“Jajajajaja” una risa chillona que se llegaba a confundir con un dulzor único para el oído. Esta risa que era irritante, pero a la vez también cautivante era lo que estaba escuchándose por fuera de la ahora fortaleza en la que se encontraban atrapados sin siquiera movilizarse.
Miel y Sal, que contaban con un pequeño botín de cerezas, las cuales estaban guardadas en la mochila de Miel, ahora sólo podían esperar y comer mientras esperaban, por supuesto que estaban racionando estas para no quedarse sin nada que comer. Lo gracioso de todo ello, era lo irónico de que trataban de comer estas cerezas, aunque no tenían la necesidad de hacerlo, era como algo que les hacía sentir que todavía estaban vivos, pero a la vez puede que esta haya sido una buena elección.
Entre estar en este lugar donde no podían escapar y en cual consideraron que lo lograrían si esperaban un poco, pudieron sólo haberse buscado una cárcel. Lo que ahora les rodeaba, además de esa cara y la cosa negra esa que se arrastraba y trataba de entrar a cada cierto tiempo, en un momento se llegaron a ver envuelto con un mono con la cabeza de calavera y unos ojos purpuras que de vez en cuando dejaba salir un líquido verde como si se tratasen de lágrimas, los chillidos que escuchaban de esa voz que era irritante pero hipnotizante, les había hecho sentir como si alguien los llamara a salir de ese lugar sin resistencia alguna.
Era tan intenso esta situación en la que se encontraban, pero a la vez pudo haber sido también una bendición, puesto que varias rocas “inofensivas” ahora mostraban sus colmillos, puesto que estos no eran nada más que una especie de caparazón, ya que de ellos salían lo que eran sus extremidades y boca de lava, el verlos les hacía valer la apariencia de una tortuga.
Sal, que sentía como sus tímpanos parecían dolerle como si fueran a romperse, sólo fue tranquilizado cuando, después de ya un largo tiempo, Miel le hablo:
Miel - ¡Ahhhhh! ¡No puedo seguir con esto! De verdad no puedo… no pue… no puedo seguir de esta manera, debo de ser capaz de salir de este lugar, si nos mantenemos por más tiempo no podremos nunca salir de este lugar, ni siquiera sé si… vivi… remos… –
Sal, que abría sus ojos con asombro, dijo – no… no… yo creo… quizás si… –
En realidad sólo pudo tartamudear, no contaba con la suficiente fuerza de voluntad como ella, esto no era algo que pudiera hacer como un “hombre” o eso era lo que pensaba. En realidad, todo esto eran cosas que superaban con creces lo que en realidad se esperaría que él pudiera procesar y elegir. Aun siendo un adolescente, lo inmaduro era lo que demostraba en este momento, no poder pensar con claridad y el considerar que todo esto podía ser la ultima vez que estuvieran juntos is es que no hacía nada, era algo aterrador, el simple hecho de que también al salir no era algo tan bueno.
Mirando a su alrededor, mientras Miel empezó a patalear en el suelo y gruñía, como si esto fuera alguna clase de ritual con la esperanza de que se pudiera calmar o bien conseguir que un milagro pasara, Sal noto que las criaturas se estaban comportando de una forma un poco extraña. Era como si se movieran de un lado a otro, como si se tratase también de un tipo de baile, aunque a él no le gustaba bailar o simplemente no había encontrado algo para que le llamara la atención, recordó que cuando iban a fiestas que les habían invitados, después de todas las presentaciones tediosas en ocasiones (Según su punto de vista) había visto que muchos esperaban con ansias este dichoso tiempo de baile.
Pero ahora que las criaturas pasaban a su alrededor, estas contaban con un patrón como si de verdad fuera un baile en una gran fiesta, cada una de ellas estaban afuera y esperaban con ansias a que ellos saliera, y el poder estar todas estas reunidas y no gestar matándose uno con otra, como lo que habían presenciado con anterioridad, era algo raro, esto no podía ser para nada natural, más bien, era como si sólo esperaban a que ellos dos se dieran por vencido y con ello poder disfrutar de algún tipo de manjar.
Sal, aunque no estaba seguro de esto, empezó a decir:
Sal – Miel, creo… que ellos están festejando el habernos encontrado –
Miel – ¿Eh? – dirigió su mirada a Sal con una mirada como muerta mezclada con ironía – de verdad , ¿Qué rayos estas diciendo? ¿Acaso has perdido la cabeza? –
Sal, un poco aturdido ante esta presencia que le hacía también sentir como un completo inútil, dijo algo nervioso – no… este, lo que pasa es que si ves, este, todos se están comportando de forma algo rara, además de que, este, si te fijas bien, no se están peleando entre ellos, más bien, parece como que todos están totalmente centrados en nosotros, y lo que sea que hagan ya no se lastiman entre ellos –
Miel, reaccionando ante esta declaración, miro a su alrededor, y dijo – t-tienes razón, esto no es algo natural, durante todo este tiempo que he estado nunca vi que pudieran estar de esta manera, sino que… –
Este silencio de unos pocos segundos fue suficiente como para que Sal empezara a entrar en pánico ante lo que pudiera decir y lo que sucediera a continuación, pero Miel en lugar de decir algo más, empezó a reírse eufóricamente, era como una risa de un maniaco, lo cual fue incluso algo que hizo que Sal entrara en un estado de shock en el cual creyó que ahora sí era su fin y que había perdido a su única compañera que había encontrado durante todo este tiempo.
Pero en lugar de eso, Miel veía con mayor claridad lo que estaba sucediendo y empezó a ver que en realidad, todo lo que estaban haciendo estos monstruos a su alrededor, en realidad si era una “fiestas”, pero lo que provocaría que todos se reunieran de esta manera e hicieran estas cosas que parecían ser completamente ridículas, era por ellos.
Editado: 05.10.2025