Por los siglos, de los siglos

Capítulo 2

Cuando llegaron, lo primero que hizo Matt, fue bostezar.

Entre todas las personas, el pelirrojo buscó con la mirada a su profesor. Aquel hombre, se veía perfecto. No lo podía creer, no solo su traje estaba planchado y perfecto, sino también estaba su rostro, pálido y sin ojeras, y lo más sospechoso era aquella sonrisa, que le daba escalofríos.

—Vamos a reunirnos con los demás —dijo Sara. Una joven rubia, de ojos verdes y llena de vida. Pero justo en ese momento, a Matt casi se le salió el corazón—. El profesor Valken es asombroso, ¿No? —preguntó intentando buscar conversación.

—Sí, es raro. Se ve perfecto aun después de dieciséis horas —murmuró divertido. Pero inmediatamente le apareció ese sentimiento, es de ser observado. Disimuladamente, buscó aquella mirada, pero no encontró a nadie sospechoso.

—Vamos a acercarnos —dijo ella, mientras lo tomaba del brazo, con mucha confianza. Matthew únicamente sonreía, mientras intentaba acostumbrarse al clima frío.

—Lo único que espero, es poder ir al hotel y esperar al otro grupo —comentó, justo cuando ya se acercaban al resto.

El grupo A, era un grupo de veinte estudiantes, los primeros que se registraron en la planilla para el viaje. Matthew no iba a estar en ese grupo, y después de muchas quejas en susurros, y súplicas públicas, logró que el decano creará un segundo grupo, a cargo del profesor Arthur Simons. Pero por cuestiones más allá de su control, terminó en el mismo vuelo que el grupo A y ahora debía estar con ellos. El pelirrojo tenía la idea de quedarse en el cuarto de hotel hasta la llegada de su grupo. Pero todo eso se fue al caño, en el momento en que el profesor Velkan Matei, organizó una pequeña excursión por toda la ciudad de Bran, que, aunque era algo raro, era ciertamente emocionante.

Matthew sin poder evitarlo, los siguió. Caminaban por el lugar, y aunque no quisiera hablar mucho de sus pensamientos, lo sentía… Sentía la ciudad como si fuera un ciudadano de allí.

—¿No es hermoso? —preguntó Sara, emocionada acercándose a él.

—Sí, es algo tan singular —murmuró viendo las pequeñas tiendas.

—¿Singular? —preguntó la rubia sonriendo—. Esto es maravilloso, ya lo necesitaba —le aseguró.

—Supongo que todos necesitábamos un soplo de aire nuevo —comentó Matthew sonriendo.

—Alumnos —habló el profesor Velkan detrás de ellos, provocando que ambos se asustaran—. Sé que son adultos jóvenes y tienen su libertad, pero procuren no alejarse del grupo demasiado —sugirió.

«¿De dónde salió?» pensó Matthew viendo la pequeña sonrisa de su profesor, y aunque no quería hablar debido a sus nervios. El profesor se alejó, y caminó frente a ellos.

—No se preocupen, no les voy a llamar la atención o algo parecido. Solo quiero asegurarme de que estén con el grupo, y por sobre todo, prestando atención a la explicación —comentó, fijando su mirada en Matthew.

—Claro profesor —contestó Sara—. Profesor, disculpe por la pregunta, pero usted ¿Es de este lugar? —preguntó.

—Puede ser, mi vida es un total misterio —comentó divertido—. Ahora sigamos.

Primero fueron al museo de Bran, en donde recibieron mucha información sobre las exhibiciones. Con el tiempo, llegó a oscurecerse el cielo, y su profesor, les dio permiso de que vayan a ver algunas tiendas.

Muchos alumnos optaron por ir a una tienda de regalos, pero Matthew se alejó del grupo y entró a una tienda de antigüedades. Caminando por los estantes llenos de cosas extrañas, y algunas que le parecían muy sospechosas, y por sobre todo, costosas.

—¿Algo de interés? —preguntó un hombre viejo, y Matthew casi se muere del susto. «¿Por qué el mundo conspira en intentar matarme del susto?» pensó viendo al hombre, que tenía un ojo bizco y una sonrisa sospechosa—. Tú tienes cara de gustarle los libros —comentó mientras giraba al mostrador.

—Bueno, su tienda es increíble —le comentó el pelirrojo, mientras lo seguía—, y me gustan los libros, pero no creo que tenga algo que me interese. Ya he leído muchos clásicos —comentó sonriendo apenado.

—Aquí, hay muchas cosas increíbles, pero tengo algunas que son impresionantes y perfectas para gente como tú —aclaró, mientras buscaba algo en la pequeña habitación del otro lado de su mostrador. Por unos segundos, Matthew consideró que algo malo le había pasado, y con cuidado se acercó al mostrador—. ¡Tranquilo, no hay que desesperarse! —gritó y Matthew se sonrojó, por parecer desesperado—. Aquí está —dijo mientras se acercaba con cuidado, y con un libro totalmente negro entre sus manos.

—Bueno, y ¿Y qué es? —preguntó viendo como el anciano se acercaba con cuidado, y frente a él dejaba un libro muy común, claro sin mencionar el amarillento de sus hojas y de cubierta totalmente negra, con algunas hojas pintadas de color plata.

—Este libro es auténtico —dijo con una sonrisa, un poco siniestra para gusto del menor—, es único en su clase, se dice que el mismísimo Conde Drácula, se lo guardó para su hijo —le aclaró.

—Vaya, ¿Pero por qué el conde Drácula le guardaría este libro a su hijo? —preguntó interesado—. Porque yo he leído mucho de él, pero no hay registros de que haya hecho algo así —comentó mientras acariciaba la tapa del libro.




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