Valeria Roldán
Tras ver a Lorenzo cerrar la puerta opto por irme al baño con Turín, ya que ahora mismo lo último que quiero hacer es verle la cara. Sobre todo, después de decirme que parezco una niñita de 5 años, pues quien se cree él para decirlo. Sin darme cuenta empiezo a llorar, una vez que conseguí independizarme, Turín ha sido quien me ha acompañado en todo este tiempo, estando presente en mis crisis cardiacas sin mirarme con ojos de pena como lo hace la gente cuando se entera que estoy enferma. Y el simple hecho de hablarme así sobre Turín me ha enfadado muchísimo. Yo sé que tengo que respetar su decisión sobre dormir con un perro en la cama o no, y también sé que Turín nunca ha dormido en la cama junto a mí, siempre lo ha hecho en su cama, pero como lo ha echado alzándome la voz, eso me molesta. Y aquí me tenéis, llorando.
Cuando llevo un rato sentada en el suelo abrazada a Turín, Lorenzo entra por la puerta del baño, me ve y se va, no me dice nada, será insensible. Una vez que me he tranquilizado, decido volver a la cama, ya que no tenía pensado dormir en el suelo, pero antes abro la puerta.
El motivo de hacerlo es porque al ser claustrofóbica me agobia cerrar las puertas y cuando lo puedo evitar lo hago, por eso siempre duermo con la puerta abierta e incluso cuando estoy sola me baño con la puerta del baño abierta también, solo cierro la puerta de mi consultorio y por mantener cierta privacidad de mis pacientes, porque si por mi fuese estaría abierta siempre.
A la mañana siguiente me despierto temprano, antes que Turín, para poderlo sacar yo a pasear y que no diga luego que no me responsabilizo de él, opto por ponerme ropa de deporte y salir a correr ya que desde que me mude aquí no he salido con Turín.
- Buenos días, ¿Por qué te has levantado tan temprano?, puedo sacarlo yo- habla Lorenzo desde la cama, pero yo lo ignoro completamente ya que continúo enfadada con él - Te estoy hablando- se levanta de la cama y viene hacia mí- Valeria – intenta acariciarme el hombro, pero lo esquivo
- Déjame en paz, y no te preocupes que a partir de ahora ya me encargare de que Turín no te moleste más- digo alzando la voz igual que lo hizo el primero anoche
- No hace falta que te pongas así, a mí no me importa sacarlo, además me gusta hacerlo así hago ejercicio junto a él- habla Lorenzo como si ayer no nos hubiésemos peleado
- Yo, de verdad, no te entiendo, ayer supuestamente estabas cabreado porque Turín estaba aquí y tenías que hacerte cargo tú de él y ahora quieres que te deje sacarlo – hablo acelerada- no, gracias, a partir de ahora vas a hacer ejercicio tu solito – termino diciendo.
Seguidamente me voy de la habitación, pero al llegar a la sala me encuentro a la madre de Lorenzo con una taza de café.
- Buenos días, mi niña- dice amablemente
- Buenos días, Fiorella – saludo
- ¿quieres café?, lo he preparado recientemente- me pregunta
- No, gracias. Desayuno cuando vuelva- informo mientras que busco las cosas de Turín
- ¿Te encuentras bien, mi niña? – pregunta seriamente- tienes los ojos hinchados, no me digas que has estado llorando, porque ahora mismo subo y mato a Lorenzo por hacerte llorar
- Simplemente me ha entrado un poco de jabón a los ojos- miento
- Porque será mi niña que no te creo- dice acercándose a mí- pero si tu estas bien yo no me voy a meter en vuestras discusiones, porque aquí entre nosotras anoche se escuchaban los gritos por todo el departamento y esta mañana igual- se engancha a mi brazo como si fuésemos amigas toda la vida- te digo una cosa, si alguna vez necesitas una aliada contra el terco de mi hijo aquí me tienes
- Muchas gracias, Fiorella, por ser tan amable conmigo, ni mi propia madre es así, si ella estuviera en tu lugar diría que la culpa es mía por querer siempre defender a Turín- sin darme cuenta se me inundan los ojos de lagrimas
- Bueno pues si me lo permites, yo ya te considero como una hija, por lo que tú me puedes considerar como una madre- y antes de terminar de decir su frase ya la estoy abrazando – mi niña, no hace falta que te pongas así
- Lo siento, es que cuando se meten con mi pequeñín. En fin, no pasa nada- me limpio la cara con las manos- ¿tienes algún plan para hoy?
- No hija, pensábamos visitar la ciudad ¿por qué lo preguntas? – me contesta Fiorella
- Tengo que pasar a comprar cosas para Turín, por si te querías venir conmigo – le digo mientras le pongo la correa a Turín
- Por supuesto que sí, espera un momentito y me cambio – dice saliendo corriendo hacia su habitación
Mientras espero a Fiorella en la sala jugando con Turín aparece Lorenzo
- ¿Aún no te has ido? - me pregunta
- No, estoy esperando a tu madre – le digo sin mirarle a la cara
- ¿Por qué se va a ir mi madre? - me pregunta, pero lo ignoro – Valeria, te estoy hablando, quieres dejar el berrinche de una vez, que tampoco fue para tanto – empieza a subir su tono
- Figliolo, lasciala (Hijo, déjala) – dice su madre algo en italiano – vamos mi niña, ya estoy lista
- Vamos – me levanto del suelo y me acerco a la puerta sin decirle nada a Lorenzo, mientras que Fiorella si se despide de su hijo