Después de interminables horas de viaje, llegamos a nuestro destino. Las heridas de mis rodillas están un poco mejor, ahora sólo queda la picazón de la cicatrización.
Durante él recorrido solo habíamos echo dos paradas de quince minutos. La gente está cansada, no tiene, ganas ni fuerzas para seguir avanzando.
Los entendía perfectamente.
La escuela es pequeña, está rodeada de rejas metálicas, solo hay una pequeña apertura para ingresar. Las personas veían la escena esperanzados, cómo sí ésto fuera su salvación.
—Iré a revisar. —Anuncia Connor. — Dante ven conmigo.
El no dice nada, se posiciona a su lado con arma en mano.
—Camila y Tyler están a cargo. Sí las cosas se complican saben qué hacer.
Ellos asienten frenéticos.
Connor me dedica una última mirada para luego ingresar al interior.
Pasaron unos pocos minutos, y están devuelta.
—Está despejado. Podemos entrar. —Habla Dante.
—De igual forma manténgase alerta, cualquier cosa fuera de lugar, deben avisar rápidamente.
La abertura es pequeña, debíamos entrar agachados. Primero entró todo él grupo A, luego lo hizo él B. Todo a su tiempo, no podían desesperarse y formar un botín.
Cuándo ya estámos todos adentro, somos guiados por Connor quién nos lleva al gimnasio techado del establecimiento.
La gente se posiciona en las gradas. A esperar instrucciones.
—Se qué esperaban algo mejor, pero por ahora, es lo único qué puedo afrecerles. — Habla Connor. — Nos arreglaremos para vivir aquí, al menos hasta qué todo haya terminado.
>> Pueden distribuir los sectores por la cancha, así sabremos en donde buscar. También pueden limpiar un poco su zona, él polvo traerá suciedad.
Y eso es justo lo qué hacemos, dividimos la cancha en sectores. Cocina, sector Azul, sector Negro y por último el sector Rojo, éste se había modificado, ahora, la gente lo ocuparía cómo descanso.
Dejo mis cosas sobre un grada y caminó al sector azul para dejar mí botiquín.
—Dónde van éstas cosas? —Pregunto.
—Déjalas sobre esa mesa, ahí estamos dejando los implementos quirúrgicos. — Es la respuesta de Oliver.
—Y lo demás? — Estaba completamente segura qué habíamos traído más cosas.
—Rachel se niega a juntar sus cosas, dice qué son de ella, la verdad no quiero tener problemas, lo deje pasar...
Suena tan ella.
—Tampoco yo, ella vera lo qué hace.
El asiente. En éstas circunstancias de la vida, no valía la pena pelear por estupideces.
Veo qué el sector negro, está en una reunión, están al rededor de un mapa, Dante es quién habla.
Me acercó a ellos.
—Estamos a pocos kilómetros de los laboratorios. — anuncia. — No sé sí fue tan buena idea venir.
— Ya estamos aquí, no podemos hacer nada más. — dice Cami. — Solo fortificar la entrada, podemos poner barricadas.
—Eso no los detendrá por mucho tiempo. —Replica Dante.
—Bueno, algo es algo ¿no?
—Sí tú lo dices...
—Hay qué entrenar a quién quiera pelear, somos muy pocos, necesitamos gente capaz. — habla Connor. — Dante, tú deberías estar a cargo de los entrenamientos, puedes partir cuándo quieras.
—Ósea debes hacerlo de inmediato — Aporta Tyler.
—Odio la gente. — dice Dante. — Solo van a ocasionar qué me estrése.
—Tyler y Camila pueden echarte un mano.
— Voy a arreglar él radio para comunicarnos con Alexander. Debemos informarles qué estamos a salvo y qué él Plan sigue en marcha. — Cami saca piezas de un bolso negro.
— Bien, has eso. — Ella asiente y se va un poco más allá. —Mientras, Tyler y yo Iremos a ver qué nos puede servir de las instalaciones. —Le entrega un arma a Tyler y él toma la suya, luego mira a Dante — Puedes ir a hablar con la gente, has qué te escuchen. trata de no perder la paciencia. Emma, ve con él, también debes practicar.
—Ella cuándo llegó? — Es la respuesta de Dante, ruedo los ojos.
— Solo no te desesperes. —dice Tyler, mientras palmea su hombro y caminan hacía la salida.
— Creó qué sólo quedamos los dos. — digo. — No es algo qué me encante la verdad, pero...
—¿Porqué me estás hablando?— Dice para empezar a avanzar, sin dejar qué responda.
No me queda de otra qué seguirlo. Dante se posiciona frente a las personas.
— Necesito hablar con ustedes. — Informa. Pero nadie parece querer escuchar. Veo cómo Dante empieza a desesperarse. — ¿Pueden prestarme atención un momento de sus miserables vidas!? —Dice alzando la voz. La gente dirige su mirada molesta hacía él.
— Perdónen su prepotencia, tiene problemas de Ira. —digo con una pequeña sonrisa Burlona. Dante solo pone mala cara.
— Ahora qué tengo su atención, tengo varias cosas qué explicar. —la gente escucha atenta —No podremos ganar si no tenemos él personal suficiente para un contraataque. Por esta razón, necesito a cualquier persona qué tenga manos para sostener un arma. No me importa la edad o su género. Solo qué este dispuesto a pelear contra nuestros opresores.
Buen discurso, lo admito.
— Quién tenga él valor, puede venir al sector negro. Empezaremos en unos minutos.
Dicho ésto, da media vuelta y se va.
— Nada mal para ser alguien molesto con la vida.
— Hay cosas de mí, qué tu no sabes Johnson. Tampoco tendrías porqué saberlas.
— Íbamos tan bien... —le digo. Este me ignora.
Me siento sobre las gradas a esperar, él tiempo pasa y la gente no es capaz de mover su trasero para acá. Siguen en lo suyo.
El hermano de Dante, Max. Se acerca al lugar.
— ¿Todavía reparten clases gratis? —dice burlón.
— Qué gracioso. —habla Dante. — Tú ya sabes manipular un arma, ¿Qué hace aquí?
— Me diste pena, no podía ver a mí hermano solo, tenía qué hacer algo.
— Qué considerado— dice, la expresión de aburrido no la cambia jamás. — Johnson únete, veamos sí aprendes algo.
En ese momento la gente comienza a acercase, no pasan de los 40 años.