Sábado 05 de julio de 2014.
Hoy fue el cumpleaños de mi mejor amigo Marcos, cumplió 10 años y sus papás lo celebraron con una fiesta muy bonita. Hubo juegos divertidos, un almuerzo muy sabroso, pastel, dulces y helado.
Todos nuestros compañeros de clase estuvieron presentes, también asistió mucha familia de mi amigo. Recibió muchos regalos y abrazos por parte de todos.
Me sentí mal, sentí envidia de él y yo nunca había sentido algo así, es un sentimiento feo porque uno desea algo que jamás podrá tener, jamás recibiré abrazos de mis padres y menos de mis hermanos. Katia, Martin y papá no soportan verme y mamá, ella no está conmigo.
—¿Qué te sucede Mathias? —inquirió Paco, el hermano mayor de Marcos al encontrarme sentado en el sofá en completa soledad.
Bajé la mirada por pena. ¿Cómo decirle que sentía envidia de ver como su familia le demostraba amor a mi mejor amigo? Simplemente no podía, no debía.
—No tengo nada Paco. —mostré una sonrisa falsa tratando de ocultar mi tristeza—. Es sólo que me cansé de tanto jugar y necesitaba descansar un momento, pero ya estoy bien.
Sólo una vez, no pido más… escuchar a mi familia decir que me aman. ¿Es tanto pedir? No quiero que me eleven el tono de voz sin razón alguna, ya he oído suficientes veces cuanto me odian. Desearía poder mostrarles mi amor, pero sólo conseguiría ser agredido por ellos. Esto es doloroso