Chase
¿Qué si estoy bien? No lo sé.
¿Soy feliz? Tampoco lo sé.
¿Estoy en mi mejor momento? He teñido días mejores.
Pero de lo que si estoy seguro, es que estoy con quien quiero estar el resto de mi vida.
Con una chica maravillosa, que sabe escuchar, comprender y aconsejar.
No sé qué es lo que somos, si novios, amigos con derechos, mejores amigos, o simplemente amigos. Pero sea lo que sea, en este momento es con ella y con nadie más que ella es con quien quiero estar.
Hace diez minutos que estamos caminando.
"Yo conozco un sitio" dijo Wendy.
Comenzamos a caminar, y cuando quiero acordar estamos yéndonos del pueblo.
A lo lejos puedo visualizar un cartel.
"Usted está dejando Jacksonville"
–¿A donde estamos yendo?– pregunto mirando hacia todos lados.
–Tu solo confía en mí.
Seguimos caminando unos cuantos metros mas, nos adentramos a lo que parece ser un parque lleno de enormes y florecidos árboles.
–Recuerdo haber estado aquí hace muchos años, junto con mi tío y Alfred.
Solíamos venir al lago y pasábamos toda la tarde jugando a las escondidas, al fútbol, y en alguna ocasión nos bañábamos en el lago.
–Conocí este lugar el primer día que llegué al pueblo. Desde la ventanilla del taxi vi un gran lago con unos hermosos árboles a su lado. Recordé el camino, y a los pocos días me acerqué al lugar.
La carretera, queda a una altura mayor a donde se encuentra el parque y el lago, es así que debemos bajar por unas deterioradas escaleras de mármol.
Aún de la mano de Wendy, nos dirigimos hacia la orilla de lago y nos acostamos en el suave césped, uno al lado del otro.
–Me quedaría todo el resto del día aquí– dice Wendy observando con detenimiento el follaje de los árboles.
–¿Sólo el día?– pregunto –Yo me quedaría el resto de mi vida– ambos reímos
–Ahora... que estamos solos, y que sabemos que nadie nos molestará, puedes contarme el porqué de esa tristeza que desborda por tu rostro.
Hago una pausa, y luego comienzo a hablar.
–Sabes... mi familia es... un tanto complicada. Sé que ninguna familia es perfecta, a pesar de que quieran demostrar lo contrario. Pero en mi familia se encargan de dejarlo al descubierto a cualquier sitio al que vamos.
Ninguno de los dos se está mirando a los ojos. Ambos nos encontramos contemplando el cielo.
–Todo comenzó hace unos quince años aproximadamente, cuando mis tíos fallecieron.
–¿Los Padres de Alfred?– pregunta Wendy
–Si–respondo– fallecieron en un accidente de tráfico cuando Alfred tenía seis años. Los tres iban en el auto, pero... el único que sobrevivió fue Alfred.
Estuvo un mes en coma, todos pensábamos que iba... pensábamos que no iba a sobrevivir.
Mi primo y yo éramos muy cercanos, es más, aún lo somos. Parecemos más hermanos que primos.–Río por lo bajo.
En ese entonces, mis abuelos aún vivían, y Alfred al ser menor de edad, ellos se encargaron de cuidar de él luego de que saliera del hospital.
Pero al poco tiempo, ambos fallecen, y Alfred vuelve a quedar en desamparo.
Pero no por mucho tiempo, ya que mis padres -los únicos familiares que tenía y tiene Alfred- decidieron hacerse cargo de él.
Mi padre, tras la muerte de su hermano, entró en depresión, y decidió que el alcohol y las mujeres fueran su única compañía hasta hace unos pocos años.
Allí fue cuando las peleas tuvieron su fruto.
Desde la recaída de mi padre, las peleas y discusiones entre ellos dos, cada vez eran más reiteradas.
–A todo eso, ¿Qué edad tenían ustedes?
–Alfred seis, y yo cinco.
Luego de unos meses, mi madre se enteró que además de tener un esposo con problemas de alcohol, concurría a... bares, pero que en realidad su verdadera función era la de hospedar personas que querían tener tan solo una noche juntos. Sabes a lo que me refiero...
Los años pasaron, Alfred y yo crecimos, y las peleas y discusiones no cesaban. Es así que mi madre tomó la decisión de mudarse y llevarme con ella.
Separándome de la única persona que sentía importante para mí en ese entonces.
–Alfred– completa ella. Yo asentí.
–Para mi suerte, estuvimos tan solo unos seis o siete meses, no lo recuerdo bien, hospedándonos en una pequeña casa aislada del pueblo. Era una casa humilde, era lo único que ella podía costear. Hasta que quedó en quiebra con los pocos ahorros que tenía y volvimos con Alfred y mi padre.
Durante seis meses, estuve alejado de las discusiones. Hasta que otra vez volvimos a convivir todos juntos.
>Hoy en día, luego de quince años, las peleas y discusiones siguen estando.
Mi padre volvió a recaer, y asiste nuevamente a esos lugares... en los que al parecer, encuentra más felicidad que en su propia casa con su familia, que fue la única que ha estado con él en los peores momentos.
Wendy se incorpora, yo hago lo mismo y ambos nos sentamos uno en frente del otro.
Ella se acerca a mi, estira sus brazos y envuelve en ellos mi cuerpo.
Ambos pasamos un largo rato abrazados, escuchando únicamente nuestras respiraciones, las hojas de los árboles que son movidas por el cálido viento, y el sonido de algunas aves que revolotean por encima de nosotros.
–Veo que... has tenido una niñez complicada– dice soltando nuestro abrazo– pero estoy muy orgullosa de ti, porque un niño de esa edad, que sepa sobrellevar una situación así, no es para nada fácil.