A veces no quieres mirar más al pasado. Pero la vida siempre hace que te topes con él poniendo su mejor cara de imbeci... Bueno, continuemos.
Llegamos unos minutos antes de comenzar con "La bienvenida para el nuevo ciclo del año" y pues aunque éramos de segundo año, debíamos estar presentes para hacer el ridículo frente a los nuevos. Por idea del decano. Gracias al cielo yo me libre pues no estaba en ningún grupo cultural o parecido.
Elías amablemente se ofreció a traerme ya que pasaría por su novia, quien era mi vecina de al lado.
Saludé a algunos que conocía por compartir horarios en otras clases.
Me encontraba charlando alegremente con Loli y su hermano Alex. Que para serles sinceros, desde que me dí cuenta que compartía con él la aburridisima materia de "Ética profesional" no volví a faltar en todo el ciclo pasado.
A pesar de mi efusividad para hacer conversación, el chico era demasiado callado. Sonreía, asentía pero nada más.
Es una pena. Me encanta su estatura.
"¿Su estatura?" Estaréis pensando. Si. Tengo la debilidad de preferir a los muchachos altos y con suficiente "Carne" como se dice por ahí.
Ya saben, un cuerpo con hombros y espalda ancha y claro un pecho amplio. Es mi perdición. Unos brazos musculados, no necesariamente iguales a los de Dwayne Jhonson pero si suficientes como para que se maquen los músculos de los brazos. Y acariciar suavemente esa piel firme con la punta de mis dedos desde la muñeca hasta su hombro y...
Lo siento. Lo ven. A eso me refiero.
Y Alex es todo eso. Alto, apuesto con un rostro ligeramente aniñado que le da ese aire juvenil y encantador. Manos grandes y firmes a la hora de saludarte. Pero aunque lo intento cada vez que lo veo. No logro hacer que suelte la lengua (Me refiero a las palabras eh).
—Pues Francisco me dió un hermoso oso de peluche. Es blanco y con un corazón.
Su rostro iluminado al contar lo que su novio le obsequió para el día de los enamorados era algo gracioso de ver y al mismo tiempo adorable.
Sonreí contenta por ella.
—Y tú Alex ¿Recibiste o diste un regalo éste día de los enamorados? — le sonreí para darle confianza. No era una pregunta así que digamos super trascendental.
Solo éramos un grupo de amigos charlando sobre el pasado 14 de febrero, que fue hace tres días. Digo, ni que le hubiera dicho la última pregunta dónde se decidía si ganaba o no el millón de dólares.
Solo tenía que responder... No sé, lo que sea. ¡Solo responde Alex!
Di algo.
Seguía esperando la insulsa respuesta y él cambio su peso de un pie a otro.
En eso se acercó Marina a saludarnos. Llegó literalmente corriendo así que se fué a parar donde ya se sentía el aire acondicionado.
Volví a ver de nuevo a Álex que ahora estaba diciendole algo a su hermana al oído.
—Hey ¿Que cuentan?
Genial. Héctor.
—Hola — respondimos todos.
No sé por que pero, me pareció que Loli y su hermano usaron la presencia de Héctor para escabuyirse.
—Y ¿Qué tal? — pregunté por pura amabilidad.
—Bien.
Sinceramente no me interesaba mucho si estaba bien o no. Solo quería una bebida pues hacía calor.
Buscaba con la mirada el puesto improvisado de bebidas cuando lo escuché decir:
—No te has puesto el otro anillo.
¿Qué cosa?
—¿Eh?
—Tu anillo. El de que tiene una rosa. — Hizo un ademán para describir torpemente con sus dedos la minúscula figura a la que se refería—. Siempre te lo pones y hoy solo te has puesto uno.
—Ah sí. Olvidé poneme el otro. Salí de prisa.
¿Desde cuando se fija en mis anillos y si los uso o no?
Ese anillo tenía historia.
Lo compré en el centro comercial por qué me pareció bonito.
Un aro delgado de acero inoxidable con una rosa como centro de atención. El diseño detallaba los pétalos abiertos de la rosa plateada.
En ese entonces, mi novio del momento, me dijo que le gustaba y una vez lo usamos para jugar a que nos casabamos.
Lo sé es cursi.
Luego que términamos.
Donde por cierto fue él quien me terminó después de que se descubriera que me había estado engañando el muy hijo de p...
Respira. Respira.
Con mi mejor amiga (Ahora yo no es más que una grandísima zorr... ).
Así que había dejado de usarlo un tiempo pues me recordaba a él y nuestra relación.
Pero después decidí que el dichoso anillo era mío y nada más.
Así que ahora uso ese en el dedo índice izquierdo y uno de plata en el dedo índice derecho. El segundo es sencillo pero elegante. De esos que no están del todo unidos por su diseño.
—Si. . . — Se quedó de nuevo en silencio. Se cruzó de brazos y cambio el peso de su cuerpo al lado contrario.