Cuando regresamos a la escuela todo seguía igual a la última vez que nos vimos.
Más o menos.
Las cosas entre tú y César seguían raras. Al igual que entre él y el resto de nosotros.
El primero en perdonarlo fue Oliver. Insistían en que años de amistad no podrían ser destrozados sólo por ti.
Y aunque ellos ya se llevaban bien, Oliver aún no confiaba del todo.