En el momento en que Miel y Sal dieron un paso en este lugar, lo que sintieron fue ganas de vomitar, era como si sus estómagos se hubieran revuelto al estar girando en círculos. No podía ser nada más ni nada menos que uno de los efectos que traía consigo el haber pasado aquel limite. No podían tener mejor o peor suerte que esta.
Por un lado, si se veía desde el lado bueno, en realidad ellos no fueron desintegrados como sucedió con aquel ojo que los siguió o cualquiera de esas otras plantas que tuvieron el mismo final. En todo caso, lo que empezaron a notar en ese preciso instante es que si podían aguantar este malestar y que fuera sólo como algo que sucedió por un instante, puede que no esté tan mal.
Pero en sí, la ganas de vomitar se fueron desvaneciendo poco a poco, más sin embargo lo que vino después de ello fue el sentirse mareados y por ende algo débiles como para caminar. No podían caminar en absoluto, era como si fueran un par de bolos (Nota: por si acaso, bolo me refiero a borracho, a una persona que ha tomado de más alguna bebida alcohólica) que se encontraban en pleno camino a sus casas después de que los ahuyentaran del lugar donde habían estado tomando.
Sal y Miel se apoyaron el uno del otro para poder mantenerse de pie. No era momento de ceder en absoluto ante tal condición, así que los dos se sujetaron y, mientras se abrazaban para mantener el equilibrio, empezaron a caminar, por supuesto que esto no era lo suficientemente efectivo como para evitar en caso de que alguien los atacara, pero en sí no era algo que pudieran evitar en este lugar.
Con sumo esfuerzo, los dos estuvieron caminando poco a poco, hasta que los efectos se quietaron por completo. En el momento en que este efecto termino, ya los dos habían camino aproximadamente unos tres kilómetros desde la línea divisora.
En el instante en que ya sintieron que todo había pasado, los dos suspiraron de alivio, con eso empezaron a caminar con normalidad y a ver si lograban encontrar algo.
En todo este tiempo los dos se mantuvieron en silencio, no porque no tuvieran nada que decirse el uno al otro, sino más bien, sentían que esto era lo más seguro en este momento, ya que en toda esta pradera no podían ver para nada algún lugar donde esconderse en caso de haber algún peligro y, aunque se podría decirse que era más sencillo poder ver a cualquier tipo de peligro que apareciera en este, en realidad puede que estos pueden estar camuflado de mejor manera en este lugar. Así que no podían darse el lujo de hacer algo mal.
Mientras seguían caminando, con señas se iban indicando lo que cada uno debía de hacer o lo que estaba pensando que era necesario poder evitar o no hacer, para que así pudieran siempre estar sincronizado y que ninguno de los dos hiciera alguna locura que terminara realmente mal. Con todo esto, el frio sudor que recorría en sus frentes, no era nada más que la misma prueba de que estaban tratando de dar todo de ellos y se mantenían firmes ante lo que sea que viniera de este lugar. Por supuesto que no podían seguir por siempre de esta manera, así que también el salir de allí era muy importante y, sobre todo, lo más rápido posible.
Habiendo seguido lo que era un camino que habían visto que se llegaba a notar por instante al soplar el viento, lograron evitar la mayor parte de peligros. En realidad, este camino que era nada más que un lugar seguro, sólo se veía por breve momentos y se tenía que estar observando con cuidado ya que sólo se despejaba en el momento en que soplaba el viento de forma especial.
Al haber ya llevado como la mitad de camino, los dos se detuvieron y, mirando hacía atrás, todo lo que había recorrido sí que era bastante. En ese preciso momento, empezaron a notar que había algo raro en este lugar y que, mientras esperaban que el camino se volviera a verse ya que perdieron la pista en un breve momento en que se distrajeron, algo estaba sucediendo a su alrededor.
Los dos estaban seguros que salirse del camino puede ser algo muy difícil, no en el ámbito que no pudieran hacerlo, sino que era difícil de que pudieran sobrevivir y que pudiera ser que esa sería la ultima de sus acciones que harían para tirar a la basura todo este tiempo que habían logrado mantenerse vivos.
Los dos se tomaron de las manos y, mientras se entrelazaban y sujetaban con la suficiente fuerza como para no lastimarse pero también para no separarse del otro, miraron hacía atrás con atención.
Todo aquel lugar, que en este momento se vestía de un color dorado, color que cubría todo el lugar, como si fuera que todo fuera como la caña de maíz en el punto de cosecha, sólo el soplido del aire fue lo que estuvo rompiendo lo que era el silencio que se apoderaba de este lugar.
De pronto, como si todo lo que habían pasado no fuera más que un pequeño recuerdo, enfrente de ellos empezó a iluminarse algunas imágenes. Estas imágenes no eran nada más que cosas de sus pasados. Se había vuelto como si estuvieran una película, una donde podían verse a ellos mismos en el pasado.
Lo que vieron, fue a sus amigos, familia, lo que ellos atesoraban, lo que odiaban, incluso aquella pelea que ya ni se recordaban, o aquel mandado que le habían pedido y nunca lo hicieron ya que se les olvido por completo. Lo más curioso, es que era capaz de mostrar esos momentos en los que incluso ellos no escucharon nada de lo que les dijeron o estaban haciendo a sus espaldas, pero que ellos estaban presentes, esos susurros eran ahora algo que podían oír y ver.
Esta película, que se miraba como caminaban entre la hierba y recreando todo eso era tan nostálgico, como también era como un puñal para los dos. Podían ver lo que hicieron cada uno de ellos, lo más increíble era que también podían ver los recuerdos del otro que, a pesar de ser diferente, también podían sentir como algunas cosas, tan pequeñas e insignificantes, podían hacerles sentir lo mismo. Cosas que no podían ser nada más que un pequeño suspiro en esas noches de soledad y alegrías en los que cada uno de ellos celebró genuinamente, fue proyectado.
Editado: 07.12.2025