Disculpen la demora a quienes la estan leyendo, pero tengo la cabeza en muchas cosas y he dejado un poco de lado la historia, mil disculpas.
Un día más comienza y hay que levantarse, por qué aunque mi mundo esté de cabeza el trabajo llama y el dinero es necesario. Así, aunque mi cuerpo no quiera moverse me obligo a hacerlo sobre todo por el bien de mi bolsillo y mis cuentas cloro esta que además son muchísimas a decir verdad.
El desayuno está preparado en la mesa cuando bajo lista para ir al trabajo. Mi madre se comporta muy raro desde que le comunique que ya no me casaría con Pedro, parece más contenta, aunque yo la verdad aún estoy asustada pensando que aparecerá en cualquier momento aun cuando no ha dado señales de vida en las últimas semanas, aún me preocupa y mucho, pero debo sacar esos pensamientos de mi cada día que comienza, para poder seguir o más bien tratar de seguir con mi vida normal.
En la mesa hay panqueques con manjar, una delicia para mis sentidos café y jugo de naranja cual desayuno gringo. Mamá dice que es nutritivo que me tengo que alimentar bien, yo por mi parte solo me dejó querer, que Pedro no esté en mi vida ahora me hace sentir bien, pero alerta; siento que me he sacado un peso de encima que realmente necesitaba sacar sin que lo pidiera, de hecho fue Rafael quién lo exigió esa noche… Rafael, cuánto lo extraño, me encantaba que se preocupara por mí, que fuera un caballero, y que me mostrará su vida, cosa que Pedro nunca hizo, a veces me hablaba de su madre, pero nunca me dijo su nombre o me llevo a su casa, nunca se abrió a mí como lo hice yo, aunque pensándolo bien yo nunca le pregunté.
No le pregunté por su familia y mucho menos le pedí que me los presentará, que habría ocultado para no querer mostrarme su vida, no sé por qué no se me ocurrió pedírselo, ahora que lo pienso es muy sospechoso, pero bueno, el querer averiguar cosas de él me llevaron donde terminó así que por mí que desaparezca de mi vida y para siempre, que solo sea un mal recuerdo y nada más, pero Rafael por el contrario, me abrió las puertas de su casa sin siquiera conocerme la primera vez y luego lo hizo de nuevo para cuidarme y aunque no hice ninguna pregunta al respecto comenzó a hablarme de ellos, bueno de ellas porque solo tiene mujeres en su familia, me sentí agradecida que quisiera hacerlo, de verdad lo extraño, pero creo que aún necesito tiempo, no me siento al cien por cien con todo esto, aunque tendré que verlo ya que tendré que ir en los próximos días la clínica con mi madre, el solo pensarlo me pongo de nervios, no me ha llamado, ha respetado lo que le pedí, pero me hubiera gustado que no me hiciera caso, aunque mi cabeza estaría aún peor de los que está en estos momento.
— Carolina por favor come, siempre haces lo mismo en estos días, solo te sientas y piensas y no comes nada, de verdad ¿cuánto tiempo estarás así?
No había notado que estaba sumergida en mis pensamientos, ¿De verdad no como nada? Qué extraño tenía la sensación que mi apetito seguía igual, aunque pensándolo bien no he tenido esos ataques de ansiedad por comer muchísima azúcar y viendo mi plato claro que tenía razón, llevaba más de 5 minutos en la mesa y ni siquiera había tocado lo que mamá preparo para mí.
— lo siento mamá te juro que ahora comeré, no había notado que estaba tan distraída.
— mijita, has bajo de peso estás semanas, yo no te veo bien, ¿puedes hacer un esfuerzo? Por mí por favor.
— si mamá lo siento no quería preocuparte— tomo un trozo de panqueque y comienzo a comerlo, no puedo evitar hacerle asco, no están malos para nada, pero es como si me obligará a comer algo que no quiero, como si no me gustará en absoluto comer dulces, pero aún así me obligo a comer la mitad de uno. Para no decepcionar a mi madre ya que tanto se esforzó por hacerme este desayuno.
— mamá puedes empacarme algunos para llevar al trabajo, están buenísimos.
— bueno está bien ahora te guardo algunos y te enviaré para que le des algunos a Irene también. — finjo estar atrasada tomo lo que mamá empacó y me voy lo más rápido que me dejan mis patitas.
— si mamá gracias yo se los daré te amo ¿lo sabías?
— sí claro cuando te conviene.
— como dices eso, cuando me conviene y cuando no también besos me voy y no olvides pedir la hora al médico para la lectura de tus exámenes. No puedes seguir ignorando el hecho de que no estás bien ¿de acuerdo? — Grito desde la puerta.
— si mamá — grita mi madre desde la cocina como protesta de que le llame la atención por su repentina amnesia temporal por pedir su hora al doctor.
Yo no contesto a su sarcasmo y salgo de casa con dirección al trabajo.
ya en mi puesto de trabajo me sumerjo en el sinfín de papeles que están esperándome desde ayer, no sé en qué momento se me ocurrió que lo mejor para mí era estar sentada en una oficina con miles de papeles, es agotador, supongo que fue por la idea de estar sentada todo el día sin un esfuerzo físico, y eso me ha traído consecuencias con el paso de los años ya que la pequeña barriga se sale sin querer cada vez que me siento, tendré que si o si comenzar a hacer ejercicios ya estoy llegando a los treinta y después de eso no podre bajarlos por nada del mundo.