¿por qué a mí?

Capítulo 09

Wendy


 


 

Mensaje de Chase: En 5 minutos estoy abajo.


 

¿!Cinco minutos!? Necesito más que cinco minutos.


 

Termino de colocarme mis sandalias, y me observo en el espejo de mi habitación para terminar de peinarme.


 

Estuve durante media hora frente a mi armario decidiendo que ropa podía ponerme.


 

¿!Como diablos debo ir vestida a una fiesta en la playa!?


 

Esa media hora se convirtió en una hora, es así que finalmente opté por el bikini y sobre él mismo un short, un top a rayas de colores y unas sandalias.


 

Luego de observarme frente al espejo durante un buen rato, a pesar de no estar conforme por cómo voy vestida, decido bajar de todas formas, no quiero hacer esperar a Chase mucho rato más.


 

–Adiós mamá


 

–Adiós cariño, que te diviertas


 

–Gracias– digo saliendo del apartamento


 

–Mándale un saludo a Chase de mi parte– grita mi madre desde la puerta de su habitación.


 

Me giro hacia donde se encuentra ella, pongo los ojos en blanco y me dirijo hacia la recepción.


 

Cuando el ascensor marca que falta un piso para llegar, vuelvo a mirarme en el espejo qué hay aquí dentro y arreglo con las manos mi cabello, el cual opté por dejarlo suelto.


 

Una vez estoy fuera del ascensor, me encuentro con un Chase muy distinto al de hace unos días. Lleva su pelo mojado, como si recién se hubiese terminado de duchar, una musculosa, dejando al descubierto sus brazos no muy marcados, pero que de todas formas hacen suspirar a cualquiera que pueda admirarlos, y por último un short que le llega un poco más arriba de las rodillas.


 

A su lado, se encuentran cuatro chicos más.


 

–Santo Dios– digo para mis adentros.


 

Bendita sea la anatomía masculina.


 

–¡Hola!– digo llamando la atención de los cinco chicos.


 

–Hola Wendy.– dice Chase en un tono sorprendido, y quienes están a su lado responden lo mismo al unísono.– Te presento a unos amigos– dice señalando a su lado derecho.– Caleb, Mike, Max y Alex, a quien creo que ya conocías.


 

–¿Tu eres la que fue a la habitación de Chase no?– dice el primero de ellos


 

–Oh cierto, la que tiró el perchero– dice el segundo


 

–Dos veces– aclara Alfred  a su lado


 

–Esa misma– digo riendo– un gusto.


 

El primero de ellos Caleb, es un chico alto de cabello negro y tez morena. Por debajo de la musculosa que lleva puesta puede observarse que lleva unos cuantos tatuajes, los cuales disimuladamente intento ver pero no logro entender ninguno.


 

A su lado está Mike, un rubio,  alto, de cabello al parecer largo ya que lleva su pelo recogido en un moño.


 

Por otro lado tenemos a quien creo que se llama Max, si mal no recuerdo. Éste por su parte, tiene el cabello negro, y a diferencia de los anteriores es de estatura un poco más baja.


 

Por último tenemos a quien ya había conocido anteriormente en el muelle, a Alex, quien también es de cabello negro y de estatura casi igual a la de Chase.


 

Yo en comparación a todos ellos soy un elfo.


 

Salimos del edificio y nos dirigimos uno al lado del otro hacia la playa.


 

Tres de ellos vienen riéndose a las carcajadas, mientras que Chase, Caleb y yo vamos muy atentos a lo que hacen.


 

–¿Así que eres nueva en el pueblo?– pregunta Caleb


 

–Así es, hace casi un mes aproximadamente que me mudé


 

–Te va a encantar el pueblo


 

–Y más si nos vienes a ver a los partidos– dice Max introduciéndose en la conversación


 

–¿Partido?– pregunto


 

–El equipo de fútbol playa del pueblo– aclara Chase


 

–Oh, ¿ustedes son los jugadores?– todos asienten– que privilegio el mío– río– a mi me encanta el fútbol, así que no duden en que en cualquier momento los iré a ver.


 

De soslayo, puedo ver cómo en el rostro de Chase se dibuja una sonrisa de oreja a oreja.


 

Cada situación cómo estas en las que decido apoyarlo en algo, o ya sea estar junto al él, siempre noto la misma expresión en su rostro.


 

Esa sensación de que necesita apoyo incondicional, y que al parecer, no lo recibe por parte de muchas personas.


 

Desde que llegué al pueblo, no lo he visto con ningún familiar más que su primo Alfred, eso fue una de las cosas que más me llamó la atención. Además que en ninguna oportunidad los mencionó.


 

El camino hacia la playa se hace muy entretenido, ya que los cinco chicos van recordando anécdotas de los diferentes partidos que jugaron juntos, y riéndose a las carcajadas de vez en cuando de alguna situación graciosa qué sucedió durante los entrenamientos, y que al parecer no pueden ser dichas frente a otras personas que no sean ellos.


 

Una vez que llegamos, nos dirigimos a un sector de la playa que nunca había visto. Es un lugar más apartado, en el cual pueden visualizarse varias barras tanto de comida como de alcohol.

El lugar está totalmente decorado con guirnaldas y luces que dentro de muy poco se encenderán y harán del lugar una maravilla.


 

La música por el momento no está ni muy alta ni muy baja, y no es un tipo de música  que pueda bailarse.


 

Al menos por el momento.


 

–Nunca había estado aquí– digo mirando a Chase


 

–Es porque este sector de la playa se habilita muy pocas veces– se quita sus lentes de sol y puedo ver sus ojos color avellanas con más precisión.




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