Domingo 17 de agosto de 2014.
Hoy desperté con mucha confianza. Sentí el valor necesario para hacer lo que debí desde hace mucho tiempo, enfrentar a todos y pedir que me dieran una explicación sincera de su actitud distante y grosera conmigo.
Primero debía buscar a Martin y hablar con él. Al llegar me encontré la puerta abierta, él estaba acostado sobre la cama jugando a sus videojuegos. Inquirí de pronto tratando de llamar su atención.
—Martin, ¿por qué no me quieres?
Dejé pasar unos segundos, pero no hubo respuesta alguna, situación que no me sorprendió en lo más mínimo. Lo intenté nuevamente:
—Dime… ¿Qué he hecho para que tanto como tú, papá y Katia me detesten? Sólo pido una respuesta, por favor.
En el momento que lo vi pausar la consola creí haberlo conseguido, pero fue entonces cuando comprendí que me equivoqué, no había conseguido nada, bueno no lo que buscaba. Su enfado era notable.
Se levantó de la cama para acercarse a mí, y dándome empujones logró sacarme de la habitación.
—¡Lárgate mediocre asesino, por tu culpa mamá está muerta! —gritó para luego cerrar con fuerza la puerta de la habitación en mi cara.
No entendí… ¿Qué quiso decir con ello? ¿Será verdad que por mi culpa murió mamá? No, eso es falso, pero... ¿Qué necesidad tiene de levantar falsos contra mí? Ahora son tres personas las que me han llamado asesino.