"caer y ver"

Entre más pasaba el tiempo, yo iba cambiando. Algo dentro de mí no estaba bien. En el colegio había conocido a dos chicas que se hacían pasar por amigas, pero solo me llevaban por malos caminos: me invitaban a fumar, a hacer cosas que sabía que no estaban bien. Por el dolor que sentía por dentro, llegué a tener ganas de rendirme, de dejarme llevar por todo eso… pero algo en mí me detenía. Sabía que no era así, que no valía la pena caer tan bajo.

Mi tristeza era tan profunda que llegué a cambiar mucho. Lloré durante meses viendo cómo él era feliz con otra, cuando conmigo nunca lo fue. Un día recibí un mensaje que decía:

—No quiero que te acerques a él. Aléjate. Él nunca te quiso ni te querrá. Ahora está conmigo y es mío.

¿Saben quién escribió eso? Yo solo pensé: Qué ridícula… Pierde su tiempo escribiendo eso, como si yo fuera a rebajarme a pelear por alguien que ya no me quería. Nunca he sido de las que se meten en relaciones ajenas. Prefiero alejarme en silencio, aunque por dentro esté hecha pedazos.

No le respondí. La dejé en visto. No iba a gastar mi energía hablando con alguien que no significa nada para mí, ni lo hará nunca.

Por otro lado, mi mente también iba cambiando. Conocí a un chico, pero era una mala influencia. Aun así, no me importó y empecé a hablar con él. Un día estábamos solos y trató de agarrarme a la fuerza; intentó besarme. Yo nunca había besado a nadie, y no quería que ese momento llegara de esa manera. Lo empujé, y me dijo con desprecio:

—¿Tú crees que quiero algo contigo? Solo quiero usarte un rato. No estás nada mal.

Esas palabras me causaron una repugnancia profunda. Me fui de ahí sin mirar atrás. Mientras caminaba, solo pensaba: No todos son lo que aparentan. Vivimos en un mundo lleno de odio, de personas que se disfrazan de amor y cariño, pero al final te muestran su verdadera cara.

Desde entonces entendí que debía cuidar mi corazón, mi mente y mi dignidad. Porque nadie más lo hará por mí.