Chase
Luego de dejar a Wendy en su apartamento, me dirigí al mío, me di una ducha y me acosté a dormir. Pero a las 11:00 de la mañana mi sueño fue interrumpido por mis padres, quienes discutían en el living.
Fui a la habitación de Alfred, pero ya se había ido. Vuelvo a mi dormitorio, tomo mi celular y le mando un mensaje a Wendy.
Solo para saber cómo se encontraba.
El alcohol y ella al parecer no se llevan muy bien.
Pasa alrededor de media hora, y luego de mirar la pantalla de mi celular una diez veces esperando respuesta alguna por parte de la castaña, esa media hora se transforma en una hora, pero aún así Wendy no contesta.
Afuera de mi dormitorio, en el living, los gritos de mis padres habían cesado, pero luego de un rato, volvieron a discutir.
Es así que decidí bajar hacia recepción con Alfred.
No soporto una discusión más. Lo hacen como si en la casa no hubiese nadie más que ellos.
El ascensor para mi desgracia estaba en reparación, por lo que debo bajar por las escaleras, pero en cuanto llego a ellas cambio mi rumbo y me dirijo hacia el apartamento de Wendy.
Luego de estar cinco minutos afuera, decidiendo si llamar a la puerta o no, termino por tocar el timbre, y una vez más la madre de Wendy es quien abre la puerta.
–Hola de nuevo– digo casi avergonzado
–Hola Chase, ¿Que te trae por aquí?
–Solo pasaba por aquí–miento– y quería saber cómo ha amanecido Wendy luego de la agitada noche que tuvo– río
–Recién acaba de entrar a ducharse. Pasa si quieres y la esperas en la cocina.
–Muchas gracias digo, y me adentro a la casa.
El resto, ya ustedes lo saben...
Quince minutos más tarde
–¡Estas mintiendo!– dice la castaña mientras saborea una papa frita.
Acabo de resumirle todo lo sucedido en la fiesta.
O al menos la parte que ella no recordaba.
–No miento– respondo– y... hay algo más...
–No puede ser más vergonzoso que lo que acabas de contarme– responde ella.
–Cuando... intentaba colocarte la campera por encima de tu pecho... tu... intentaste besarme.
–¡Mentira!– objeta ella
–Es más... lo hiciste, pero tus labios solo llegaron a la comisura izquierda de los míos.
Miro a la castaña y noto como su rostro pasa de un color pálido a un rojizo intenso.
–Oh por Dios– dice escondiendo su rostro en el almohadón que lleva sobre sus piernas cruzadas. -ambos nos encontramos sentados en el suelo-
–No... te preocupes...– digo nervioso– yo solo... seguí acomodando tu cuerpo en el sofá, y te volviste a dormir.
Wendy aún me escucha, pero sigue sin mirarme.
>Supuse que era otro de los efectos del alcohol– digo riendo.
–Recuérdame nunca más beber alcohol por favor.
El color de sus mejillas comienzan a tomar su color habitual.
Observo sus labios y estos son cubiertos por su lengua que pasan una y otra vez sobre ellos, provocando en mi, querer retomar el beso que quedó inconcluso durante la fiesta.
Pero intento controlar mis hormonas, y quito la vista de esos hermosos labios antes de que me abalance sobre la castaña.
Ambos terminamos de comer nuestro almuerzo, colocamos nuevamente los platos sobre el escritorio, y nos volvemos a sentar en el suelo.
El silencio abunda en la habitación
–¿Tienes algún juego de mesa?– pregunto rompiendo el silencio.
–¿Estás bromeando, verdad?
–No– digo riendo– sería divertido
– Está bien– dice riendo– creo que aquí tengo algunos.– se dirige hacia el armario, abre una de las puertas y dentro de él toma una caja.
Me la entrega y en su interior hay cuatro o cinco juegos.
>Estos son algunos de los que tengo. Si quieres puedo ir a buscar los que hay en la habitación de mi hermana.
–No, creo que estos serán suficientes
–Mejor, sino querrá unirse a jugar con nosotros.– ríe– ya vengo, iré a llevar los platos hacia la cocina.
–¿Quieres que te ayude?
–No es necesario, dejo en tus manos la elección del juego.– toma las cosas del escritorio y sale del dormitorio.
Abro la caja que Wendy acaba de entregarme y entre los juegos qué hay están: El jenga, el monopoly, el dominó, el uno y un rompecabezas.
Cada uno de los juegos está guardado en una caja, pero en cuanto los levanto para depositarlos sobre el suelo, cae una pequeña caja plana y rectangular.
La tomo, y al rededor de la caja, tiene escrita la palabra "NO ABRIR" en diferentes tamaños y colores.
La coloco frente a mi y cuando tengo la intención de abrirla a pesar de la cantidad de advertencias, Wendy entra a la habitación. Automáticamente llevo la caja a mis espaldas y la escondo.
–¿Qué tienes detrás de ti?– cierra la puerta y se dirige en dirección hacia mi.
–Nada– respondo
–Muéstrame tus manos
Empujo la caja por debajo de la cama y muy discretamente quito mis manos de detrás de mi espalda y se las enseño.
Pero al parecer no queda muy conforme, es así que en tan solo segundos la tengo al lado mío intentado pasar por encima de mi.
–Chase, ¡déjame pasar!