Por ella.

Cara a mesa

-¿Estas seguro?-

-Ya te dije que estas bien Casandra- me responde con fastidio cogiendo de mi brazo

Dejo de mirarme en el cristal de su auto cuando me jala hacia el sendero del hogar Meyer, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando entramos en la mansión de Günter y Camile Meyer, dos señores de setenta años cada uno, o al menos eso es lo que sé, los dos son unos cascarrabias, enojones y más adjetivos que no mencionaré

No hemos convivido mucho y supongo que les caigo mal, pero no dicen nada, desde lejos se notaba como Alphonso me decía con la mirada que no los contradiga, no pensaba hacerlo de todos modos

Llegamos al comedor, de cristal y repleto de comida, diez sillas aterciopelada beige, copas de cristal y botellas del vino más caro

-Madre, padre ya llegué-avisa mientras jala una silla del comedor y se sienta en ella-¿Te vas a quedar parada?-dice dándole un mordisco a la pieza de pavo que está en su plato

-No-Pronuncio en un susurro algo tembloroso, en cualquier momento bajarán, jalo una de las sillas y me siento en ella también, bajo la vista a mi plato, hay una pieza de pavo y siete hojas de lechuga, deje de apreciar mi desayuno cuando escuche los pasos firmes de la pareja Meyer

-Hola hijo, Casandra-Saluda la mujer cuando se sienta en una de las sillas frente a nosotros, al igual que el hombre canoso

-Buenos días señores Mayer-Saludo con la mejor sonrisa, pero ninguna por parte de ellos, sólo una mueca de desagrado, como era de esperarse

A ellos les gusta el silencio, prefieren comer en silencio, estar en silencio, ver en silencio

Entre uno de los tenedores en mi boca, los señores me miraron y sentí como traspasaban mi cuerpo con sus miradas filosas como sables

-Ella es mi novia Casandra- Murmuró Alphonso mientras me tomaba de la mano

Llevábamos unas semanas saliendo oficialmente y el quería presentarme a sus padres

-¿Ella? ¿Qué pasó con Kelly?-dijo su madre molesta mientras se acercaba a nosotros, tragué saliva-

Fue el primer de muchos encuentros que terminaron mal, estabamos frente a toda la familia de Alphonso, fue el peor día de mi vida

-Kelly y yo no somos nada, ahora Casandra y yo estamos juntos ¿Verdad Cassy?- Yo asentí

Su madre me hecho de la casa dos segundos después alegando que era una aprovechada y que me vio en un prostíbulo, la familia de Alphonso le creyó y me sacaron de allí, estaba oscuro y pedí un Uber

-¿Por qué diablos te fuiste?-

Esa fue mi primera pelea con Alphonso, por mi culpa lo insultaron por como me vestía, desde ese momento deje de usar escote y después shorts y así hasta vestirme con modestia

La señora Mayer toca una copa sacandome de mis pensamientos

-Renzo trae el postre-le ordena la señora a su mayordomo, según lo que me ha dicho Alphonso trabaja aquí desde que los señores Meyers se casaran, tres años antes de que el naciera

Después todo se quedó en silencio, sólo me limitaba a bajar la mirada, no quería ver como me miraban despectivamente

Llegó Renzo acabando con el silencio-Con su permiso-dijo mientras dejaba las tazas con pudin de almendras dentro, levanté la mirada de la cuchara topándome con sus sonrisas únicas

-¿No vas a comer?-Pregunta la mujer después de digerir una cucharada del postre, miré a Alphonso, pero sólo me sonrió, odiaba el pudin de almendras, Alphonso lo sabía de sobra, pero ni se inmutó

Así que me entré la cuchara en la boca aguantado las ganas de escupirlo, tragué el pudin, y sonreí llevandome una cucharada tras otra acabando con el pudin

Sentí náuseas, como esas de las que te dan cuando no te gusta algo, sintiéndome avergonzada y humillada, pero contuve mis ganas de hacer una insolencia 

Mientras pasaba una servilleta por la comisura de mi boca escuché unos pasos firmen avanzar hacia el comedor, un olor a colonia llegó a mi nariz 

Levanté la mirada, ahí estaba un hombre con saco y pantalón negro de tela entallado, un reloj amarillo palatinado brilloso y escarchado, tenía los primeros botones de la camisa abiertos y el cabello rubio peinado hacia atrás

El hombre se sentó en una de las sillas al lado de la señora Mayer, la mujer no miró a su hijo, ni el señor tampoco, Alphonso mucho menos, yo bajé la cabeza mientras jugaba con mis dedos para matar el tiempo

Sólo se oía el tenedor de el hermano de Alphonso y el agua en la copa de alguno de los mayores en la mesa, levanté la vista de mi regazo cuando oí dos sillas corriendose, los mayores Mayer se habían levantado, y se dirigían a las escaleras

-Ya se pueden ir- escuché de la señora Mayer con la mirada fija en las escaleras, dejando ver el cierre de su vestido amarillo mostaza, pronunció aquellas palabras sin vernos y se fue al lado de su esposo escaleras arriba

Escuché como Máximo se levantó y salió del comedor con el semblante serio, nosotros dos nos quedamos en el comedor en la misma posición, Alphonso parecía entretenido en su teléfono tecleando

Al momento Alphonso se levanta, yo también me levanto y camino hasta quedar al lado de el, se por experiencia que ya nos vamos

Voy acomodando mi pequeño bolso mientras caminamos, llegamos a la puerta blanca y salimos

Fuera de la gran casa caminamos hacia el auto, pude respirar oxígeno de nuevo, me sentí libre fuera de esa atmósfera que me daba tanto miedo, sentí a que en cualquier momento la señora me arrojaría la botella de vino en la cabeza

-Estuviste muy bien hoy- dijo Alphonso mientras encendía el auto

-Gracias-le sonrío un tanto cansada abrochandome el cinturón de seguridad, Alphonso me observó con el ceño fruncido, lo miré igual de confundida esperando una respuesta, pero sólo me miró de arriba a abajo y se encogió de hombros volviendo a prestarle atención a la carretera

Asentí inconcientemente acomodandome en el auto, hoy íbamos en su auto de una cabina, sólo lo usaba para venir a casa de sus padre, así que estaba a su lado, en silencio pero a su lado



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En el texto hay: chicklit, romance, niñeras

Editado: 23.12.2020

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