No podía creerlo enserio mi madre me iba a enviaría a ese viaje con mis abuelos, en que pensaba cuando tomó la decisión, en mí no, supongo. Pero que soy yo, sólo un niño de trece años que no tiene ni voz ni voto.
Se que últimamente no me estaba portando como un ángel, pero dios enserio era necesario enviarme a Francia con ellos, yo ni siquiera se hablar francés. De una forma u otra evitaría que me mandaran a Francia y tenía el cómplice perfecto para ello, mi hermana Vanesa. Siendo mellizos es normal que nos apoyemos en cualquier cosa que hagamos, en especial porque ninguno de los dos es muy sociable y nuestros únicos amigos son la nana, el chófer, la cocinera, el jardinero, el mayordomo y mi prima Ámbar o como nosotros los conocemos por Juliane, Jorge, Lorelei, Estefan y Erick. Aunque no los llamamos por sus nombres o mi madre nos regañarían por groseros e irrespetuosos. Pero ellos fueron los que no nos dejan decirles señor o señora, aunque en el caso de Juliane y Estefan ellos son jóvenes así que, ¿cómo piensa mi mamá que les digamos, señorita y señorito? Bueno ellos nos dicen así a mi hermana y a mí, pero no es una buena forma de decirle a un amigo. Bueno según lo poco que yo sé.
Volviendo al tema del viaje a Francia, Vanesa y yo tendríamos que idearnos algo en unas pocas horas para ser específicos unas dos o tres horas ya que mi vuelo partía a las nueve de la noche y eran las seis de la tarde. Mi madre ya había hecho que empacaran mis cosas desde ayer, era un año lo que me iría no lo permitiría no podía quedarme ahí, prácticamente solo. Estaba en el jardín sentado pensando en cómo decirle a mi hermana que me ayudara para no irme con mis abuelos a Francia cuando ella llego y sin preguntar se sentó a mi lado. Nos quedamos un rato así mientras veíamos el atardecer. Al fin ella decidió romper el silencio con la pregunta más obvia en este momento.
-No te quieres ir ¿cierto? -yo negué- Se cómo ayudarte- dijo mientras se levantaba
- ¿Cómo? - Le pregunte ansioso
-Ámbar-dicho eso se fue
En que podría ayudar mi prima en esto ella era tan solo un año mayor que yo, que podría hacer ella para salvarme de este horrible viaje.
Ámbar era la nieta consentida de mis abuelos, era la niña perfecta a sus ojos. En ese momento comprendí a que se refería, mandaría a Ámbar con mis abuelos. Ámbar era huérfana desde los 10 años y mi madre decidió hacerse cargo de ella. Ella era castaña y de ojos azueles, también tenía la piel blanca como la nieve, se podría decir que la mayoría de la familia era casi idéntica. El estereotipo de familia real. No real de verdadera, Real de la realeza. No, no soy un príncipe, tampoco un conde. Solo soy parte de una de las Familias más importante y con más dinero de Inglaterra. No tenemos un apellido glamuroso como Raven o algo parecido. Somos la Familia Wills. Soy Andrew Wills.
Mi madre dijo que ya era hora de irnos, que ayudara a sacar las maletas de mi habitación, me levante del pasto y me adentre a la casa. Cuando iba a subir las escaleras divise algo que me llamo la atención, un pedazo de tela rosa salía de la maleta. Esa ropa no era mía era de Ámbar. Las muy inteligentes habían sacado toda mi ropa y la habían cambiado por la de ella.
-Les ayudo niñas-les dije mientras me acercaba
-No, ya me quiero deshacer de ti tu llévate otra- yo negué con la cabeza mientras reía por lo bajo.
-Claro de mí, solo que yo no tengo vestidos rosas- dije en un susurro mientras señalaba la prenda
- ¡Diablos! Nos pudieron- dijo Vanesa en un grito
-Cállate- le dijo Ámbar mientras le tapaba la boca, yo solo seguía negando con la cabeza mientras sonreía. Abrí la maleta para meter el pedazo de vestido que se quería salir e ir a un mundo mejor lejos de Francia. La maleta estaba llena de vestidos de todos colores y había algo que confirmaba que no eran mis maletas. Estaba escrito su nombre dentro en una placa. En la parte de afuera había solo una A y debido a que tenemos la misma inicial no habría problema.
Terminamos de bajar las maletas de Ámbar y luego nos subimos al auto con mi madre, los cuatro íbamos en silencio hasta que mi madre lo rompió.
-Ya verás que te divertirás mucho en Francia Andrew es solo que es necesario que vayas-
-Como digas- le conteste con indiferencia
Nadie hablo después de eso hasta que llegamos al aeropuerto y bajamos todas las maletas.
Mis abuelos ya nos esperaban en la sala de espera y yo ya no podía seguir con eso tenía que decirles a mis abuelos que no iría, pero necesitaba a mi hermana, pero se había quedado atrás y no llegaba. Luego vi que se había detenido con una niña, era muy linda. Una niña rubia, blanca y de ojos verdes. Decidí llamar a mi hermana y ella corrió hacia mí y luego se despidió de la niña.
Era el momento de hacerlo, en fin, tenían que enviar a Ámbar era su ropa no la mía.