Valeria Roldán
Después de que Lorenzo me abriera los ojos y nos diéramos cuenta de que podría estar embarazada, no lo podría creer o mejor dicho no quería creerlo. No es que no quiera tener hijos, pero realmente lo que tengo es miedo, terror a que mi enfermedad pueda ser heredada y mi hijo o hija tenga y sufra lo mismo que yo y eso es lo que no quiero y lo que me aterra. Por ello, en cuanto escuché la puerta cerrarse después de irse Lorenzo con Turín, me cambié de ropa y me fui en dirección al hospital. Quería hablar con Alexander y contarle lo que me pasa, y pensaréis ¿Por qué no le cuentas a Lorenzo sobre ese miedo? No puedo, ayer lo vi con mucha ilusión por ser padre y yo no tenía esa alegría.
Al llegar al hospital le pregunto a Bea si Alexander había llegado, como me dijo que sí, me dirijo hacia su consultorio
- Pasé, está abierto – me dice Alexander después de tocar la puerta
- Buenos días, Alexander, ¿tienes algún paciente ahorita? – le pregunto entrando por la puerta
- Buenos días Valeria, no tengo pacientes hasta la tarde, ¿por? – me pregunta
- Te importa si hablamos un rato
- Claro que no, pasa y siéntate – dice, mientras yo me siento en la silla frente a él – dime, ¿de qué quieres hablar? – pregunta intrigado
- Bueno, lo que pasa es que – me empiezo a poner nerviosa porque no sé cómo empezar – tengo una duda sobre mi enfermedad
- Dime que duda tienes Valeria – me anima a continuar hablando
- Quería preguntarte, ¿Qué posibilidad hay de que esta enfermedad se herede de padres a hijos? – suelto la pregunta sin mirarle
- No me digas que tenéis pensado tener hijos – me dice ilusionado
- No, no teníamos pensado tener hijos – digo haciendo una pausa y observo como va cambiando la cara de Alexander – pero cabe la posibilidad de que este ya embarazada
- Enhorabuena Valeria, un bebe siempre es un regalo – comienza a felicitarme sin responderme a la pregunta
- Respóndeme a la pregunta por favor, ¿Qué posibilidad hay de que esta enfermedad se herede de padres a hijos? – repito de nuevo elevando la voz - ¿Qué posibilidad hay de que les herede esta enfermedad a mis hijos?
- Valeria, tranquilízate, no llores – ni siquiera me había dado cuenta que estaba llorando – bueno en un principio, hay tipos de amiloidosis cardiacas que, si pueden llegar a ser hereditaria, habría que hacerte un estudio para comprobar que tu tengas ese o no
Cuando escucho que si puede ser que mi futuro bebe tenga esta enfermedad, empiezo a notar que me falta el aire, no puedo respirar y comienzo a tener taquicardias.
- Mírame, Valeria, mírame – me habla Alexander cogiéndome la cara para que lo vea, no sé en qué momento se ha levantado de su silla – respira conmigo, inhala, exhala – intento seguirle el ritmo
Rápidamente me coge en brazos y me sube a la camilla, sale a buscar a una enfermera porque lo escucho gritar en el pasillo. Y en menos de 1 minuto ya escucho que vuelve a entrar a su consultorio con alguien más
- Ponle una vía con benzodiacepina, rápido – le grita a la enfermera mientras me ausculta con el fonendoscopio – eso es, respira despacio, tranquila – dice mientras me relajo poco a poco – gracias, ya te puedes retirar – le dice a la enfermera
En cuanto sale la enfermera, nos quedamos unos minutos en silencio y después se acerca a mí y me ayuda a incorporarme de la camilla
- Te encuentras más tranquila – asiento con un movimiento de cabeza – te acaba de dar un ataque de pánico, ¿puedo preguntarte por qué? – me pregunta sentándose a mi lado en la camilla
- tengo miedo – me sincero con Alexander - terror a que mi enfermedad pueda ser heredada y mi hijo o hija tenga y sufra lo mismo que yo y eso es lo que no quiero y lo que me aterra – empiezo a llorar de nuevo
- tranquila, puede que el tipo de enfermedad que posees no sea el hereditario –me anima – ¿Quieres? – me ofrece una piruleta que se saca del bolsillo de la bata - ¿Qué?, lo tengo para los pacientes que se portan bien – termina diciendo, guiñándome un ojo
- Muy chistoso - le cojo la pirulera y me da la risa mientras que lo desenvuelvo
- Ya te he sacado una sonrisa –habla mientras él también se toma una piruleta–, al principio has comentado que es posible que estés embarazada, ¿Cómo cabe la posibilidad?
- Todavía no me he hecho ninguna prueba que lo confirme – continuo con mi piruleta
- ¿Y qué esperas? – pregunta levantándose de la camilla
- No sé qué quiero que salga – contesto – por un lado, me encantaría ser madre, pero por otro me da miedo por lo que ya te he comentado
- Y una pregunta que ya me puedo suponer la respuesta empieza a decir – ¿has hablado de esto con Lorenzo?
- De la posibilidad de estar embarazada, si, incluso fue él el que se dio cuenta por cierto síntomas que están empezando a aparecer – le explico – de que tengo miedo, no, cuando nos dimos cuenta que podría estar embarazada, salí corriendo hacia la cama y me puse a llorar y no hemos vuelto a hablar – se empiezan a inundar mis ojos de nuevo – si tú le hubieras visto, esos ojos llenos de felicidad por la probabilidad de ser padre – ahora si ya estoy llorando de nuevo – yo a su lado me siento mala madre, por no querer tener hijos simplemente para que no sufran lo que yo estoy sufriendo