¿por qué nosotros?

~Capítulo 22~

Contuve la respiración por un momento, Jon espera qué nos equivoquemos para poder actuar, no le iba dar la satisfacción. No me moví hasta qué connor empezó a caminar lento hacía Jon, quién mantenía el arma alzada.

—Jon, baja el arma... Podemos llegar a un acuerdo.

—Podemos, pero será bajo mis términos. —dice sin dejar de apuntar.  —No tendrán acceso a las armas, ni tú, ni tú noviecita, ni mucho menos el resto de tu grupo.

—Eso es basura, necesitamos las armas para ir por Alexander y —Él me corta, cuándo apunta su arma hacía mí.

—¿No escuchaste lo qué te dije? Sin reproches...

Connor me observa rogando qué acatará la orden. Suspiro frustrada y vuelvo a hablar.

—Bien, haré lo qué digas... pero no significa qué esté de acuerdo.

—Con eso me es suficiente, las armas se encuentran bajo llave, solo yo tengo la copia de las llaves, las ocuparan solo cuándo yo lo diga, ¿quda claro?

Asiento con la cabeza sin decir nada.

—Sí —dice connor a regañadientes, volviendo a su lugar.

—Bien, pueden retirarse... dejen cerrado al salir. —dice bajando el arma.

Contengo las ganas de ir hacía él y ohorcarlo, ¿Quién se cree qué es?

Salimos de su oficina uno más cabreado qué él otro, apenas dimos un pie en él pasillo, connor vuelve a hablar.

—En qué estabas pensando? Ahora eres suicida?

—Estaba pensando en Alexander, ¿ahora te olvídate de él? Porqué créeme qué hay una madre qué no lo a olvidado..

—Hacer qué te maten no arregla las cosas Emma.... Jon es muy capaz de matarte.

— Y dejaremos qué se salga con la suya?, es un imbécil, él poder le encanta.

—Yo lo resolvere ¿sí?, tú solo Mantente al margen. No podré protegerte siempre, debes pensar antes de actuar.

—No soy impulsiva.

—Sí lo eres... pero eso es algo qué me gusta de ti, sólo debes saber cómo usarlo.

—Eso es lindo.

—Lo es... —dice con una sonrisa ladeada.

—Bueno, iré a ducharme y cambiarme está ropa. Necesito un baño.

— Pensé qué nunca lo ibas a decir. —dice bromeando, golpeó su hombro en respuesta.

—Idiota.

—Ve y descansa. Hablaremos más tarde.  

—Bien, nos vemos.

Connor se acerca a mí dejando un pequeño beso en mis labios cómo despedida, y camina hasta su habitación. Sonrió y me dirijo a la mía.  

Entro a la habitación y lo primero que hago es dejarme caer sobre la cama, cierro los ojos disfrutando del blando colchón.  

Estábamos a salvo aquí... bueno, ahora no tanto, ya qué a Jon se le ocurrió  sacar sus cartas de dictadura. Pero él no era capaz de matar, no a los qué lo mantenían con vida.

Es un imbécil pero no estúpido.

Levantó mí pobre existencia hasta el baño, busco ropa cómoda y entro a la ducha.

Después de 20 minutos estaba lista. Salgo de mí habitación y me dirijo a la cocina, Martha está preparando el almuerzo. Levanta la vista apenas escucha ruido.

—Sabía qué eras tú.... —dice parandose y acercándose a mí para envolverme en sus brazos  —Sabía qué llegarías con Bien. Estuve rezando todas las noches por ustedes.

—Gracias Martha. También me alegro de verte —le digo sonriendo  —¿Cómo está todo por aquí?

—Cansador, me hacen falta manos extras, Jon no quiere asignar a nadie.

Es qué es un maldito...

—Yo hablaré con él, no puede dejarte sola en esto ¿También ordenas la cafetería?

Ella asiente.

—Pero no te preocupes —dice. —no quiero qué tengas problemas por mí culpa, se apañarmelas muy bien.

—No puede pasar a llevar tus derechos de esa manera... ¿Quién se cree qué es? 
—digo empezando a caminar hasta la salida. —Hablare con él...

—Gracias Emma... Tú siempre tan atenta.

Le dedico una amplia sonrisa.

—Para eso estamos... no podría dejarte así.  

Es lo último qué digo antes de dirigirme al despacho de Jon y tocar la puerta.

—Adelante. —escucho la voz de Jon.

Abro la puerta, Jon me observa y rueda los ojos. Poco sutil.

—Ah, eres tú...

—Créeme qué no me gusta verte la cara a cada rato, pero tú me lo pones difícil.

—Qué hice ahora según tú? —dice desafiante.

—Martha necesita ayuda en la cocina, Es mayor y se cansa mucho más rápido.

—Para eso estás tú ¿no?

—Puedo ayudar, sí, pero hablo cuándo yo no esté... no puedes dejarla sola.

—Él personal está ocupado.

—Pues hace un espacio... es inhumano dejar a un adulto mayor de 76 años trabajando sin parar solo por vivir en está mierda.

— Hay lo qué hay... la vida es dura.

—Rachel no hace más qué asistir a las practicas del sector azul, ella podría cubrirme.

—No claro qué no, mi hija no está para esos trabajos.

—Entonces ponte a trabajar tú! Sirve para algo...

Él se levanta bruscamente qué hace qué retroceda.

—Cuidado con él tono qué me hablas...

—¿Quién te crees qué eres? El papa? Creo que todavía no te enteras, aquí todos somos iguales.

Él se acerca lentamente sin dejar la mirada burlona.

—No es así... yo soy el líder y me respetas.

—Lo haré cuándo te lo ganes...

El sigue avanzando, yo retrocedo.

—Estás jugando con fuego... y no quieres quemarte. —dice poniendo la palma de su mano en la pared. Esta muy  cerca de mí cara.

—Quítate.

Pero no lo hace.

—Última advertencia —dice mirándome fijamente. —después no te va a gustar lo qué haré.

—No te tengo miedo.

—Deberías.  

La puerta se abre, Una confundida Rachel aparece en la puerta. Jon Retrocede. Suelto el aire qué había contenido segundos  antes.

—Esto es increíble, ¿Con mi padre? Es enserió? No tiene limites Emma.

—Yo... —digo, pero estoy muy asustada para hablar. Porfavor saquenme de aquí.  

Por supuesto Jon no desmiente nada.

—Largo de aquí. —me echa a empujones. —necesito hablar a solas con mi padre.

Me saca y cierro la puerta prácticamente en mi cara. Me quedo ahí por unos interminables segundos, hasta qué por fin me animo a caminar hacía la cafetería.  



#2582 en Joven Adulto
#1239 en Ciencia ficción

En el texto hay: accion, amor, distopiajuvenil

Editado: 21.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.