Los días siguientes a ese me los pasé "ida" no ponía atención a nada, ni a nadie. Veía a Adrián con tristeza y me preguntaba si acaso él también ya lo sabía.
No imaginaba estar un sólo día sin Adrián a mi lado. Él era todo para mí, yo lo quería demasiado.
Las clases pasaban rápidamente hasta que llegó la hora de salir, lo busqué entre la multitud de los alumnos que se acercaban como una manada de elefantes hacia la salida.
—¡Adrián! —Grité cuando lo vi lejanamente con su bastón. Dos chicas estaban a su alrededor guiándolo. Sus facciones cambiaron al escuchar mi voz y una sonrisa apareció en su rostro. Me acerqué rápidamente hacia él— Aquí estoy, Adrián.
—Chicas, gracias por ayudarme, aquí me pueden dejar sólo.
Las castañas se miraron entre risas y finalmente se retiraron.
Adrián estiró su mano para que yo pudiera tomarla y nos dirigimos a "casa". En realidad, lo estaba guiando a un viejo parque al cuál íbamos cuando éramos niños.
—¿Por qué estamos en un parque, Annie? —Dijo él notando el sonido de los columpios.
—Quiero estar un momento a solas contigo. Quiero aprovechar que estás aquí; que estamos juntos.
Se quedó un momento en silencio, pensando. Quizá le había molestado mi comentario. Luego tomó mi mano, que estaba cerca de la suya.
—Ya lo sabes, ¿Cierto? —Preguntó. Yo me quedé en silencio— ¿Sabes que me iré?
—Si.
—Mis padres se están separando, es por eso que me iré a casa de mi abuela.
—No quiero que te vayas —Dije con voz baja.
—Yo tampoco quiero irme, Annie. No sería el mismo sin ti.
—¿Que pasará si te vas?
—Vendré seguido a visitarte, estaré siempre al pendiente de ti, esté en donde esté. Nada podrá separarnos, ¿Entiendes? —Dijo chocando su frente con la mía. Su respiración rebotaba en mis labios. Sentí la necesidad de dejarlo todo y besarlo en ese instante.
—¿Y si encuentras a alguien más? No quiero que me olvides.
—Tranquila Annie —Dijo sonriendo— Soy incapaz de olvidarte. Tú me pones de cabeza, haces que mi vida tenga sentido.
Desde hacía tres años comenzaba a sentirme de distinta forma con Adrián. Me di cuenta una vez en la cual estábamos cerca y yo sólo pensaba en besarlo.
Al principio creí que era incorrecto querer besar a tu mejor amigo, sin embargo, con el paso de los días me daba cuenta que me ponía nerviosa cada vez que él se acercaba. A veces me encontraba viendo sus labios cuando él me hablaba y no me daba cuenta.
Comencé a verlo de distinta forma con el paso del tiempo. Creí que sólo estaba pasando por una etapa, pero no fue así.
Siempre me preguntaba si él sentiría lo mismo por mí. Me preguntaba si también me quería de esa forma, o sólo le interesaba como una simple amiga.
—¿Cuando piensas irte?
—Mi mamá dijo que cuando acabáramos la Secundaria. Aún faltan unos meses, quizá y después cambie de opinión.
—Se está haciendo tarde, es mejor que nos vayamos —Dije levantándome del columpio en el que me encontraba.
—No —Su mano apretó ligeramente mi muñeca deteniéndome. Sus mejillas se encontraban ligeramente sonrojadas— Quédate un momento.
—Pero... —De repente se levanto del columpio y me acercó a él repentinamente. Sus brazos rodearon mi cuerpo fuertemente.
—Te quiero —Susurró en mi oído— Mi corazón comenzó a acelerarse ante esas dos palabras, de repente comencé a sentirme nerviosa—. Sólo quería que supieras que eres muy importante para mí, y pase lo que pase no impedirá que dejes de serlo.
—¿Por que...? —Susurré en su oído— ¿Por qué me haces sentir de esta forma? ¿Por qué siento mi corazón acelerarse cuando te acercas hacia mí? ¿Por qué haces que me ponga nerviosa con tan solo tu presencia? ¿Que estás haciendo conmigo?
Comencé a sentir las pulsaciones de su corazón acelerarse en mi pecho. Su respiración comenzó a hacerse cada vez más rápida.
—Necesito saber porqué me haces sentir así —Dije poniendo su mano en mi pecho—. ¿Puedes sentir lo rápido que late mi corazón? ¡Es por ti! Siempre haces que mi corazón se acelere de esta forma.
Agachó su cabeza sin quitar la mano de mi pecho. Me ponía nerviosa su silencio, necesitaba que me dijera algo.
De repente tomó mi mano, y con delicadeza la acercó a su pecho.
—Tú provocas lo mismo en mí.
Su corazón latía de la misma forma que el mío.
—También me pones nervioso, también haces que mi corazón se acelere con tan sólo escuchar tu voz, ¡Siempre estás en mis pensamientos, Annie! No sé como controlar esto que siento, estoy asustado.