¡por dios Carolina!

Capitulo 5

Ya me han sacado el yeso de las piernas, la izquierda quedó súper, pero el lado derecho aún le falta un poco por sanar así que no me quedo otra que ponerme una bota, pero eso no es lo que me molesta, lo que más me jode es que el medicucho ese aún no me ha llamado, y yo que pensé que tendría algo con ese cabron, le resignare a fue solo un juego de él para molestarme, con lo colorada que me ponía cada vez que se acercaba a mí, pero bueno no me queda de otra que seguir con mi aburrida vida, más que aún no puedo trabajar como se debe, me aburro como ostra en mi casa encerrada, creo que le diré a Pedro que salgamos a algún lado ya que hemos arreglado todo, afortunadamente el arreglo del auto solo me costó un ojo de la cara ya que el otro ojo lo pago él, no me dejó por ningún motivo pagarlo todo, yo creo qué e igual y siente algo ligero por mí, es muy atento y amable conmigo pero yo y mi cabeza que pensaba que el doctorcito guapito me llamaría para salir ,no le di alas a Pedro para que pensara que podría pasar algo entre nosotros.
Mientras llamo a Pedro para preguntarle si podemos salir me empiezo a arreglar un poco y no parecer un espantapájaros todo el día como ya se me está asiendo costumbre estando en mi casa el me contesta. —hola preciosa qué tal, como te fue en el doc., ¿ya te sacaron el yeso del demonio al fin?— me pregunta nada más contestar el teléfono.
—Si, ya me lo sacaron solo me pusieron una bota en el pie derecho, aunque no te voy a mentir cuando salí de la consulta parecía un títere al caminar, como estuve tanto tiempo sin hacerlo— era bastante raro no tener el yeso, incluso creo que los extrañaré, era la única razón por la que mamá no me gritaba para que le ayudará a hacer los queseares de la casa.
—Que bien que por fin tu madre tendrá ayuda nuevamente— me contesta riéndose por qué ya sabe que mi madre es bien jodida, y por qué el mismo le dio alas para que el mismo la ayude con los queseares.— así ya no me dirá a mí que haga las cosas por ti.
— si claro como te hubiera costado mucho lavar dos platos y dos cucharitas, podré hombre espero que no te arrugadas como pasa con tanta agua en tus manos — digo irónica, pero él solo se ríe de mí.
— Pedro te llamaba para que me rescates de aquí, necesito salir y la verdad es que solo pensé en ti para que me saques a tomar un poco de aire puro, por favor, ya no necesito a mi madre para que me haga todo, ¿puedes sacarme a algún lado?
— si claro puedo ir ahora si no te molesta, podemos ir a tomar algún café o algo así, no te llevaré a beber hasta que hayas dejado de medicarte, no quiero devolverte a tu casa drogada— rió por su ocurrencia y le digo que me recoja en unos 20 minutos aunque la verdad es que ya estaba lista.
—bueno en 20 minutos en tu casa sin falta adiós guapa nos vemos.
No sé cuál su definición de 20 minutos, estuve literalmente sentada esperando una hora a que llegara a buscarme, si no fuera porque realmente quería salir sin que mi madre este detrás de mí escuchando todo lo que hablo, lo habría mandado a la punta del cerro a ver si está lloviendo, pero no hizo falta decir nada por qué mi cara lo reflejaba todo.
—lo siento Carolina de verdad estuve en un taco terrible, pero pretendo compensarte, si quieres podemos ir al cine y después a un café para rematar o a comer si lo quieres, ¿te parece bien?
Y a mí que me hablaron de comida, la cara de cabreada cambio automáticamente por una cara de felicidad extrema. — ¡Ah! Ya quiero comer, pero ni pienses que pediré una ensaladita que no me llene ni una muela, tu hoy gastarás, con cara de malvada voy por mi cartera y despedirme de mamá.
Llegamos al cine vimos una película bastante fome, era una de ciencia ficción, y la verdad que no sé cómo se me ocurrió decirle que eligiera a él, yo solo pensaba en donde iríamos a comer después así que sin más le dije en medio de la película. —ya sé que quiero comer— le dije de repente sacándolo de su mirada de fascinación a la película, si hasta parece que se olvidó que estaba con alguien en el cine.
—a si verdad y… ¿qué quieres comer?— me pregunta sin quitarle la vista a la película, como si no importará que estuviera ahí, ¿así pretende tener algo conmigo? Que atroz, pero lo deje porque después me las pagaría y bien pagadas.
—quiero comida italiana y después un postre helado gigante, esta peli me está aburriendo mucho y me está dando hambre.
—bueno tengo el lugar perfecto para ti ¿vamos? — me pregunta cómo todo un galán me da el brazo para que lo tome. Cuando llegaron al restorán estaba bastante bonito y definitivamente se lució para llevarme ahí.
— ¿de verdad quieres que comamos aquí? ¿No crees que es muy caro?—
—no te preocupes que yo pago ya te lo dije.
—estás seguro que no podías pagar todo el arreglo del auto— le digo en broma mientras tomamos asiento.
