Caminaba. Estaba pensando en cómo acercarme a él, en qué le diría cuando estuviera cerca.
Nunca me había dado miedo hablarle, sin embargo, ahora lo sentía.
Lo buscaba con la mirada entre todos los alumnos de la institución. No aparecía.
El timbre que indicaba una clase nueva me sacó de mis pensamientos. Caminé rápidamente hasta el salón. Fue tarde, no me dejaron entrar.
Me fui a sentar en una jardinera llena de rosas. La tranquilidad y el aire despejaban mis pensamientos.
Sentí el brazo de alguien rozar el mío. Abrí los ojos con sorpresa. Era nuevamente él, ¿Acaso me había estado espiando?
-Tampoco me dejaron entrar.
-¿Cómo sabes que no me dejaron entrar? -Dije con el ceño fruncido.
-Porque tú nunca faltas a clases, a menos que no te dejen entrar -Dijo riendo. Sonreí. Era cierto.
-¿Has visto a Adrián? -Pregunté con disimulación.
-Si. Hace rato lo vi en la cafetería -Sus ojos marrones no dejaban de mirarme-. Estaba con ella.
-¿Elisa? -Dije tragando saliva. Traté de disimular que no me afectaba.
-Si -Agachó la mirada-. ¿Aún lo quieres? -Preguntó casi susurrando. Lo volteé a ver con sorpresa, sin saber qué responder.
-No sabría decirte -Respondí- Últimamente han pasado muchas cosas de las cuáles no estoy enterada. Necesito hablar con él. Necesito saber qué pasa.
-Um -Expresó bajando la mirada-. Si eso es lo que quieres, entonces habla con él.
Se alejó de la jardinera dejándome nuevamente sola. Seguía sin comprenderlo.
Al término de las clases lo busqué nuevamente con la mirada. Estaba esperándolo en la salida de la escuela, tenía que pasar por ahí y sería el momento oportuno para hablarle.
Después de algunos minutos esperando lo vi, nuevamente rodeado de sus amigos y amigas, entre ellas Elisa. Jamás había sentido tantos nervios de hablarle hasta ese momento.
-Adrián -Dije en voz alta tratando de llamar su atención. Sus facciones se endurecieron. Me acerqué hasta él-. Necesito hablar contigo.
-¿Acaso eres tonta? -Cuestionó en voz alta. Varios curiosos se habían detenido a ver la escena- Te dije que no quiero saber nada de ti. Deja de molestar.
-Tan sólo quiero hablar contigo.
-¿Vas a declararme nuevamente tus sentimientos, Annie? -El volumen de su voz subió nuevamente. Todos los presentes comenzaron a burlarse de mí. No podía creer lo que estaba pasando.
Sentí un nudo en la garganta, de repente una lágrima cayó de uno de mis ojos. Sus amigas rieron fuertemente.
-¡Está llorando! -Gritó Elisa, burlándose. La mayoría comenzó a reír. Bajé la mirada apenada, necesitaba escapar, pero todos nos estaban rodeando.
-Ya déjenla en paz -Una voz conocida retumbó en mis oídos. Su mano apretó fuertemente la mía. Alcé la mirada para verlo, era nuevamente él. No entendía porqué me defendía siendo amigo de Adrián.
-¿Que estás haciendo? -Cuestionó Adrián- ¿Por qué la defiendes?
-Porque te estás comportando como un Idiota -Gritó la persona que sostenía mi mano- Has cruzado el límite burlándote de los sentimientos de Annie.
-¿Desde cuando tú te llevas con Annie? -La voz de Adrián sonaba molesta- Ella es sólo mía, ¿Entiendes? -No podía creer que había dicho eso después de todo lo que me había hecho.
-¿Y desde cuando tú te volviste arrogante, Adrián? -Dije acercándome a él. Éste apretó la mandíbula- Creí que eras mi mejor amigo.
-No sería el mejor amigo de alguien como tú -Dijo bajando la cabeza.
-Dime qué te he hecho para que me trates así.
Apretó los puños, quedándose completamente en silencio. Apretaba la mandíbula, como si no quisiera decirlo.
-Vamos, Annie -Dijo mi acompañante-. No vale la pena seguir discutiendo con él.
Tenía la esperanza de que Adrián dijera algo más antes de irme. Tenía la esperanza de que gritaría mi nombre para detenerme. Pero no lo hizo.
Me alejaba lentamente tomada de la mano de alguien más. Mi corazón latía fuertemente por lo que acababa de pasar.
Cuando estábamos lo suficientemente lejos me solté de su mano.
-¿Por qué me defendiste?
-No podía seguir viendo como te humillaba -Dijo mirándome a los ojos-. No lo resistí más cuando te vi llorar.
El contacto de sus ojos me hizo bajar la mirada. Tomó una de mis manos suavemente.
-No permitas que se burlen de ti, Annie -Con su otra mano levantó mi mentón para que pudiera mirarlo-. Siempre te voy a proteger -Dijo dándome un beso en la frente. No entendía porqué hacía todo eso por mí. De alguna forma me hacía sentir bien.
-Gracias -Apenas pude decir-. Gracias por defenderme.
Él me dio una sonrisa tierna.
-No tienes porqué agradecer.
-¿Cuál es tu nombre? No me lo has dicho aún.