Por favor, no me olvides

Capítulo 4

Aquel día era el cumpleaños número diez de Adrián, quien cumplía a finales de Junio, era mayor que yo por tan sólo tres meses.

Sus padres le habían organizado una pequeña fiesta en donde irían sus viejas amistades, me había contado que sus padres invitaron a unos viejos amigos que tenían en la ciudad donde vivían.

Me encontraba en mi habitación arreglándome, me puse lo primero que vi. A los nueve años no importaba que ponerme... En realidad, nunca importó.

Tenía el regalo de Adrián sobre la mesa de noche, era un libro que él quería desde hacía tiempo titulado “El Principito”. A pesar de que él no pudiera ver, su madre le leía bastantes libros, siempre me hablaba sobre ellos con emoción.

Peiné mi cabello castaño dejándolo suelto, me aburría el hecho de tener que peinarlo, y a parte, nunca había aprendido como hacerlo, así que mi padre tenía que lidiar con eso siempre.

No tener una mamá era complicado, nunca tuve la suerte de escuchar sus consejos cuando tuve problemas, tampoco tuve la suerte de sentir sus abrazos en aquellos momentos en que simplemente no lo podía soportar más. Tenía recuerdos muy borrosos de ella, sin embargo no la recordaba del todo bien. Cada vez que iba a la escuela, tenía que soportar ver como mis compañeros llegaban con sus madres, y el como ellas se despedían de ellos, sentía un nudo en el estómago cada día a causa de eso. Adoraba a mi padre como a nadie en el mundo, pero me hacía falta mi mamá.

Sin darme cuenta sentí unas pequeñas lágrimas en mis mejillas, las limpié lo antes posible para que nadie se diera cuenta que había llorado.

—¿Ya estás lista, Annie? —La voz de mi padre hizo que mis pensamientos se esfumaran.

—Si —Dije con una media sonrisa. Tomé el regalo de Adrián que se encontraban en la mesa de noche y finalmente nos dirigimos a su casa.

Habían muchos niños corriendo por todas partes, lo cuál me dificultaba encontrar a mi amigo. Cuando finalmente lo hice, estaba platicando con una niña de vestido rosa y cabello rubio. Me acerqué incómoda hacia la pareja.

—Hola Adrián —Dije con timidez.

—Annie —Dijo reconociendo mi voz al instante—, viniste.

—No faltaría por nada —Dije tímida—. Hola, soy Annie —Me presenté a la niña de cabello rubio, quien se encontraba viéndome con sus ojos azules.

“Son como el océano” Fue mi primer pensamiento acerca de ella. Era realmente linda, con una cara fina, como si de un ángel se tratara. Tenía unos ojos grandes que se encontraban viendo los míos color café, sin embargo, se encontraba muda, no me contestaba.

—Rachel —Contestó después de largos segundos. Su voz me hizo temblar, era fría, sin ningún tipo de emoción; simplemente cortante.

—Annie —Dijo Adrián cortando el silencio—, ella es hija de los amigos de mis papás.

—Oh, entiendo —Dije con una sonrisa.

—¿Y tú que eres de Adrián? —La voz de Rachel sonó fuertemente en mis oídos. No comprendía como una niña tan linda podía tener una voz tan fría.

—Soy su Vecina —Dije con timidez. Tampoco comprendía porqué estaba siendo tímida con ella.

—Es mi mejor amiga —Mencionó Adrián, lo que me sorprendió por completo. Adrián me consideraba su mejor amiga... Simplemente no lo podía creer; mi cara se encontraba roja.

—Pensé que yo era tu mejor amiga, Adrián —Dijo Rachel en un tono enojado.

—Yo nunca te he dicho eso.

Los ojos de Rachel se encontraron con los míos sintiendo una fuerte tensión.

“Que mirada tan fría” Pensé.

Sus ojos no quitaban la vista de los míos, y eso me ponía aún más nerviosa. No tenía idea de qué hacer.

En ese momento, no sabía lo que Rachel pensaba acerca de mí, tampoco comprendía porqué su mirada estaba helada. Ella simplemente me transmitía miedo.

La voz de la madre de Adrián anunciando que era hora de partir el pastel hizo quebrantar la tensión del momento. Todos nos juntamos al rededor del pastel mientras cantábamos.

Cuando finalmente nos lo repartieron a cada quién me senté junto a Adrián.

—¿Tu ya conocías a Rachel? —Me atreví a preguntar.

—No mucho —Contestó— Ella nunca transmite nada, no es alguien con quien me interese hablar.

—¿Y por qué hablabas con ella cuando yo llegué?

—Dijo que tenía algo que decirme —Respondió—, pero se quedó callada cuando llegaste tú. Es alguien muy rara.

—Pienso lo mismo —Dije con una pequeña risa.

Mi mirada trataba de buscarla entre todos los niños y niñas, cuando finalmente la encontré, ésta ya se encontraba viéndome fijamente. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. De repente se levantó y la perdí entre la multitud.




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