¿por qué a mí?

Capítulo 04

Wendy


 

―Mamá, acabamos de llegar, no puedes irte.


 

―Wendy, son tres días nada más, tu padre necesita estos documentos


 

– Y acaso eres la única persona en el mundo que puede llevárselos


 

–Si, porque soy la única que los tiene –dice en un tono ya no tan agradable.


 

Tomo el vaso de agua que vine a buscar a la cocina y vuelvo a mi dormitorio a paso muy apresurado y cerrando de un golpe la puerta, dejando a mi madre con la palabra en la boca.


 

–Wenn por favor abre, ya hemos hablado millones de veces sobre este asunto, no lo hagamos más difícil de lo que es.


 

Una lágrima comienza a caer por  mi mejilla, en cuanto escucho suplicar a mi madre del otro lado de la puerta, mi rostro se convierte en un mar de lagrimas.


 

Abro la puerta y automáticamente caigo sobre sus brazos.


 

–Tu sabes que esto es difícil para mi, y siempre lo fue– digo mientras enjugo mis lagrimas con la manga del suéter que llevo puesto.


 

Ambas nos adentramos a la habitación y nos acomodamos sobre el borde de la cama


 

–Lo sé cariño, pero tú sabes que no hay nada que podamos hacer, solo aceptar esta situación y sobrellevarla lo mejor que podamos.


 

>Te prometo que serán solo tres días, ni más ni menos.

Tu y tu hermana sabrán cuidarse una de la otra como lo han hecho siempre.


 

–¿Lo prometes?


 

–Lo prometo– dice alzando una mano, tal y como lo hacía cuando Emily y yo éramos pequeñas. Ambas reímos.


 

No muy conforme asiento y aún en los brazos de mi madre las lagrimas comienzan a cesar.


 

Me incorporo, ella me da un suave beso en la frente y sale de la habitación.


 

Tengo veinte años lo sé, quien observa esta conversación que acabamos de tener, diría que soy una infantil, pero yo no sé qué haría de mi vida sin esta mujer, es gracias a ella lo que soy hoy en día, así como es gracias a ella que no me desmoroné por completo hace unos años atrás.


 

El trabajo de mi padre no es el mejor que digamos, -al menos para nuestra familia- sí lo es para el resto del mundo, y eso implica su ausencia en la casa, así como eso implica la cantidad de mudanzas que hemos tenido a lo largo de nuestra vida.


 

Pasada una hora mi madre guarda en su pequeño bolso todo lo necesario para estos tres días.

Una vez que termina, la acompañamos hacia el taxi que la espera en la puerta del edificio.


 

Mi madre insistió en que no la acompañáramos hasta el aeropuerto, ni Emily ni yo estuvimos de acuerdo pero era nuestra palabra contra la de mi madre.


 

–Buen viaje mamá, saluda a papi cuando lo veas– dice Emily


 

–Lo haré cariño


 

–Avísame cuando llegues por favor


 

–Si, Wendy


 

–No lo olvides mamá, en serio– digo mientras las tres nos abrazamos.


 

——


 

Emily para tener diez años sobrelleva muy bien esta situación, mucho mejor que yo diría.

Cualquier niño de su edad no podría afrontar todo esto, pero el que ésta situación lleve sucediendo desde antes que ella naciera hizo que pueda acostumbrarse más rápido de lo normal.


 

–¡Wendyyy!


 

–¿Que sucede?– preguntó desde la cocina


 

–Tengo hambre– dice sosteniendo su barriga de manera graciosa.


 

–¿Quieres que llámenos a un delivery y pidamos una pizza?


 

–Siii– grita eufóricamente


 

Las noches de pizza son muy comunes entre nosotras dos.  Principalmente porque luego de terminar nos quedamos hasta tarde mirando películas.

En más de una oportunidad debimos quedarnos solas en nuestra casa, es así que además de cumplir el rol de hermana también debía hacer de niñera.


 

Mientras esperamos la pizza vamos acondicionando lo que va a ser nuestra sala de cine. Juntamos ambos sofás logrando que parezca un sofá cama, llenamos la mesa de papas chips y coca-cola y hacemos lugar para colocar en el centro la caja de la pizza.


 

–¿Que película vamos a mirar?– pregunta Emily desde uno de los sillones con la boca llena de papas chips


 

–¿Buscando a Dory te parece bien?


 

Yo sé que mi hermana ama las películas de Disney -¿Quién no?- es así que decidí elegir una de las tantas qué hay.

Si fuese por ella veríamos por decimocuarta vez "juego de gemelas", es decir, no me quejo, pero la vimos hace una semana, pero ese no es un impedimento para mi hermana.


 

Miro mi celular y el delivery me avisa que está a cinco minutos de llegar, me coloco unas pantuflas exageradamente grandes.


 

¿Por qué exageradamente? Porque ambas tienen un oso panda multicolor sobre ellas.


 

Así decido bajar a esperar al delivery.

Son las diez de la noche, ¿quién puede verme a estas horas?


 

–¡Emily ya vuelvo, voy a ir a esperar el delivery!– grito desde la puerta de entrada, esperando respuesta alguna por parte de mi hermana.


 

–Está bien– dice ella asomándose hacia donde estoy yo. Esta vez no solo tiene la boca llena de papas chips sino que también ambas manos están sumamente cargadas, dejando un camino de papas en el suelo a medida que se va alejando.


 

Creo que fue una muy mala idea haberla dejado sola con una bolsa de papas chips sabiendo lo fan que es de ellas.


 

Segundos después que estoy abajo el delivery no tarda en llegar, corroboro que la pizza haya llegado en buen estado y vuelvo hacia el apartamento.


 

Miro hacia el mostrador y no hay rastro de Alfred, que raro, quizás haya ido al baño.




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