entendía… no quería que lo hiciera solo por mí. Era un sentimiento confuso: por un lado deseaba tenerlo cerca, pero por el otro sabía que tenía un futuro donde estaba. Tenía su propio trabajo, era su propio jefe y era muy bueno en lo que hacía: diseñaba estructuras para casas —portones, puertas, escaleras, techos—, y ganaba muy bien.
A pesar de todo eso, buscábamos la manera de estar presentes el uno para el otro. Incluso teníamos un horario especial para hablarnos. Él se levantaba temprano para trabajar, pero sin falta me dejaba mensajes hermosos. Me decía cosas como:
"Buenos días, mi niña hermosa. ¿Cómo amaneció la niña de mis ojos? Mi princesa dormilona..."
Y sí, eso de “princesa dormilona” me quedaba muy bien… porque me levantaba como a la una de la tarde (solo los días de descanso, claro, porque vine a este país buscando un mejor futuro y estoy trabajando en ello).
Su jornada terminaba como a las seis de la tarde, y todo el tiempo después era para mí. Me sentía única. Era tan lindo saber que pensaba en mí, que me dedicaba su tiempo. Incluso jugábamos juntos. Teníamos un juego favorito: Minecraft. Seguro lo conocen… ese juego fue parte importante de mi infancia.
Un día, me sorprendió de una forma que nunca voy a olvidar. Me llamó y me dijo:
"Únete a mi servidor."
Cuando entré, me encontré con un camino hecho de alfombra rosada, velitas y rosas. A lo largo del trayecto, había carteles con frases que me derretían el corazón. Decía cosas como: “Eres y serás la única a quien amaré tanto.”
Sí, tal vez para otros eso suene ridículo o infantil… pero para mí fue mágico. Yo valoraba todo, hasta lo más pequeño. Lo cuidaba como un tesoro. Y eso éramos él y yo: dos personas que, a pesar de la distancia, se tenían presentes todo el tiempo.
Al final del camino había un lago gigante. Él había construido unas escaleras que cruzaban el agua y subían hasta la cima de una pequeña montaña. En lo alto, me esperaba un corazón gigante y más carteles con frases llenas de amor. Me emocioné tanto que lloré.
Sí… lloré.
Nos tomamos fotos de recuerdo, y ese momento quedó grabado en mi corazón.
Y no fue algo de una sola vez… él solía tener esos gestos conmigo. Todo fluyó tan bien, tan naturalmente, tan… perfecto. Incluso su familia me adoraba, y la mía a él.
Entonces me preguntaba:
¿Qué más podía pedir?
Sentía que eso era para siempre.
#946 en Otros
#186 en Relatos cortos
#196 en Novela histórica
un amor que duele, amor no correspondio, un amor para recordar
Editado: 15.05.2025