Lunes 30 de junio de 2014.
Abuelita me dio la bienvenida a casa con una sabrosa sopa de vegetales. Después de dos largos meses de sufrimiento me han dado de alta en el hospital. Los doctores dejaron muy claro que he sobrevivido de puro milagro, una bacteria muy agresiva había invadido mi sistema nervioso y me estaba debilitando a un ritmo acelerado. Si hoy estoy bien de salud es gracias a mi Ángel guardián, mi mamita que me cuida desde el cielo.
Durante todo el tiempo que permanecí internado en el hospital nunca recibí visitas de mis hermanos ni de papá. Sólo mi abuelita estuvo allí para mí, claro y también la mamá de Marcos, doña Margarita quien me llevaba recados de mi amigo Marcos quien me extrañaba bastante.
A pesar de que hoy regresé, mis hermanos no se han acercado a mi habitación para preguntar como estoy, papá tampoco, y a la hora de la cena ninguno me dirigió la mirada. Fue tan incómodo que evité a toda costa hablarles, sentí una sensación muy fea porque moría de ganas de hablar con ellos.
Dos meses en los que no nos vimos, y no mostraron interés alguno por mí. ¿Continuarán actuando así el resto de sus vidas? La verdad, todo esto es desalentador, me siento cansado, sólo quiero ser tratado con amor.