— en ese momento no, pero ahora me ha ido bien y puedo invitar a una hermosa mujer a comer a un lugar que ella merezca— me dice haciendo una reverencia que me causa mucha gracia y avergüenza en realidad, definitivamente está haciendo méritos y me agrada mucho que sea tan amable y caballero.
— Bueno si es así entonces sigamos con la velada— le digo alzando el vaso de agua en modo de brindis porque aún no habían llevado la carta.
En ese momento llega el Garzón con la carta pero yo ya se quiero así que solo pido.
— yo quiero unos ñoquis con salsa Alfredo por favor.
— ¿y para beber señorita?
— ¡Hmm! Puede ser un Cabernet Sauvignon, ¿te parece Pedro?
— ¡ Amm ! Si me parece bien y para mí lo mismo de la señorita por favor. — le dice al mesero algo nervioso me da la impresión que no sabía muy bien que había pedido, pero como buena compañía no le comenté nada.
La velada estuvo bien entretenida nos reímos mucho y además la comida estuvo espléndida, pero una mirada me dejó helada. 4 mesas más allá lo vi, mirándome muy serio ¿Hace cuánto rato está ahí mirando? No pude fingir normalidad, Pedro noto de inmediato que algo me sucedía.
— Carolina, ¿te encuentras bien? Te noto inquieta. — me dice a penas empiezo a moverme en mi asiento.
— Si, si estoy bien es… — no alcanzo a terminar la frase cuando llega a la mesa.
— señorita Carolina, qué gusto ver qué se ha mejorado bastante, se ve mucho más repuesta. — Me dice y yo no sé ni qué colores tengo, es que no sé que me provoca este hombre cada vez que lo tengo cerca.
— doctor castro ¿qué tal le va? Le presento a Pedro Soto, el taxista que atropelló,
— si ya lo conocía desde la clínica, y que afortunada coincidencia encontrarlos a los dos aquí, se han hecho amigos al parecer.
— La verdad doc., es que con esta mujer uno no puede esperar solo una amistad, no lo cree usted. — no hizo falta verlo para saber qué cara puso con ese comentario. Aunque no sé qué tanto le importaba si ni siquiera me había llamado para saber si me encontraba mejor.
— señorita lamento no haberla llamado antes para saber de su salud la verdad es que en la clínica perdieron su contacto y no hubo manera de comunicarme con usted, ¿cree que pueda dármelo ahora?— mi cara al saber por qué no me había llamado tiene que haber llegado unos cuantos metros bajo tierra y yo pensando que no había querido llamarme, que bruta que soy.
_ si claro cuente con ello— anotó mi número en una servilleta y se la paso con un pequeño mensaje. “Pensé que no llamaría para ese café". el al ver la nota solo sonrie, pero no comenta nada.
— bueno no los molesto más espero sigan su velada y disfruten. — nos dice antes de irse y con su última mirada provocar que mi corazón saliera por mi garganta para volver después a su lugar. Pero que hombre tan HOMBRE por dios Carolina apágate de una vez.
— Carolina ¿Por qué el médico te pidió el número si ya no es tu médico, y además ya te pregunto cómo estabas?— no contaba con que Pedro se diera cuenta de eso, es más listo de lo creí me parece, pero no le diré nada, no veo necesidad de hacerlo.
— no lo sé Pedro estoy tan sorprendida como tu. — digo mirando a otro lado y tomando un sorbo de vino para tener la boca ocupada y que no me siga interrogando. — ¿qué te parece si pedimos el postre?
— bueno lo que la dama de esta noche prefiera.— llamo al Garzón para la carta de postres y seguimos conversando, pero ya no puedo estar tranquila, el sigue ahí mirando y la verdad es que esa sensación me gusta, me atrae y me exita, cómo ando con una falda comienzo a provocarlo por debajo de la mesa abriendo las piernas para cruzarlas nuevamente de un lado al otro, solo que al cruzar la pierna me doy cuenta que la bota estorba bastante a mí propósito, pero aún así creo que funciona, por qué se remueve incómodo desde su asiento y yo me hago la tonta como si no me diera cuenta de lo que provoco, que haces Carolina, estás en una cita con alguien que al parecer le gustas y quiere conquistarte y a ti no te importa en lo absoluto, pero ni mis piernas ni mi cabeza escucharon a la razón y simplemente continúe hasta que termine el postre.
— Pedro iré al baño antes de irnos, no me tardo. — me encamine al baño dando por hecho que el juego había terminado.
Cuando salí del baño estaba lavando me las manos y sentí a alguien detrás de mí, se acerca lentamente al oído y dice.
— Carolina, ¿qué crees que haces?— Mi mente ya no pensó, mi corazón latía tan fuerte que parece que saldría de mí sin permiso. El comenzó a tocar mi cintura sin piedad, sin consentimiento y de un movimiento me dejó frente a él. Lo miré sin más, no dije nada, solo me miraba, veía la perfección de su cara, el brillo de su pelo, el rojo de sus labios y el tono de sus ojos, que solo me decían que podía nadar en ellos sin que nadie pueda impedirlo.
La voz de Pedro me saca del trance— ¿Carolina estás bien? Le oigo decir.
—si Pedro ya salgo— y sin más solo me marcho.



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En el texto hay: humor, obsesion, passión

Editado: 05.09.2019

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