¿por qué a mí?

Capítulo 08

Chase


 

–Chase, concéntrate por favor. Es nuestro último partido. Si ganamos clasificamos.


 

>¡Chase!


 

...


 

>>Llamando a Chase desde la tierra.


 

–¿Que sucede entrenador?– pregunto volviendo a la realidad


 

–No se que estará pasando por esa cabeza en estos momentos. Pero en este preciso momento te necesito más concentrado que nunca.

Es la primera vez en la historia que este equipo está a punto de llegar a clasificar a un torneo mundial. No podemos desconcentrarnos.


 

Esta chica me trae mal.


 

Ella es el motivo por el cual no estaba prestando atención.


 

Hace tres días que no hablábamos.


 

Hace media hora que me crucé con ella en el edificio.


 

Y las únicas palabras que brotaron de esos hermosos y carnosos labios fueron: "Hola Chase"


 

Si, estoy hablando de Wendy.


 

¿Que otra chica me tiene así?


 

Nadie, solo ella.


 

–Los quiero a todos a mi lado– sigue gritando el entrenador. Creo que está un poco alterado con todo esto de la clasificación.–¡Caleb, por favor deja de hacer relaciones públicas con todas las chicas de esta playa y ven hacia aquí!– bueno, creo que bastante alterado.


 

–Bruce...


 

–Para usted soy entrenador


 

–Entrenador...– dice Caleb rodando los ojos– mi amuleto de la suerte son estas chicas– señala hacia las gradas donde se encuentran.


 

–La semana pasada dijiste exactamente lo mismo, y puedo asegurar que eran rubias, y ninguna de esas cuatro lo son.


 

–Es que... soy un chico muy codiciado– ríe– además de ser el capitán, no lo olvide– guiña un ojo hacia el entrenador.


 

–Está bien, quédate todo el rato que desees con tus amuletos, pero en lo posible que sea luego del partido que vamos a ganar.


 

>Una vez que termine el partido, salgan con todas las chicas que quieran, emborráchense, vayan a dormir, no lo sé, hagan lo que mejor les parezca, pero en este momento los quiero ver más concentrados que nunca, no podemos perder.


 

>>¡Así que, muevan sus traseros hacia la cancha!


 

Terminado el sermón del entrenador, nos dirigimos gritando y saltando hacia el lugar de juego, y como siempre, la gente en las gradas nos acompaña con el sentimiento.


 

El partido pasado jugamos con el mismo equipo -está es la revancha- y les ganamos, por lo tanto tenemos ventaja.


 

–¿Preparados ambos equipos?– pregunta la chica que hoy hará de jueza.


 

Ambos capitanes asienten y el silbato suena.


 

El equipo contrario logró sacar primero, el número 9 tuvo ventaja en el primer saque, pero el número 7 de nosotros le sacó ventaja con su gran velocidad.

Nunca había visto correr tan rápido a Max como en este momento.


 

Sus piernas parecen dos pinceles trazando garabatos en un lienzo.


 

La pelota pasa por entre medio del capitán del equipo rival, y cuando todos pensamos que Max la había perdido se desliza por la arena y la lanza hacia mi.


 

La agarro con mi pierna zurda y automáticamente la cambio hacia la diestra, logro mantenerla unos segundos más en mi poder y el número 13 me la quita, pero este tropieza y vuelve a perder la pelota.


 

Esta vez la tiene Mike, quien me lanza un buen pase desde la mitad de la cancha.


 

Miro el reloj y marca que faltan 5 minutos, el primer tiempo está por terminar.


 

Vuelvo a poner la vista en la pelota y luego en el arco.


 

Sin pensarlo dos veces le doy un fuerte golpe a la pelota, y esta termina dentro del arco dejando sin posibilidad al arquero de poder atajarla.


 

–Gooool– gritamos todos al unísono.

En cuanto la pelota entró al arco todos vinieron hacia mi para festejar.


 

A lo lejos puedo visualizar al entrenador abrazándose con media tribuna.


 

–Layers 1 - Spinners 0– dice el hombre por el altoparlante.


 

Miro nuevamente el reloj y marca 00:05. A los pocos segundos el silbato de la jueza suena e indica que el primer tiempo concluyó.


 

Nos tomamos los tres minutos de entretiempo para refrescarnos y acercarnos hacia el entrenador para escuchar algunas indicaciones.


 

–Miller, a ti te quiero defendiendo el área, nada de estar dando vueltas sin rumbo por la cancha, quiero que me defiendas el area tal y como defiendes a tu novia de alguno que quiera robártela.


 

–Entrenador, yo no tengo novia– dice Max


 

–Bueno, has de cuenta que tienes una.– todos reímos.


 

>Tu Morrison, quiero que ataques el sector de su capitán. Tu Davis ayuda a Miller en el area. Y Brown... ¿Donde diablos está Brown?


 

–Aquí estoy entrenador– dice Caleb apareciendo desde algún lugar de la playa


 

–Si es necesario té ataré con una cuerda a mi mano para que no vuelvas a irte.


 

–Estaba en el baño entrenador– todos comenzamos a reír.


 

–No me interesa donde estabas, quiero que vayas a esa cancha y que sigas todos los pasos que haga el número 9– señala al equipo contrario


 

–¿Y para mi entrenador, no hay ninguna indicación?– pregunta Alex


 

–Sigue con el arco invicto y con ese marcador en cero.


 

Los tres minutos terminan y volvemos hacia el área de juego.


 

Suena el silbato.


 

El número 29, Mike lanza la pelota lo más lejos posible del área nuestra, la misma cae a los pies de Caleb, pero este se encuentra distraído y el capitán rival toma ventaja y se la lleva consigo hacia la otra punta de la cancha.




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