Por culpa mía

Entre lo que se dice y lo que se calla

Como dije anteriormente, quise darme la oportunidad de conocer a alguien más. Pero mucho antes de eso conocí a una chica que se convirtió en mi mejor amiga... o al menos, eso creía yo.

Con el tiempo noté que ella y un chico que conocíamos tenían cierta conexión. Y la verdad, para ser sincera, los veía lindos juntos. Tú sabes, cuando ves algo que parece valer la pena, haces lo posible por ayudar a que todo salga bien. Yo metí mano, quise unirlos.

Pero mi amiga me decía que no sentía atracción por él, que además sabía muchas cosas sobre su forma de ser. Le pregunté qué tipo de cosas. Me respondió:
—Mira, él es un puerco... le gusta andar con muchas niñas.
Me contó que él mismo le había confesado eso, que le gustaba jugar con las chicas y que ninguna le duraba más de una semana.

Eso ya decía bastante. Pero no sé... yo sentía que él sí la quería. Le pregunté directamente:
—¿Te gusta ella, sí o no?
Y él me respondió, seguro de sí mismo:
—La miro linda, pero... no, o sea, no.

Le insistí:
—¿Por qué dices eso? Si te gusta, háblale. No pierdes nada. Si ella te dice que no, al menos lo intentaste. Pero recuerda cómo eres con las niñas... a mi amiga no la vas a tratar igual. Si en verdad la amas, cambia. ¿No crees que ya es tiempo?

Me dijo que tenía razón, que ya tenía una mala fama de mujeriego, y que tal vez era momento de cambiar. Pero también me confesó que no le gustaba realmente mi amiga, solo le parecía linda.

Aun así, yo sentía que había algo. Y cometí el error de involucrarme demasiado: los hice verse y hablar, como si eso pudiera forzar que naciera algo real. Quise ayudar… y terminé arruinando todo.

Mi amiga regresó y me dijo:
—Él no me dijo nada. Solo que le parecía linda, pero no sentía nada. Fue rarísimo. Ni él sabía qué quería.

Después él me escribió y me pidió que saliera, que era urgente. Fui, y me contó que sí se había declarado, pero que ella lo rechazó porque no sentía nada y no confiaba en él por ser tan mentiroso.

Ambos me dieron versiones distintas. Ella dijo que él ni siquiera se declaró; él decía que sí, pero que ella lo rechazó. Nada coincidía. Y en el fondo, yo sabía que no había nada entre ellos… que todo era más bien producto de mis ideas, de mis ganas de creer en algo.

Pero no sé... algo no me terminaba de convencer.




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