Desde la desaparición de Matthew y el profesor Velkan, los demás alumnos no dudaron en contactar a la policía. Justo en ese mismo momento, el grupo B había llegado, y cuando Jhon y Ethan se enteraron de que su amigo estaba desaparecido. No dudaron en unirse al grupo de búsqueda. No fue difícil ubicarlo, puesto que un pelirrojo natural era bastante llamativo, y más con el profesor Velkan, quien era la representación viva de la perfección.
Caminaron por el camino oficial, que llevaba al castillo de Drácula. Cuando llegaron, vieron el cadáver de un hombre. Asustados, Ethan y Jhon, se estaban preparando mentalmente para encontrar el cadáver de su amigo.
Al llegar a la puerta principal, los dos policías se pusieron frente a los jóvenes, y abrieron la puerta. Cuando caminaron, la oscuridad le daba la sensación, de que algo los iba a arrastrar hasta la muerte. El lugar estaba en silencio, o al menos lo estaba antes de que la puerta se cerrase con fuerza, justo detrás de él.
—Tengo miedo —aceptó Jhon. Y Ethan, estaba más preocupado, por el simple hecho de no poder ver. De pronto, unos pasos, o ecos de pasos, se iban acercando.
—¡Chicos! —llamó la voz de Matthew en medio de la oscuridad—. ¿Dónde están? —preguntó con un tono preocupado.
—Matthew, por dios estás aquí, vivo —dijo Ethan agarrándolo.
—Lo siento, pero tienen que irse —dijo rápido, pero no lo suficiente como para que las enormes antorchas de los pilares, se encendieran—. Están en peligro, no pueden quedarse —comentó asustado.
—No podemos dejarte a ti aquí. El que te secuestro, debe estar aquí —comentó Jhon, enojado.
—Claro, es así —dijo Ethan, mientras seguía caminando.
Matthew estaba nervioso, no quería que sus amigos sufrieran alguna herida. El conde Drácula, estaba enojado, y cuando iba a salir a destruir a aquellos que lo interrumpieron, el pelirrojo le pidió que le dejara hablar con ellos, y si lograba sacarlos, el conde no haría nada.
—Chicos por favor, no quiero que sean lastimados —dijo nervioso, mientras sus amigos se giraron.
—¿A qué te refieres? —preguntó Jhon.
—Si, ¿Quién puede lastimarnos? —preguntó Ethan.
—Yo —susurró Drácula, apareciendo frente a todos. Vestía un fino traje negro, mientras se acercaba a todos.
—Pro-profesor, yo me encargaré —dijo nervioso el menor, mientras se acercaba al mayor. Y sin miedo, sentía las grandes manos de su profesor tomando su mano izquierda.
—Te dejaré encargarte, pequeño —susurró en su oído.
—¿Qué está pasando Matt? —preguntó Jhon, mientras se acercaba a él.
El pelirrojo se giró, y dejó que su profesor lo abrazara y lo acercara a su cuerpo. Sin miedo, Matthew miró a sus amigos, y apoyó su cabeza contra el hombro de Valken.
—Mi destino me guio a mi hogar —dijo—. Y debo quedarme, porque puede que no esté enamorado, pero al menos sé que me gusta, y quiero intentarlo —murmuró—. Ustedes son mis amigos, y ellos son hombres inocentes. Por eso no quiero que salgan lastimados, así que necesito que se vayan. Por favor —pidió, mientras sentía el aliento del conde, que se acercaba a su cuello.
—Aléjese de ese joven —pidió el policía serio. Pero el conde, solo lo ignoró, y giró el rostro de su pequeño y sin pensarlo, solo lo beso. Un beso simple, y roce suave que alteró a todos, y más porque fue intensificado por Matt—. No lo repetiré otra vez, ¡Aléjese de ese joven! —volvió a gritar.
No pasó mucho tiempo, en que una gran cantidad de murciélagos empujaron a aquel policía, y cuando se juntaron se formó la figura de Drácula. El otro policía, asustado y anonadado de todas las cosas que había presenciado, disparó antes de preguntar. Y el conde, esquivó la bala y sin preocuparse, lo atravesó con su mano el tórax.
—Tu sangre es tan insignificante, que no vale la pena beberla —y esas fueron las únicas palabras que escuchó, antes de morir. Matthew al ver que Drácula estaba ocupado, se acercó a sus amigos, y los guio a la salida.
—Tienen que irse —dijo rápido.
—No, qué pasó con los policías —comentó Jhon asustado. Mientras que Matthew los empujaba lejos de la entrada principal—. Tenemos que volver por ellos.
—No, ellos ya están perdidos. Drácula no los dejará vivos, y yo tengo que ir a calmarlo, para que no mueran ustedes —dijo nervioso, con las palabras atropelladas. Pero la mirada de sus amigos, le hizo entender que cierto ser, estaba detrás de él.
—Entonces —habló el mayor, asustando a los dos jóvenes—. Nuestros invitados, ¿Se retiran? —preguntó, mientras acariciaba la espalda de su pequeño.
—Si, ellos se irán y no volverán jamás —aclaró sin miedo, y antes de que sus amigos pudieran decir algo, fueron empujados por una fuerza invisible lejos de la entrada y las puertas se cerraron frente a ellos.
En el interior, Drácula beso los labios del joven. Matthew supo en ese momento, el momento en que le correspondió, entendió. No se iría de aquel lugar, lo había aceptado. Y le encantaba, lo adoraba. Pero todavía no lo amaba.
—Tú y yo, tendremos mucho tiempo para conocernos —aclaró el conde, mientras lo alzaba sin esfuerzo—. Pero quiero que entiendas, desde siempre te he amado más que a nada —le susurró. Y Matthew le sonrió, y lo besó.