Por Poder y Pasión

Capitulo 4: Un castillo dado vuelta.

Desperté al siguiente día y, al salir de mi cuarto, lo primero que vi fue a todos los empleados del castillo correr de aquí para allá ¿Qué estaba ocurriendo? Actuaban como si se planeara una boda. A lo lejos pude divisar a Malibú, iba vistiendo su ajustado corset y pollera que le cubre los tacones; sin olvidar su galera característica y su maquillaje en blanco y negro. Alcé la mano para llamar su atención, creí que él sabría qué estaba pasando.  Iba leyendo un libro por lo que me tomó trabajo llamar su atención, pero lo logré y cambió su dirección hacia mí. Me sonrió con compasión al estar a mí lado y dijo:

—Lamento lo de su padre, princesa.

Gratas palabras las escucho a primera hora de mañana—pensé—. Pero decidí ignorarlo e ir directo al punto por el que lo llamé.

—Descuida, Malibú. Eh… ¿Podrías decirme qué ocurre?, ¿por qué todos corren?

—Ah, veo que no se enteró —e informó —. Vienen, a visitar y felicitar la coronación del nuevo rey, los reyes de los demás reinos.

—¿Qué? —exclamé con desesperación y me volví a meter con prisa en mi habitación.

Era increíble que no se me hayan informado de la venida de los reyes. Debería haber estado lista en ese momento. Di la vuelta para ir a la siguiente parte de mi alcoba y allí me sorprendió un bello vestido celeste y blanco con detalles en dorado; a ambos lados había alrededor de veinte damas listas para atenderme.

—Princesa —Una de ellas me tendió la mano, se la acepté y me subió a una de las plataformas junto al vestido; ella y otras damas más comenzaron a desvestirme, pero las detuve de inmediato al recordar de lo que era capaz.

—Momento…puedo hacerlo por mí misma.

Contemplé el vestido e imaginé con detalles cómo se vería en mí; entonces, dibujé un círculo con mis dedos para luego chasquearlos y que el vestido se trasladara a mi cuerpo. Lo logré, realmente lo logré. Estaba muy feliz por mí, tanto que podría haber llorado. Quise bajarme de la plataforma, pero una presión en mi abdomen me lo impidió. Me moví un poco y al instante lo noté: no había quitado el anterior vestido; tenía uno sobre el otro. Suspiré y levanté una ceja sarcásticamente al entender mi error. Chasqueé de nuevo los dedos y el anterior vestido apareció en el maniquí. Ahora sí podía respirar. No me sorprendió en lo más mínimo un cambio de vestuario cuando hace unos instantes me había puesto un nuevo vestido, pues imaginé que todo se debía a la visita de los reyes, y quién era yo para no realizar una orden del rey. Ya lista me dirigí a la sala del trono donde estaba segura que encontraría a mi tío.

­Crucé las puertas sin ser anunciada y la mirada del rey me intimidó cuando frunció el ceño al verme caminar hacia él. Éste llevaba puesto un traje celeste, con la capa en blanco y un radiante sol dorado adornaba su corona de hoy.

—Anya, ¿qué sucede? —preguntó algo molesto.

—Tío, ¿por qué…?

—Majestad —me interrumpió.

—Majestad —corregí—, ¿por qué no fui informada sobre la visita de los reyes vecinos?

—¡Ah! Lo lamento, Anya. Es que no quería que te distraigas de tus estudios, pero veo que te vestiste para la ocasión —Acababa de decir algo ilógico en su complejidad ¡Él había puesto el vestido en mi cuarto!— ¿Te gustó el regalo?

—Majestad, no puede invitar a los reyes sin previo aviso —Esquivé su pregunta y fui al punto—. El castillo está dado vuelta, los empleados no dejan de correr por todos lados, no hay nada preparado y no podemos recibir a sus majestades en estas condiciones. Nuestro castillo siempre transmitió un ambiente de paz, no puede cambiar esto ahora.

—Despreocúpate, princesa —habló, mientras tomaba uno de los bombones que le servía uno de sus señoritos—. Tengo todo bajo mi control. Serviré a los reyes como reyes míos y todo estará listo para cuando lleguen.

El ruido de la puerta tras de mí interrumpió la conversación. Giré y vi a mi madre ingresar con paso firme y a gran velocidad.

—¡Lauren! —gritó.

—Majestad… —corrigió él, pero mi madre no se inmutó.

—Al diablo con esa estupidez —Mi tío alzó las cenas al escucharla y de inmediato quedó en una posición debajo de ella—. Invitaste a todos reyes del mundo solo para que te vean como rey, pero nada está listo en el castillo. Es un acto de total narcisismo. ¿Olvidaste los tres días de duelo por el sueño de tu hermano, el legítimo rey? El pueblo aún no se acostumbra a eso, mucho menos a un nuevo rey ¡No puede recibir a otros! ¡No puedes hacer una fiesta mientras tu hermano, tu rey, está bajo un encantamiento! ¿Qué clase de monarca eres? No estás respetando a los que te precedieron.



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En el texto hay: amor, pasiones, poderes magia

Editado: 15.05.2019

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