Estaba frente a la puerta de Tyler, había tocado un par de veces y anunciado mí llegada, pero éste no abría.
—Tyler, podemos hablar...
Silencio.
—Se que éstas enojado pero debes entenderme.
La puerta se abre de golpe.
—¿Entender qué? ¿Qué tengo una hermana suicida?, qué piensa que todo es un maldito juego.
—Estuve practicando con Connor y..
—Y crees qué una pocas horas te vuelven experta? Crees qué puedes aprender lo qué llevo practicando dos años?
—No me subestimes... —le digo.
—No lo hago, créeme qué no lo hago. Pero estoy jodidamente asustado, ésto me sobrepasa. Tenía apenas 4 años cuando llegué a esta mierda qué llamamos casa. No recuerdo cómo era estar de frente a una de esas cosas. Y pensar que tu estarás ahí, me aterra.
Me acerco más a él.
—No me pasara nada, nos cubriremos las espaldas cómo hicimos en el pasado, estaremos bien .
—Enserió quiero creerte Emma, deberás. Pero se me hace imposible.
—Desde cuándo eres tan negativo.
—No es eso, solo tengo miedo.
Me acerco y lo abrazo.
—Estaremos bien —vuelvo a repetir — Todos. Connor, camila, Alexander. Verás qué estaremos devuelta en una semana .
El suspira.
—Eres la mayor —dice —Tendré qué hacerte caso. Aún cuándo pienso qué la idea es malisima
—Así me gusta —digo sonriendo—. Ahora descansa, mañana tendremos un día agotador.
—Descansa hermana —dice para darse media vuelta y entrar a su cuarto. Entra y cierro la puerta para dirigirme al mío.
Estaba por entrar cuando alguien aparece en mí campo de visión, Alexander, venía con él pelo húmedo y una toalla en la mano. Se dirigía a la habitación qué compartía con Tyler.
Lo poco qué sabía de él, es qué había llegado a los 6 años con su madre. Su padre y su hermano mayor habían fallecido.
—¿Nervioso? —Pregunto.
El detiene su marcha y me observa.
—Ni un poco — Es su respuesta. ¿Porque estaría nervioso de ir a mi habitación?.
—No me refería a eso... — Le hago saber.
—Lo sé...
—¿Entonces?
—Solo estoy jugando Emma... relájate.
—Que chistoso, la noticia te afecto más de lo que pensé.
El suelta un risita.
—Todos tomamos la noticia cómo queremos. Por mí parte prefiero hacer como qué no existe. Así no amargo mí pobre existencia.
—Qué eficiente. — le digo riendo.
El pone un semblante más serio.
—Solo estoy preocupado por mi mamá, la noticia la tiene muy mal.
—Es comprensible, eres su hijo, esta preocupada por lo qué te pase — le digo.
—Lo sé, pero trato de explicarle qué llevo 4 años en los exploradores, se defenderme, ésto le ayudará a qué viva mejor. El búnker no durará para siempre — dice. — ¿Tú cómo estás?
—Asustada —Me sincero. —Pero puedo manejarlo.
—Connor me encargo el entrenamiento de mañana. —me dice.
Funzo en seño confundida.
—¿Porqué? —pregunto.
—No me lo dijo, pero debe estar ocupado. Mañana revisará el recorrido con Jon.
—Sí, debe ser por eso.
—Empezaremos mañana a las 12, es mí único día de descanso y me gusta dormir hasta tarde— me indica.
—Me gusta el horario, tengo qué ver un tema en la cocina antes de irme.
—Respecto a eso, el arroz estaba crudo ayer, debes tener más cuidado con eso. — dice divertido.
—La cocina está abierta para tus dones culinarios.
El vuelve a reír.
—Descansa, que mañana no podrás hacerlo. — camina a su habitación.
Yo ruedo los ojos y entro a la mía.
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—A sí qué me avandonaras. — dice Martha apenas llegó a la cocina.
—Tampoco me entusiasma mucho la idea. Pero ordenes son ordenes —digo poco convencida.
—Tienes que tener mucho cuidado, estaré orando todas las noches por ustedes. —dice sonriendo.
Martha es la encargada de la cocina desde hace 10 años. Tiene 65 años, llegó sola al bunker.
—Gracias. —digo sincera —.
Lo tendremos.
Ella sonríe y sigue preparado el desayuno.
Vine a la cocina a ver el inventario de cada semana. Ver cuántas papas quedan en la cosecha, cuantos tomates, si aún queda trigo procesado. Y cosas tan banales como saber cuanta agua se administra a cada habitante. Debíamos ser muy parejas respecto a las porciones.
El desayuno era a las 11:30, él almuerzo a las 6. Teníamos esos horarios porque eran las únicas comidas en el día. Nadie podía comer después de las 7 de la tarde.
Al trabajar en la cocina tenía cierto privilegios que no debía tener, lo admito. Día por medio sacaba algunas frutas de la cosecha y las repartía entre Tyler, connor y yo, debes en cuándo Tyler le lleva a camila.
El día paso rápido, desayune con Tyler. No había rastros de Connor por ninguna parte, lo relacione a qué estaba ocupado.
Camila y Alexander se sumaron minutos después.
Solo faltaba 1 día para la misión y la tensión entre los exploradores se sentía cada vez más.
Camila mantenía la mirada fija en su plato, lo que para mí hermano no pasó desapercibido.
—¿Todo bien? —pregunta mirándola atento.
Ella levanta la vista.
—Mi papá no quiere hablarme Se sincera —Está ciego, no quiere ver el panorama completo, dice que no debería ir.
—¿Quieres que hable con él? Sabes qué le caigo muy bien —Intenta aliviar el ambiente.
Ella niega.
—Déjalo así, ya entenderá.
—Por mi experiencia —Empieza Tyler mirándome —. Cuesta asumir qué alguien qué uno quiere se ponga en peligro, pero después entiendes qué es lo bastante capaz para defenderse sola. El entenderá— dice mirando a Camila y apretando levemente su mano. —No te preocupes.
Ella sonríe a medias y vuelve a comer.
—Bueno —dice Alexander parandose derrepente.—Son las 12—.mira su reloj— ¿Y sabes qué significa eso querida Emma?
No contesto y vuelve a hablar.
—¡Que él momento de tortura a llegado!—dice con falsa emoción.
—Qué alegría —me pongo de pie.