Por Favor... Dime quien eres

Ojos color miel

San sebastián, España.

La adrenalina en mi cuerpo es intenso, los latidos de mi corazón acelerandose mucho más rápido de lo normal, siento que podría saltar de un edificio a otro sin temor a nada, la agilidad de mis piernas es incontrolable, saltar de un obstáculo hacia otro, sentir la libertad en mi cuerpo es sumamente gratificante.

Mi mente me pide que pare, pero mi cuerpo no lo obedece, los riesgos siempre son mi postre favorito.

Cada día trato de ser mucho mas rápido que al del día anterior, mi lentitud podría ser mi propia ruina, la muerte ha seguido mis pasos muy de cerca, escapar hacia diferentes rincones del mundo a sido mi salvación, ¡eso si! sin tener que pagar los viajes, ¿comó lo hago?, la astucia tiene un papel demaciado importante en mi vida, cuidar mis pasos ocultando mi sombra siempre a salvado mi pellejo.

⼀ ¡Vamos Elián! saltaras o tomaras las escaleras ⼀ dirigo mis ojos viendo al chico pelirrojo parado desde el otro edificio.

Observo la distancia que hay entre ambos edificios, pueden ser 3 o 4 metros de distancia, un movimiento en falso y la vida que tengo se haria trisas.

Una parte muy dentro de mí, dice que pare, hacerlo seria una locura, ¡locura es la vida que me dieron! ¡

Odio saber que la otra parte de mí sea tan debíl!

Le guiño un ojo al pelirrojo sin pensarlo dos veces, mis pies empiezan a correr saltando al vacio, de repente esos ojos, esos hermosos ojos aparecen nuevamente.

Mis dos pies chocan contra el suelo, doy una voltereta posando mis dos manos y pies en el suelo.

Suelto una pequeña risa al saber que sigo vivo,

Me levanto lentamente del suelo, con las manos acomodo mi rebelde cabello hacia atrás.

Volteo mis ojos hacia el chico regalandole una sonrisa, el pobre todavia sigue en shock, sus ojos estan abiertos de par en par.

Extiendo mi mano hacia él.

㇐ ¡Pagame! apuestas son apuestas ㇐ pone los ojos en blanco, saca de los bolsillos de su jeans 200 euros, pone el dinero entre mis manos soltando un suspiro.

㇐ Debes enseñarme tus trucos Elián ㇐ el pelirrojo suena muy emocionado.

Guardo el dinero dentro de mis bolsillos, lo miro con extrañeza, soltando una carcajada de mis labios.

Si Axel supiera la verdad.

Los rayos del sol impactan mi rostro, haciendo que cierre de golpe los ojos, volteo dandole la espalda, él no puede verme con los ojos asi. Saco de mi chaqueta mis gafas obscuras y cubro mis ojos.

ㄧ Debes irte a casa Axel, ya es tarde, tus padres llegaran pronto y si no te ven, se preocuparan ㄧ respondo firme, evadiendo su petición.

Trago grueso al decir esas palabras, yo nunca conocí a mis padres, nunca he tenido un hogar, la persona más cercana a mí, tuvo que marcharse. Separarnos era la única salida, la única manera de seguir vivos.

ㄧ ¡¡¡Diablos!!! Adios Elián, nos vemos mañana ㄧ Nos damos un choque de manos como despedida, sin mas, Axel desaparece de mi vista.

Lo escucho bajar las escalera.

ㄧ¡Toma el elevador! ㄧ grito hacia su dirección, Axel es un caso serio.

Axel es al chico que podría decirle amigo o algo cercano a esa palabra, cuando llegué a San Sebastián él estaba en serios aprietos, podría decir que tenía problemas con algunos chicos, no sé el porque me nacio ayudarlo, tal vez por el desequilibrio de la situación, eran cuatro contra uno, así que yo solo le dí su merecido a aquellos y desde ese día Axel me vio como su amigo.

En el corto tiempo de conocerlo, me a contado sobre su padres, unos señores que viven en uno de los lugares mas privilegiados, son ese tipo de señores de la alta sociedad, con un sin fin de ceros en su chequera, una de las familias mas adineradas de España.

Literalmente ellos nunca podrán ir a un lugar solos, siempre tienen gente cuidando de ellos y eso al parecer no es algo que adore Axel. Sin querer yo me he convertido en el mal ejemplo.

Hacer apuestas con él son un beneficio para mí, ya que siempre termino ganando y Axel perdiendo dinero.

Observo a mi alrededor, suelto un suspiro, otra vez solo, en la soledad, me pregunto donde estaran los demas, ¿serán felices?

Clavo mis ojos hacia el sol, este ya esta en el horizonte, me despojo de las gafas, dandole la libertad que necesitan mis ojos, entierro mis dedos entre mi cabello teñido de gris.

Sé muy bien el color que han tomado mis ojos, estando conectados con el sol.

Decido sentarme a orillas del edificio, cualquier otro en mi lugar tendría pánico estar sentado a una altura como esta.

Observo la hermosa vista que se aprecia a lo lejos, el mar asota sus olas para llegar hasta la arena, los rayos del sol se posan en el mar, haciendo verse rojiso.

El mar y el sol en una misma sintonía.

Llegan recuerdos a mi mente, una sonrisa se cuela entre mis labios.

Nuevamente esos hermosos ojos perturban mi existencia, aquellos ojos que le han dado un sentido a mi vida y me han motivado para no tirar la toalla.




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