Por el destello de tus ojos

IV. Pasado

 

Capítulo IV:
Pasado.

Si papá no salía, definitivamente iba a subir de nuevo a la oficina. Con teléfono en mano, teclee un mensaje a Byron:

"Mamá está dando a luz. Ayuda: busca a los chicos en la práctica de tenis"

—¡Nunca vuelvas a entrar así en una sesión, Sky! — sermoneó mi padre caminando hacia mi y haciéndome saltar en mi lugar.

—¡Oh!, ¡lo siento si es que el hecho de que mi mamá esté dando a luz sin nuestra compañía no es digno de una emergencia! —espeté cruzando por el frente de la camioneta para ir al puesto del copiloto.

—¡Sí, lo es! — exclamó rebuscando en sus bolsillos y luego paró para mirarme — Pero este paciente es —hizo una pausa pensando —, es peligroso, Sky — añadió y sentí un nudo en la garganta.

—No se veía como alguien peligroso —respondí con mi ceño fruncido, mi padre buscaba sin parar.

—Soy su psicólogo, Sky, ¿eso no te dice nada?

—Dejaste las llaves, ¿no es así? —Desaprobé con una ceja alzada y cambiando el tema.

—Rayos, las dejé en el escritorio —refunfuño sin dejar de buscar— tendré que ir por...

—No, yo voy — le interrumpí y corrí a todo lo que mi cuerpo daba sin dejarle responder.

Sin tener que pasar frente a Yole, subí las escaleras trotando, agradecía un montón que el consultorio estuviese en el primer piso. Abrí la puerta y me dirigí al escritorio. Sin buscar mucho, encontré las llaves y las tomé, no pude evitar fijarme en una única carpeta marrón con una singular etiqueta. Sin darle más importancia, salí con rapidez recordando a mi madre sola en el hospital. Cerré la puerta, bajé las escaleras, corrí por el pasillo y abrí la puerta trasera.

Mi cuerpo entero chocó con una pared. Perdí el equilibrio pero cuando estaba a punto de caer hacia atrás, fui tomada por la cintura y caí hacia adelante sobre una superficie casi plana.

Fui consciente del terrible escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, creo que lo sentí en la médula.

Mi vista se enfocó y el escalofrío me recorrió de nuevo.

No se trataba de una pared ni de una superficie casi plana, se trataba de un hombre joven.

Mis ojos encontraron los suyos, su mano sujetó con fuerza mi cintura, mucha fuerza tanta que me robó el aliento. No, ese había sido él.

El susurró algo muy por debajo, tanto que no alcancé a escuchar, y la comisura de sus labios se elevó por unos segundos y volvieron a su lugar.

Quedé enganchada a sus ojos, ese terrible y hermoso color miel y él me miraba de vuelta. No tenía otra opción de igual forma estaba sobre él.

Sentía que dentro de mí pasaban demasiadas cosas para definir o explicar, pero era maravilloso y aterrorizante a la vez a causa de su mirada profunda. En sus ojos pareció como si estallara algo, fue asombroso. En su rostro vi emoción, no, euforia, sin duda euforia.

Hasta que de pronto frunció su ceño, su mirada se ensombreció y parecía más bien como si lo hubiese golpeado en la boca del estómago.

—Quítate de encima— espetó con su mirada vuelta hielo y su voz tan grave que parecía como si estuviese a punto de golpearme.

Sus palabras me sorprendieron, estaba perpleja.

—¿Qué no me oíste? —Espetó con enojo— Que te quites de encima— repitió mirándome con desprecio.

—Deberías soltar mi cintura entonces —respondí llenándome de ira incontrolable.

Él me miró por unos segundos pero ya no era eufórico, ahora me miraba como a su peor tormento. No movió ningún músculo solo me observó, sinceramente parecía como si no pudiese simplemente soltarme.

Estuve a punto de hablar cuando él apretó con aún más fuerza mi cintura. Tanta fuerza que incluso me dolió, me hizo soltar un leve grito de dolor pero seguido, me soltó rápidamente.

—Levántate —dijo de nuevo y enojada por su actitud, lo hice.

—Eres un idiota —escupí enojada, frustrada y con mi cintura adolorida mientras me levantaba.

—¿Un idiota? —Preguntó colocándose de pie— ¿Por no ser un chico de película que te invita a salir? —Se burló alzando su mentón y cruzándose de brazos— Tú eres la disfunción aquí, ¿qué no ves por donde caminas? —Me miró de arriba a abajo de forma burlona— Niñita.

Lo miré durante solo un instante, algo en mi cabeza intentó encajar pero no lo logró.

—Por si no te diste cuenta, tu también tropezaste conmigo, también fue tu culpa —expuse extendiendo mis brazos frustrada.

—Por si no te diste cuenta, no entras en mi campo de visión —hizo una pausa al momento en que dio un paso—, eres muy pequeña para eso.



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En el texto hay: mente perdida, thriller

Editado: 18.04.2021

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