Valeria Roldán
Son las 8 de la mañana cuando noto que alguien me está lamiendo la cara, disimuladamente abro un ojo y me encuentro a Turín, la verdad extrañaba que me llamara por la mañana, porque desde que estoy viviendo con Lorenzo siempre lo llama a él. Supongo que tendrá un instinto para saber que estoy malita y por eso me llama a mi hoy, siempre dicen que los animales tienen un doble sentido y presienten esas cosas.
Me incorporo de la cama y observo a Lorenzo a mi lado durmiendo, la verdad es que me ha ayudado mucho y ya me encuentro mucho mejor, pero sigo enfadado con él, aunque si reflexiono un poco ya ni me acuerdo de porque con todo lo que ha sucedido. Anoche ni lo pensé cuando me lancé a besarlo después de aquel baño juntos tan relajante. Como ya me encuentro mejor, me levanto de la cama, me doy un baño y saco a pasear a Turín, aunque lo hago despacito por el esguince a Turín no le importa el feliz porque lo saquen a pasear.
Después de media hora regreso con Turín y como me he levantado de muy buen humor he decidido ponerme a hacer tortitas para desayunar todos. El primero en levantarse es Marco, el padre de Lorenzo.
- Buenos días, hija – saluda Marco – ¿Cómo te encuentras?, ya me conto Fiorella lo que te paso
- Buenos días, ya me encuentro mucho mejor – le digo terminando de preparar la masa – solo queda el esguince, que en una semanita supongo que estaré perfecta
- Di que sí hija – dice acercándose a mí – que es esto que huele delicioso
- Estoy haciendo tortitas para desayunar
- Bueno, pues chef aquí tienes a tu pinche – informa poniéndose un delantal
- Coge una sartén y empezamos
La verdad es que no lo había tratado tanto como la madre, pero es muy amable y me ayuda a terminar de hacer tortitas, al final entre los dos acabamos de hacerlas rápido. Al poco tiempo aparece Fiorella también
- Buenos días mi niña, ¿Cómo amaneciste? – pregunta amablemente Fiorella
- Muy bien gracias, he hecho tortitas para desayunar – informo levantando el plato lleno de tortitas
- Eres un sol, ¿y Lorenzo? – me pregunta
- Todavía está durmiendo, como era temprano no lo he llamado para no molestarle más de lo que le moleste ayer
- Una mujer nunca molesta a su marido – dice dándome un beso en la mejilla
Justo cuando su madre se retira de mi lado después de darme un beso, aparece Lorenzo con un pantalón de pijama
- Buenos días- entra por la puerta
- Buenos días – decimos los tres al unísono
- Mira mi niño, Valeria ha hecho tortitas para todos- dice Marco
- Seguro, la última vez que hizo tortitas, las hizo para ella sola – ríe burlón acercándose a mi - ¿Cómo te encuentras? – me mira fijamente a los ojos
- Mejor, gracias – contesto
Al final desayunamos todos juntos hablando de trivialidades. Y subimos a la habitación a cambiarnos de ropa para irnos a trabajar. Pero cambiándome de ropa reflexiono y ahora que lo pienso no nos protegimos, me agobio y salgo corriendo hacia el vestidor donde se encuentra Lorenzo
- Lorenzo, levanta rápido – golpeo su brazo – vámonos ya- le grito en el oído
- Valeria que forma más romántica de tratar a tu marido después de una noche de pasión - dice burlón
- No estoy para bromas – digo enojada – ayer no nos protegimos y yo tampoco estoy tomando pastillas anticonceptivas – empiezo a decir nerviosa
- ¿y? - pregunta desconcertado – la vez anterior tampoco nos protegimos, somos marido y mujer es lo más normal
- No, no es lo más normal – comienzo a agobiarme
- Valeria tranquilízate que tampoco es para tanto, además yo te aseguro que estoy limpio y tú, bueno teniendo en cuenta que eras virgen supongo que también estabas limpia, no hay ningún problema – dice tranquilo sentándose de nuevo en el banco del vestidor
- No es por eso, necesito que me lleves a la farmacia a por la pastilla de emergencia – informo mientras comienzo a cambiarme corriendo de ropa
- No te voy a dejar tomarte esa pastilla – dice serio
- ¿Por qué no?, es mi cuerpo – grito histérica
- Tú me escuchas, te acabo de decir que la otra vez tampoco nos protegimos y de eso ha pasado como una semana, no me voy a arriesgar a dejarte tomarte esa pastilla estando embarazada – me alza la voz mientras se levanta de la cama
- Yo no estoy embaraza – lo desafío mirándolo a los ojos
- Bueno, cuando lo comprobemos te dejo tomarte la dichosa pastilla, pero antes no - me señala con el dedo – además ¿Qué tendría de malo que estuvieras embarazada? – pregunta
- No está en mis planes ser madre tan joven, que tú seas un abuelo no es mi culpa – le digo yendo al baño
- Respétame señorita – dice interrumpiendo mi camino cogiéndome de la cintura- que no soy tan viejo – me da un beso en la boca y se va de la habitación
Cuando salgo detrás de él para seguir la conversación empieza a sonar mi móvil