Al terminar de escribir la última carta. Milán, guardó la hoja en el sobre y la cerró guardándola dentro de una pequeña caja de madera donde se encuentra todo lo que escribió a lo largo de cuatro meses.
Suspiró observando a sus hijos con una sonrisa la cual se hizo más grande cuando miro a su esposo, Mariano.
Recordó la forma tan peculiar en que se conocieron, tuvieron que pasar por mucho, buenos y malos momentos, pero esa ya es otra historia.
Se sobresaltó cuando sintió un beso en la mejilla, giró y vio que era su esposo.
- ¿Terminaste? - le preguntó con el mismo tono dulce con el que siempre le hablaba.
-Sí, fue la última - le contesto Milán - Gracias por aconsejarme lo de las cartas, me hizo bien. - lo abrazo y miro sus ojos negros.
- No es nada amor - le contesta él.
Se quedaron en silencio mientras ambos admiraban a sus pequeños revoltosos.
- Todavía no puedo creer todo lo que tuvimos que pasar para estar así - dijo de pronto Milán. Él sonrió y le acarició suavemente la cara.
- Logramos superar todos los obstáculos - ella asintió a lo dicho por su esposo.
- Porque nuestro amor era y es fuerte - dicho esto lo beso feliz de tenerlo a él y a toda su pequeña familia unida.
Su padre fue el primer hombre que la decepciona, el único que dejó una huella imborrable en su Corazón, pero gracias a Mariano lo logro superar, al menos la mayor parte. No le alcanzara ni está vida ni la otra para agradecer a Dios o al destino de poner a alguien como su esposo en el camino.
Se puede decir que ahora Milán es feliz y está completa.
Fin.